XXXV

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Al fin el día había acabado, aunque hubiese deseado que jamás hubiese terminado. Con Jason me sentía tan bien, tan agusto, que no querría que se fuera jamás de mi lado. Él sabía cómo ser un caballero.
A

unque por otra parte, nunca me siento a su altura. Él hace mucho por mí, pero yo apenas puedo demostrarle algo. Mi timidez me ataca cuando estoy con él, y hay veces que no me deja ser yo misma; noto que él desea que me desenrede más, así que intentaré ponerle más empeño la próxima vez.
Su mirada, su sonrisa, todo su rostro estaba grabado en mi mente. Deseaba pasar más momentos así con él. Por desgracia, al día siguiente debo ir a estudiar y por la tarde tengo trabajo.

A la mañana siguiente, me encontraba en el comedor, y Oz se acercó a comer junto a mí. A su lado, ví a alguien más. Era un chico de cabello negro y ojos verde esmeralda. Un chico bastante guapo, para ser sincera. Nunca le había visto por aquí.

—¡Hola Oz! —saludé alegre.

—¡Qué hay! —me dijo, y tomó asiento a mi lado. El chico de ojos verdes tomó asiento frente a él.

Miré al nuevo compañero antes de hablar.

—Así que traes a alguien más —comenté—, ¿no lo presentas?

Oz me miró al principio sin entender qué decía, hasta que volvió su vista hacia el chico frente a él y lo supo al instante. Este chico tenía la mente en otro lugar.

—Él es Evans, un chico legal. El pobre no sabe a quién acoplarse así que le dije que se viniera conmigo —explicó.

Miré mal al rubio por haber usado esas palabras hacia el pobre chico, y luego volví mi vista al nuevo.

—Soy Lydia, un gusto en conocerte —me presenté, con una sonrisa.

Él me sonrió tímido.

—El gusto es mío —respondió.

Era un chico muy adorable.

Después de hablar un poco más y conocernos, el timbre sonó y todos fuimos a nuestras respectivas aulas.
Cuando terminaron las clases, salí de la universidad y camine, como habitualmente hacia, hasta casa.
Tras agarrar la maleta donde guardaba mi uniforme, salí de casa y caminé hasta mi trabajo.

...

No sabía qué me concurría, pero hoy estaba actuando con demasiada torpeza. Mis ojos no dejaban de posarse en la silueta de Jason. Hoy me sentía demasiado obsesionada por él, y encontraba extraño ese sentimiento en mí.
¿Y si me había enamorado en serio?
Temí al pensar aquello.
Moví mi cabeza con la esperanza de disipar todos mis pensamientos, hasta que una chica pelirroja se posicionó frente a mí.

—Qué alegría volver a vernos —comentó Moena.

Aquella sonrisa arrogante... Me preguntaba cuándo dejaría de sonreír de esa forma.

—Una lástima no poder decir lo mismo —respondí con frialdad. No deseaba verla ahora mismo. No deseaba verla nunca.

La esquivé para llegar hasta la barra y empecé a limpiarla con una balleta, pero ella parecía no querer abandonarme.

—Oye, Lydia, ¿qué opinas sobre la nueva asistenta de Jason? Ya sabes, esa tal... Catherine.

Dejé de limpiar y alcé mi vista lentamente hasta la de la pelirroja. ¿Por qué me estaba preguntando algo como eso? ¿Sabía algo del tema? ¿tal vez eran aliadas?

—¿Por qué te puede interesar algo como eso?  —respondí extrañada.

Ella mostró una sonrisa ladina.

—Porque la encuentro un tanto extraña, casi... obsesionada con Jason, ¿tú qué opinas?

Abrí mis ojos más de lo común.
¿Acaso era esto una trampa para ver cuál era mi reacción? ¿Quería saber si yo sentía miedo por esa chica?

—Yo creo que simplemente hace su trabajo —mentí, y seguí con mi limpieza.

—Pero qué inocente eres, Lydia. Las personas malas también existen, no todos pretenden hacer el bien —comentó Moena.

—Tengo un ejemplo de esa clase de persona justo frente a mí —respondí soez.

La chica iba a responder algo, pero Jason se acercó hasta nosotras.

—¿Te está molestando, Lydia? —preguntó Jason, refiriéndose a la pelirroja.

La miré.

—No, está bien.

...

Debíamos cerrar el local. Hoy decidí irme primero, y Jason me acompañó hasta la puerta.
Él sacó unas llaves de su bolsillo.

—¿Tienes un coche nuevo? —pregunté sorprendida.

Él simplemente me sonrió y pulsó un botón de las llaves, haciendo que las luces de un coche blanco y grande se encendieran.
No debería emocionarme por cosas como esas debido a que Jason era una persona acomodada, pero aún así, todavía conseguía sorprenderme.

—¡Es hermoso! —exclamé.

—Y es tuyo.

Alcé mis cejas.
¿Había escuchado bien? ¿Había dicho que era mío? No podía ser cierto.
Empecé a reír.

—Eres muy gracioso, Jason —comenté, aún sin creerle.

Entonces, Jason agarró mi mano derecha y colocó las llaves en la palma de la misma.

—Espero que te guste —insistió.

Entonces... ¿hablaba enserio?

Miré las llaves, luego a Jason, y más tarde al coche.
¿Qué cosa tan maravillosa habré hecho para que Dios me lo esté pagando de esta forma?

Sentía un nudo en mi garganta y eso no me gustaba nada. La Lydia sensible y llorona iba a manifestarse en mí y eso no era algo demasiado bueno.

—¿Pero qué dices, Jason? —pregunté en un hilo de voz, y luego me tapé la boca con la mano. Este llanto iba a extenderse.

Miré hacia el suelo. La vista se había vuelto borrosa, hasta que la primera lágrima salió. Entonces, sentí una mano en mi espalda y otra en m cabeza. Jason me atrajo hacia sí, y ahora podía oler su perfecto aroma. Cerré los ojos y dejé que algunas lágrimas saliesen de mis ojos. No iba a comenzar una fiesta de lágrimas, por lo que hice acopio de fuerzas para no soltar más. Sin embargo, abracé al pelirrojo de vuelta. Odiaba tener que pensarlo, pero definitivamente estaba enamorada de él.

Después de haberle llevado a su casa y yo haber conducido hasta la mía, me quedé meditando sobre algo. Deseaba ver a Jason de nuevo, era como si ya le estuviese extrañando y apenas hacia minutos que nos habíamos visto. Entonces, mi móvil sonó indicando que tenía un nuevo mensaje. Al abrirlo, vi que era de Jason y sonreí como una tonta.
El mensaje decía: «¿Podemos volver a vernos? Ven a mi casa ahora».

Me sorprendí. Tal vez él se sentía como yo y quería volver a verme. Le contesté que llegaría en un minuto.
Agarré las llaves del nuevo coche y salí.

Cuando llegué a casa de Jason, la puerta se encontraba abierta. Me pareció extraño, pero pensé que tal vez le había pedido a Catherine algo más de privacidad.
Entré en la casa y cerré la puerta tras de mí.
Miré el lugar. No había rastro de él.

—¿Jason? —le llamé.

—Buenas noches, cariño —respondió una voz femenina.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now