XXI

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A la mañana siguiente, me desperté con un pequeño dolor de cabeza, pero no era nada grave.
Era sábado, así que preparé mi café tranquila, y encendí la televisión. Entretanto, mi móvil empezó a sonar. Miré la pantalla antes de descolgar y el nombre de Beth apareció en ella.

—¿Sí?

Espero que tengas ropa para esta noche, porque yo tengo de sobra, y ya sabes que si quieres maquillarte en condiciones sólo tienes que avisarme —dijo mi amiga, animada.

Rodé los ojos.
Todas tenemos esa amiga insistente que cree saber conocer todos los trucos de belleza y estilismo. Si alguien cree no tenerla es sólo por dos cosas: o bien eres una persona asocial, o bien eres tú esa clase de amiga.

—Ya, claro Beth. Gracias, tengo ropa suficiente —respondí.

¡Esta noche tiene que ser mágica! ¡que viva el amor! La navidad está a la vuelta de la esquina y no es muy agradable pasarla sola.

—Que sí, Beth. ¿Sólo me has llamado para esto? —reí.

¿Cómo que «sólo»? A las ocho de la tarde quiero que muevas tu culo y vengas a mi casa, porque no confío en ti. Estoy segura de que llevarás alguna ropa de abuela y un peinado soso.

—Oye, Beth, yo no visto como una abu...

¡A las ocho en mi casa! —me interrumpió y colgó la llamada.

Dejé mi móvil en su lugar y caminé hasta la cocina.
Mi vista se detuvo en un cuchillo, y eso me llevó a recordar lo que ocurrió la noche de ayer.
Esa chica pelirroja, amenazándome con aquella arma me hacía estremecer.
¿Hablaría en serio? ¿Cómo es que ella conocía a Jason y por qué quería que me alejase?

Últimamente mi vida se medía en preguntas. Estaba repleta de dudas, preguntas, misterios... Yo siempre había vivido una vida despreocupada y tranquila, pero desde que mi padre fue a la cárcel, se ha visto algo turbada; pero Jason fue la verdadera gota que colmó el vaso. Y no era porque él tuviese la culpa de algo, sino las personas de su alrededor que venían hacia mí, avisándome de no acercarme a Jason. ¿Qué estaba ocurriendo?

...

Eran las ocho de la tarde y ya había limpiado el piso por completo.
Encendí mi coche y conduje hasta la casa de mi amiga. Me sentí algo extrañada ya que mi coche empezaba a moverse algo extraño. Cuando llegué a casa de mi amiga, toqué a su puerta dos veces y ésta la abrió, recibiéndome con un amistoso abrazo.

—¡Pasa, pasa! —exclamaba contenta.

Extrañada, le pregunté qué le hacía estar de esa forma.

—¡Porque hoy el amor va a resurgir! Nathan y Scarlett serán futura pareja, y tú y Jason serán otra. ¡Hoy será un gran día! Lo tengo todo preparado, ya verás —me dijo, subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación.

Beth había sido tan persistente con el caso de querer maquillarme para esta noche, que no hubo Dios que le pudiera negar, así que acepté a regañadientes.
No me molestaba que ella experimentara junto a sus potingues conmigo, pero sí me incomodaba llevar demasiado maquillaje. Pueden llamarme tonta, pero yo creo que si me maquilló demasiado luciré como una desesperada por querer quedar bien, y mi madre siempre me había dicho que el verdadero rostro hermoso de una mujer se esconde tras el maquillaje.
Beth me prometió que quedaría natural.

Mi amiga me avisó cuando hubo terminado y me miré en el espejo. La verdad era que había hecho un buen trabajo porque no había quedado demasiado retocado, y había sido sincera con su promesa de quedar natural.
De repente, escuchamos un sonido bastante fuerte, y vimos humo desde la ventana del cuarto de Beth. Olía a quemado.
Ambas nos asustamos y bajamos para ver que había ocurrido.
Mis ojos se abrieron al ver de dónde salía todo aquél humo y fuego: era mi coche.

—¡¿Qué mierda ha ocurrido?! —exclamé horrorizada.

Ahora que lo recordaba, mientras conducía hasta aquí, escuché unos ruidos bastante sospechosos provenientes de mi coche.

Beth corrió hasta la manguera de su césped y empezó a rociar el agua hacia mi coche. Las llamas habían desaparecido pero el humo no cesaba.
Las personas del vecindario se reunieron para que no se quedasen sin ver el espectáculo.
Estaba perdida. Mi coche no tenía seguro, así que me había quedado sin vehículo de transporte.

...

La grúa se llevó lo que se suponía que era mi coche, y ahora me encontraba en casa de Beth, meditativa, sentada en su sofá. Ella se acercó hasta mí.

—Al menos agradece que no te encontrabas dentro de él cuando eso ocurrió —me dijo.

Levanté mi vista hacia ella.

—Sí, es cierto, pero acabo de perder los ocho mil dólares que valía el coche. Ahora no tengo dinero suficiente para comprarme otro —me lamenté.

Mi amiga me rodeó con su brazo.

—Llámame cuando quieras ir a cualquier sitio y yo te llevo. Cuenta conmigo para eso y más.

—Sé que puedo contar contigo, Beth, pero no me parece bien molestarte cada dos por tres.

—Anda, no seas modesta. A mí no me importa en lo absoluto, de verdad.

—¿Y si necesito el coche un día a las cinco de la madrugada?

—Me das un telefonazo y listo. ¿Para qué están las amigas?

—Te voy a dar un telefonazo literalmente. Anda, no hace falta que des tanto por mí, ya me buscaré la vida para no molestarte demasiado —le dije.

—¡Que no me importa, idiota! —rió ella— Por cierto, deberías llamar a Jason para avisarle sobre dónde vamos a quedar. Ya lo tengo todo organizado. Dile que espere en la puerta del bar-restaurante Berry Good.

Asentí con la cabeza. Saqué mi teléfono y busqué su número en mis contactos. Entonces, recordé las palabras de aquella chica pelirroja avisándome sobre no acercarme a Jason.

—¿Ocurre algo, Lydia? —me preguntó Beth, sacándome de mis pensamientos.

—¿Eh? No, no —respondí.

Vacilé un poco antes de llamarle.

Después de esperar a que Jason atendiese la llamada, saltó su contestador.

Beth y yo nos miramos extrañadas.

—Tal vez... esta ocupado eligiendo qué ponerse —pensó Beth, algo insegura.

Miré de nuevo la pantalla de mi móvil. Decidí enviarle un mensaje con la hora y el lugar.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now