XXII

3.1K 360 158
                                        

Cuando Beth, su novio y yo llegamos a Berry Good, no hubo señal alguna de Jason. Ni siquiera había contestado a mi mensaje. Quería creer que no ocurría nada importante, pero algo me decía que esto no pintaba bien.

—Es extraño, Jason no está aquí —observó mi amiga.

—Tal vez esté dentro —respondí insegura.

Los tres caminamos hasta dentro del lugar y cruzamos el patio. El patio era lo mejor del bar-restaurante. Tenía unas vistas increíbles, sobretodo porque era algo así como un balcón gigante adornado por flores alrededor de las barras.
A lo lejos se pudo distinguir una mesa en la cual ya estaba ocupada por los que supuse que eran los amigos de Beth. Mi amiga les saludó con la mano y ellos le devolvieron el saludo de la misma forma.
Nos acercamos a ellos.

—Parece que os habéis adelantado —rió Beth.

—Sólo un poco —respondió la chica rubia.

Después de que Beth me presentara a sus dos amigos, tomamos asiento junto a ellos.
Parecían dos personas muy agradables... y muy enamoradas. Beth tenía razón con eso de la noche del amor. Me parecía ridículo escucharla decir aquello, pero era cierto, esta noche parecía como si un aura romántica les envolviese.
Aunque, en mi caso... Sigo sin dejar de ser la amiga sujetavelas.
Me preguntaba qué estaría haciendo Jason ahora mismo y por qué no atendía mis llamadas. Si él no hubiese podido o querido venir supongo que me lo hubiese hecho saber con antelación. Además, él también me propuso quedar esta noche. No sé qué ha podido pasar.

Mientras comíamos nuestra cena, Johansen, el novio de Beth, preguntó por Jason.

—No lo sé, pero llega muy tarde —dijo mi amiga—. Más le vale encontrar la excusa apropiada para justificar esto —comentó molesta.

—Tranquila, Beth. Seguro que habrá tenido alguna clase de problema que le habrá impedido venir esta noche —dije yo.

—¿Tan ocupado que ni siquiera te ha podido avisar desde el móvil? Ya, claro. Ni de darte una excusa se ha preocupado el muy...

—Bueno, ¿qué te ocurre, Beth? Al principio no parabas de elogiarle y ahora me vienes con esto. Se supone que la que debe estar molesta con él debería ser yo, ¿no?

—¡Es que a ti todo te da igual! Nunca te importa que te hagan daño, siempre huyes de los problemas. Por eso te toman por tonta, Lydia.

—Cariño, no digas algo de lo que luego te puedas arrepentir —le susurró Johansen a su novia.

—Bueno, creo que ya he escuchado suficiente —dije molesta, dejé el dinero de la cena en la mesa y me marché de allí cabreada.

Escuché a Johansen decirme que cómo iba a llegar a casa sin coche, pero me daba igual caminar hasta mi casa. De todas formas, la noche no podía ir peor que esto.
De repente, mi móvil empezó a sonar.
Sin mirar la pantalla, descolgué.

—Me da igual lo que tengas que decirme ahora, Beth, no quiero hablar conti...

¿Lydia? —habló Jason. Al percatarme de ello, cambié mi expresión por una más preocupada.

—¡Lo siento! Creí que eras Beth —me disculpé.

Siento no haber asistido esta noche a ese restaurante, es que he tenido cierto problema...

Su voz sonaba como si le resultase trabajoso pronunciar alguna palabra, y empecé a preocuparme.

—Jason, ¿te ocurre algo? —pregunté preocupada.

No, no, estoy bien; no te preocupes por favor.

Pero yo no le creía.

—Jason, dime qué te ocurre —pedí.

Buenas noches, Lydia.

—¡Iré a tu casa!

¡No! No vengas. No sería conveniente —respondió de repente.

—¿Cómo? ¿Por qué?

Adiós, Lydia.

Jason me colgó, y me quedé mirando como una tonta la pantalla del teléfono.
Está bien, si Jason lo había querido... tendré que ir sin su permiso.

...

Toqué dos veces a la puerta y parecía como si nadie quisiera abrirme. Volví a tocar pero fue en vano. Entonces, decidí gritar:

—¡Jason, abre la puerta!

Entonces, la puerta se abrió y dio paso a una Sophie con rostro de alivio.

—Buenas noches, Sophie. Por favor, lléveme donde Jason se encuentre —pedí preocupada.

—Señorita, no creo que sea muy buena idea que venga esta noche...

—¿Qué ocurre, Sophie? —pregunté suspicaz.

Todos se estaban comportando bastante extraños hoy, y no me hacía nada bien. Me sentía como si debiese estar a un margen.

—Por favor, vaya a su casa ahora mismo —insistió.

—Sophie, ¿ocurre algo? —escuché la voz de Jason.

Jason se acercó a la puerta y ambos mantuvimos contacto visual. Su rostro se descompuso.

—Mierda. Lydia, creo que ya te dije por teléfono que no te molestas es en venir aquí —recordó él.

—Estaba preocupada, Jason, yo sólo...

—¡Vete, vamos! —me interrumpió molesto.

—¡Pero Jason!

—¡Ahora!

Y entonces, cerro su puerta.

No sabía qué estaba ocurriendo, pero me sentía bastante mal. No sabía qué era lo que le había pasado o estaba pasando a Jason, y estaba actuando más rudo de lo usual. Me sentía algo asustada y molesta a la vez.
Me giré para marcharme pero el sonido de la puerta me hizo parar.

—¿Dónde está tu coche? —preguntó Jason, quien había salido ahora de su casa.

Me giré para encararlo.

—No lo tengo. Ha... explotado, o eso creo... —respondí nerviosa.

—¿Cómo que ha explotado? ¿Pero estás bien? —preguntó asustado.

—¡Sí, sí! Por suerte yo no estaba dentro cuando eso sucedió.

Jason parecía estar meditando algo. Entonces, mientras le observaba, me percaté de que tenía el brazo vendado.

—Jason, ¿que te ha ocurrido...? —pregunté, señalando su brazo izquierdo.

—No es nada. Escucha, debido a que no tienes coche y hay mucho loco suelto por la noche... me gustaría que hoy durmieses en mi casa —pidió.

Abrí mis ojos con sorpresa. ¿Yo en casa de Jason? No lo comprendía, al principio quería echarme y ahora quería que me quedase a dormir.

Ni siquiera sabía qué responder a esa pregunta. Por una parte me sentiría incómoda, pero por otra me gustaría dormir allí y ahorrarme el viaje... Al final, respondí afirmativa.

—Acompáñame, por favor.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now