VII

4.4K 463 92
                                        

Al fin era viernes, así que tendría el fin de semana libre, al fin. Bueno, excepto por las mañanas. Los fines de semana tenía turno de mañana de nueve a doce.

—¿Qué planes tienes para mañana, Lydia? —me preguntó Beth cuando se acercó a mi mientras yo lavaba los platos.

—¿Mañana? Nada especial. Pensaba descansar después de salir del café —respondí.

—Eres una aburrida, ¿no te lo han dicho nunca? Anda, anímate y vayamos de fiesta —me instó Beth.

Las fiestas no eran mi fuerte, además no tenía tanto dinero como para ir gastándolo a lo loco por caprichos, y estaba segura de que iría como sujetavelas, porque no me imagino a mi conociendo a algún chico.

—Lo siento, Beth, no voy a fiestas —rechacé.

—¡Noo! ¡Lo pasaremos genial! Sé que es en parejas y tú no tienes, pero nadie te prohíbe pasarlo bien, o incluso conocer a alguien en la fiesta. ¡Eres guapa y agradable! No podría imaginar a un chico rechazándote —insistió mi amiga.

Sonreí por el alago.

—Gracias, Beth, pero soy demasiado tímida para eso. Con suerte puedo atender a los clientes, no creas que aún no sigo poniéndome nerviosa al atender a alguno —expliqué.

—Mañana sales sí o sí. Además, no nos quedaremos hasta tarde porque el domingo hay que madrugar. Venga, acepta, por favor —seguía diciendo la insistente de mi amiga.

No entendía por qué quería que saliese con ella, pero tendré que aceptar. Nunca se da por vencida en esto. De todas formas, nos recogeremos temprano.

—Está bien, Beth, iré. ¿Ya te sientes mejor? —asentí.

—¡Claro que sí! —respondió alegre y corrió hasta Connie— ¡Lydia va, Lydia va! —le decía.

Negué con la cabeza mientras sonreía. Esta chica era demasiado.

Mientras seguía fregando los platos y demás, alguien consiguió asustarme.

—Disculpa, Lydia —dijo, y salté del susto.

Me sonrojé al ver que se trataba de Jason.
Carraspeé con la garganta y me calmé.

—¿Necesitas algo? —pregunté.

—Lo cierto es —empezó a decir— que no he podido evitar escuchar la conversación entre tú y tu amiga, y me preguntaba si molestaría demasiado si me uno a ustedes —respondió.

Me quedé anonadada. ¿Realmente había dicho eso? ¿Quería acompañarnos a la fiesta? Eso sería genial, por una parte, ya que no sería la única que no tendría pareja... creo.

—No creo que molestes —contesté.

—¿De verdad? Siento haber sido un cotilla y tan brusco, pero es que realmente hace muchísimo tiempo que no salgo a pasarlo bien —explicó Jason.

—Cuando sepa la hora te aviso —le dije y se marchó a su mesa.

Aquello me resultó demasiado extraño, pero no me importó ya que al fin podía tener a alguien a mi lado con quien entretenerme hablando.
Espero que así sea.

Beth y yo acordamos la hora y el lugar. Una vez lo supe, informé a Jason y éste asintió.

Cuando me uní de nuevo a Beth y a Connie, no faltó el interrogatorio.

—¿Jason irá? ¿dijo que vendría? —preguntaba Beth nerviosa.

—Sería un gran partido, Lydi —comentó Connie.

—¿Y cómo fue? ¿Tú le invitaste o...? —siguió preguntando Beth.

—No creo que te aburras mucho mañana —volvió a comentar Connie, acompañado de un guiño.

—Pues él quiso venir. Y dejad de emparejarme con él —pedí, avergonzada.

No podía imaginarme a mí saliendo con semejante persona. Él era demasiado, por no hablar de sospechoso. Aún así, parecía buena persona.

—¡Pero si te has puesto roja como un tomate! —exclamó Beth y yo la mandé a callar.

Jason miró hacia nosotros y me escondí entre la pared para dejar de ser visible ante él.

—Beth, controla tu torrente de voz, por favor —pedí más avergonzada aún.

—Tienes un problema con la vergüenza —dijo Beth.

—Y tú con las conversaciones privadas. Se supone que esto debemos hablarlo entre nosotros, pero no que se entere el café completo —espeté.

Mi amiga hablaba demasiado fuerte la mayoría de las veces. Incluso recuerdo una vez cuando hablábamos sobre Leo, un novio que tuve, y empezamos a hablar sobre los problemas que teníamos; como la voz de Beth es tan potentente, la cafetería entera se enteró del problema y no dejaron de darme consejos entre todos, de personas que ni siquiera conocía. Aquello fue demasiado. Desde entonces, obligo a Beth a moderar su torrente de voz.

—Como sea. Hoy debemos quedar para que cambies tu vestuario de vieja empedernida —habló Beth.

Abrí mis ojos con sorpresa.
¿Enserio quería que me comprase ropa nueva? No tenía siquiera para la compra de cada mes, ¿cómo pensaba si quiera que podía gastarme dinero en ropa? Desde luego, esta vez debía ser estricta ante mi negativa.

—No puedo hacer eso, Beth, ya me comprendes —dije tajante.

Para mi sorpresa, Beth me comprendió sin necesidad de insistirle.

—Entonces, en lugar de ir a tu casa cuando cerremos el local, ven a la mía. Puedes escoger la ropa que quieras. Además, puedes quedarte a dormir, estoy segura de que a mi novio no va a importarle —me dijo completamente enserio.

Alcé mis cejas.

—¿De verdad? —pregunté emocionada.

Beth asintió y yo le agradecí.
Al menos había dejado de ser insistente.

Mientras cerraba el local, Beth me esperaba fuera mientras se fumaba su cigarrillo. En la mesa la cual Jason solía sentarse, de encontraba los treinta dólares de propina los cuales siempre dejaba y los guardé en mi cartera.

Desde luego, no sabría qué hacer sin aquella ayuda.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now