XVIII

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Cuando llegué a clase, no vacilé en preguntar a Oz qué quería decir exactamente ayer cuando me avisó sobre no acercarme a Jason.

—Eso ya lo hablamos ayer, Lydia —respondió.

—¿Y cómo estás tan seguro de que va a hacerme daño? —pregunté, aún sin creerle.

—No estoy seguro, simplemente lo sé. Sé que lo hará, tarde o temprano lo hará —me afirmó.

—¿Así que lo sabes? ¿Y no puedes decirme qué clase de cosa supuestamente va a hacerme? —insistí.

Aún no podía creer que Jason pudiera hacerme daño. Él no era esa clase de persona... o eso es lo que yo creo.

—Ya te lo dije ayer. No me creerías si te lo dijera. Es bastante complejo.

Y dicho aquello, se marchó.

...

Hoy, por suerte, no había demasiada clientela en el café debido a una fiesta que se celebra en el parque municipal, así que hoy el ambiente estaba bastante calmado.
Sí, recogeríamos menos dinero, pero al menos no me causaba tanto estrés.

Me impresioné al escuchar el sonido de la puerta y ver a Oz entrando por ésta.
Me saludó alegre y, tras ver a Jason, cambió la expresión de su rostro a una mirada oscura. Sin embargo, Jason se mostró impasible.
Él tomó asiento en uno de los taburetes de la barra y Beth le atendió mientras yo terminaba de limpiar una de las mesas que un cliente había dejado.

Cuando me quise acercar junto a Beth, noté una mano agarrar mi muñeca. Al girarme, pude ver a Jason y me acerqué a él.

—¿Necesitas algo? —le pregunté.

—No, estoy bien. Sólo quería hacerte una pregunta. ¿Qué hace él aquí? ¿No se suponía que debías alejarte? —me preguntó.

Tragué saliva, recordando las palabras de Oz.

—Verás, no es fácil —tartamudeé.

—Lo comprendo —respondió pensativo—. No te pido que no hables con él, simplemente que no hagáis demasiadas migas; no conviene —me volvió a advertir.

Asentí con la cabeza, casi mecánicamente, y me giré para volver a mi puesto de trabajo, pero una vez más, la mano de Jason me hizo girar hacia él.
Me sorprendí al ver que sus facciones habían cambiado, estaba más relajado, incluso alegre.
Parpadeé.

—Me gustaría saber, Lydia —empezó a decir —, qué opinarías sobre tener una cita conmigo este fin de semana —me dijo.

Me sonrojé instantáneamente y, de repente, una bombilla se encendió en mi cabeza, recordando la propuesta de Beth, y regañándome a mí misma por no haber avisado con antelación a Jason.

—Oh, es cierto —recordé—, Beth me propuso lo mismo. Este fin de semana planeó una salida ella, su novio el cual conociste en la fiesta, dos personas más las cuales desconozco, tú y yo.

—Está bien entonces. Concretamos la hora cuando puedas, ahora tienes trabajo —me dijo.

Le sonreí.

—Aunque no hay mucha clientela, siempre puedes sorprenderte.

Volví a la barra y la voz de Oz azotó mis oídos.

—Eh, Lydia, ¿puedes acercarte? —me pidió, terminando su bebida.

Me acerqué hasta él, con la barra entre medio de ambos.

—¿Vas a pedir la cuenta? —pregunté por inercia.

—No, no es eso. ¿Qué te ha dicho él? —me preguntó con suspicacia.

Mi cuerpo empezó a tensarse.

—¿Es necesario que lo sepas? —le pregunté, intentando disuadir la pregunta anterior.

—Es necesario —asintió.

—Creo que te estás volviendo paranoico —le solté.

—¿Crees que estoy paranoico? —me preguntó bastante nervioso, con rudeza en la mirada y debía admitir que, en cierto modo, me asustaba— Si tú le conocieses como yo le conozco... —musitó de una forma audible.

—Tal vez eres tú quien no le conoce —retracté, poniendo mis brazos en jarra.

Él levantó una ceja con cierta ironía.

—¿Crees que soy yo quien no le conoce? Está bien, te dejaré a ti solita para que veas quién le conocía mejor de los dos. Más tarde no me vengas llorando... bueno, si es que sales viva de esta —me dijo y empezó a caminar hasta la salida.

Me quedé petrificada en mi lugar.
¿Había escuchado bien? ¿Oz acababa de insinuar que podría morir? ¿Acaso Jason me podría... matar?
Negué con la cabeza fervientemente, disipando todo tipo de tonterías en mi cabeza. Al abrir mis ojos, miré directamente hacia Jason.
Él no se ve como una persona la cual mataría por gusto. O como una persona que mata; en otras palabras, como un homicida.
No, simplemente no.
¿O sí?
¿Podría ser que, detrás de esa máscara de gentileza y humildad, se escondiera su verdadera personalidad? ¿Será que Jason es esa clase de persona la cual mata por placer?
Mis pensamientos empezaban a sonar ridículos así que me golpeé la cabeza —suavemente, tampoco se trataba de llevarme al hospital— y abrí mis ojos para percatarme de que Jason esta mirando hacia aquí, así que me sonrojé y le sonreí.
No, desde luego él no era esa clase de persona.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora