A la mañana siguiente, Beth y yo fuimos juntas al café pues dormí en su casa.
Era el turno de mañana y yo realmente lo pasaba mal porque normalmente suelo estar adormilada a estas horas.—Que tengan un buen día —me depedí de unos clientes que ya se iban, y de repente sonaron las campanitas de la puerta indicando que alguien las había abierto.
Giré mi cabeza y me sorprendí al ver allí a Jason. ¿Así que también se atrevía a venir por las mañanas? Qué interesante.
Me acerqué a él para atenderle.
—¿Lo de siempre? —pregunté.
Él asintió con la cabeza.
Me giré y fui a preparar el café.
—La ausencia de Connie se nota. Jamás lo hubiese imaginado —dijo Beth.
—Desde luego. Las mañanas son atareadas y sin él, esto ed un caos —comenté mientras fregaba un vaso pues no había ni uno limpio.
Sin Connie, la tarea se amontonaba.
El pobre debe ser operado de apéndice, por lo que no ha venido hoy, ni vendrá mañana, ni al siguiente... Nos espera una buena.
—Chicas —habló el jefe.
Ambas nos giramos hacia él.
—Como Connie está en el hospital y no sabemos hasta cuándo va a venir, he decidido que mi nieta Marie ocupe su lugar por el momento. Ella necesita el dinero para sus libros de bachillerato y quiere trabajar aquí, así que tal vez mañana mismo se integre junto a ustedes —avisó él.
—Pero... ¿cuántos años tiene? —preguntó Beth.
—Tan sólo dieciséis. Ella es una chica muy despierta y madura, seguro que hará un buen trabajo —respondió y se despidió de nosotras.
Vi cómo Beth cambiaba su cara a una de molestia absoluta, por lo que se me ocurrió preguntar qué le sucedía.
—Odio a las niñatas, y estoy segura que es una niña muy pija. ¿De la familia del jefe? Pija, pija. Estoy segura que el dinero de los libros es una trola. Se lo querrá gastar en algo más lo cual sus padres le prohíban, porque si ella quisiera, le pide el dinero a sus «papis» y se lo dan en metálico en menos de dos segundos —respondió notablemente molesta.
—Bueno, Beth, tranquilizante. Tal vez te equivoques y sea una niña capaz —opiné.
—No sé, Lydia, no sé —musitó mientras preparaba un batido helado.
Agarré el café y lo dejé en la mesa donde estaba Jason.
Me sonrió y lo tomó.
Seguí mi camino hasta la barra y escuché las puertas de nuevo abrirse.Miré por inercia hacia la puerta y no me pude llevar una sorpresa mayor.
Era Leo. ¿Qué hacía él aquí? Bueno, tomar alguna bebida como era obvio, pero la última vez que nos vimos me pidió que no nos viésemos jamás en nuestras —y cito textualmente— miserables vidas.Me tensé y me escondí en los baños.
Tapé mi boca para evitar la sollozos e intenté calmarme.
No era momento de volverse vulnerable y estúpida, debía reaccionar profesionalmente. Nuestra relación en el café era de cliente a mesera, y nada más.Al instante, escuché unos toques en la puerta.
—¡Lydia! ¡Abre ahora! —exclamó mi amiga.
Miré hacia la puerta y la abrí.
—Tranquila, Beth, estoy bien. No pienso ocultarme —dije y caminé de nuevo hacia la barra. Beth me seguía.
—No sé qué hace este estúpido aquí, pero no quiero que te afecte, ¿de acuerdo? —pidió.
Asentí con la cabeza.
—Ya no soy una niña, Beth. Gracias de todas formas —agradecí.
—Iré yo a tomarle nota... —decidió Beth, pero yo le detuve.
—Si es cierto que la vida te pone pruebas, esta debe ser la mía. Dejamelo esta vez —dije tajante y me acerqué hacia donde Leo estaba sentado mientras jugaba con el servilletero desinteresadamente.
Él levantó la vista y me sonrió cínicamente.
—Te conservas igual por lo que veo, Lydia —comentó.
—¿Qué vas a pedir? —pregunté como usualmente mientras preparaba la libreta y el bolígrafo.
Él se acomodó en su asiento, poniendo ambos codos encima de la mesa y encorvando su espalda.
—Una disculpa, Lydia —respondió y abrí mis ojos con sorpresa.
¿Una disculpa? ¿A qué jugaba? ¿de qué estaba hablando?
—Cuando pregunto eso, normalmente es para que me respondan algo de lo que hay apuntado en el menú —ordené indferente.
Él resopló.
—Hablo enserio, Lydia. Me di cuenta hace tiempo atrás de lo mal que me comporté contigo cuando éramos más jóvenes y quisiera disculparme. Nunca debí decir o hacer todo aquello que dije e hice. Quiero que aceptes mis disculpas, por favor —imploró, poniendo ojos inocentes.
Apreté mi mandíbula. Nada de lo que él hizo tiene perdón. No voy a perdonarle así como así.
—Eso no está en el menú, señor —contesté.
Él arrugó el entrecejo.
—Te estoy diciendo que me arrepiento de todo, Lydia. ¿No vas a creerme? ¿No vas a aceptar mis disculpas? —preguntó decepcionado y malhumorado.
Tomé aire.
—Hoy estamos bastante atareadas Beth y yo. Ojalá que consigas decirme qué vas a pedir en cuanto antes —insistí.
Cuando teníamos quince y dieciséis años, él seguía diciéndome lo mal que de sentía y lo arrepentido que estaba después de cada pelea, de cada golpe, de cada insulto, de cada injusticia... ¿por qué debería creerle ahora? ¿por que creció? ¿por que el tiempo pasó? Nunca perdonaría nada de lo que él me hizo, nunca.
—Desde luego eres... No quiero nada. Absolutamente nada —dijo y salió rápidamente del café, recibiendo las miradas de todo el mundo.
Yo permanecí tranquila en mi lugar.
Beth se acercó a mi, preocupada.—¿Te dijo algo molesto? ¿te tocó? Dime si te hizo daño...
—Estoy de maravilla, gracias Beth. Tan sólo vino a pedirme disculpas —respondí mientras caminaba de nuevo hasta la barra.
—¿Disculpas? ¿Ese idiota vino a pedirte disculpas? Ese no merece el perdón de nadie. No le diste tus disculpas, ¿verdad? —preguntó preocupada.
—¿Crees que si de las hubiese dado, de hubiese marchado formando tal espectáculo? —pregunté tranquila, aunque ceñuda.
Beth se calló mientras permanecía pensativa, aunque yo estaba más pensativa aún.
¿Disculpas? ¿A estas alturas? Ni en sueños.
...
Cerré el café mientras guardaba la típica propina de Jason y Beth puso en marcha su coche.
Me adentré a él y miré a Beth.—Te llevaré hasta tu casa —dijo, mientras salía del aparcamiento—. ¡Esta noche va a ser espectacular, ya lo verás! Aunque siento pena por Connie.
Suspire y Sonreí mientras miraba por la ventana.
Siempre he estado agradecida por tener a Beth como amiga. Esta amiga tan loca me ha sacado sonrisas en los peores y mejores momentos de mi vida.
×××
El próximo capítulo tendrá más acción.

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Fix Me Up 『Jason The Toymaker』
Random«Algunos humanos parecen demonios; algunos demonios parecen ángeles». Desde el día en el que Jason entró en la cafetería, la vida de Lydia empieza a tener otro sentido. Éste siempre le está ayudando, aunque ella a veces tan sólo le de problemas; pro...