Fix Me Up 『Jason The Toymaker』

XIII

Conseguí que Marie saliese con ese tal Steven y la mañana pasó volando.
Recogía el café y, como siempre, me quedé la última y sola, aunque eso no me molestaba, incluso lo prefería.
De nuevo, Jason me había dejado propina y sonreí al guardarla.

—Lydia —escuché que alguien me llamó y me asusté— ¡Tranquila, soy yo! —exclamó.

Al mirar aquellos ojos amarillos, empecé a sentirme nerviosa.

—¿Necesitas algo? —pregunté.

—Me gustaría proponerte algo —me dijo.

—¿A mí? —dudé.

—¿A quién sino? —preguntó, abriendo los brazos haciendo alusión a que no había nadie más alrededor.

Sí, había hecho una pregunta absurda.

—¿Qué te parece si quedamos hoy? —propuso.

¿Quedar? ¿Hoy? ¿Él y yo? ¿Solos? Aquellas preguntas me hacían sentir nerviosa.

—¿Por qué quieres quedar conmigo?

—Porque... me gustaría conocerte mejor. Es más, me gustaría también aclarar lo que te dije esta mañana.

Entonces, el flashback se reprodujo en mi mente:
«[...] ¿Quieres saber qué clase de chicas me gustan? —asentí con la cabeza avergonzada—. A mi me gustan las chicas... como tú —confesó mientras tomaba mi mano y la separé de la suya al instante mientras le miraba sorprendida.

¿Acaso me estaba gastando una broma?

—Jason... No... Dime la verdad... —pedí, sin creer en su palabra.

—Estoy siendo sincero, Lydia, me gustas —insistió Jason.»

Trague saliva con fuerza.
¿Sería eso lo que quería aclarar? ¡pues claro que era eso! ¿qué podría ser sino?

Me moví nerviosa.

—Aclarar... —tartamudeé— claro, podemos quedar.

Jason sonrió y yo hice lo propio.

—¿Te parecería quedar a las seis frente a este establecimiento? —propuso.

Asentí y caminamos hasta mi coche.
Más tarde, él caminó en dirección a su casa —o eso pensaba— y yo conduje hasta la mía.

...

Llamé por teléfono a Beth para hablar sobre lo ocurrido y noté que ella se sentía más nerviosa que yo.
Siempre que me ocurrían cosas de esta índole, lo consultaba con mi amiga pues me sentía tan nerviosa que necesitaba algunos consejos para no estropear el momento.
Gracias a ella, ahora sabía qué hacer en ciertos momentos, aunque no haría la mayoría de las proposiciones que ella me dijo.
«Saldrá bien» fue lo último que me dijo antes de despedirse. Bueno, no sabía qué creer. Además, su presencia me hacía sentir extraña, como si estuviese hablando con una persona que vive en la vida de otra. No podría explicarlo con mis palabras.

Aparqué mi coche en un lugar común cerca del local donde yo trabajaba y esperé unos tres minutos hasta que vi que Jason se acercaba hacia mí.
Mi corazón empezó a bombear más y más deprisa. No entendía estos nervios, aunque debía entenderlos pues yo siempre estoy nerviosa cuando alguien que casi desconozco o desconozco por completo empieza a hablarme, pero esta vez eran diferentes.

—Espero que no hayas esperado mucho tiempo —me dijo.

Negué con la cabeza.

—Tan sólo acabo de llegar.

Empezamos a caminar en dirección recta y él empezó a hablar.

—Quería ser original eligiendo algún lugar donde pudiésemos estar bien y tranquilos, pero esta ciudad no me dejaba mucha inspiración, por así decirlo. He pensado que tal vez podríamos ir a un parque no muy grande cerca de aquí. Este sitio sólo tiene parques —rió él.

Me reí también y ambos nos quedamos en silencio.
No era un silencio incómodo, ni siquiera podría decirse que era cómodo, simplemente era... silencio. Medité sobre varias cosas mientras me dejaba guiar por Jason. Meditaba sobre lo que quería decirme, sobretodo.
Llegamos hasta el parque y lo miré alegre. Nunca había estado aquí. Bueno, había varios lugares que desconocía de esta ciudad pues no solía salir y dar una vuelta. Apenas conozco la zona y con suerte sé llegar a mi casa.

Nos sentamos en el césped y Jason fue quien cortó el silencio.

—Bien, no voy a andarme con rodeos. Ya somos lo suficientemente maduros como para dejar las cosas claras, supongo. No quería proponerte juegos, ni miradas coquetas, ni quería hacerme el interesante para conquistarte, simplemente te diré esto y seré sincero con mis palabras —empezó a decir y yo comencé a sentirme más y más nerviosa. Carraspeó con la garganta y prosiguió—. Al principio, cuando te vi, tan sólo eras una joven camarera que me atendió para ofrecerme un café, pero con el paso del tiempo, empezaste a ser algo más que eso. Estabas ahí para ayudarme cada vez que lo necesitaba a pesar de que me negaba y tú seguías siendo testaruda y querías ayudarme a pesar de mis incesantes negativas. De acuerdo, tal vez te sorprendas y pienses «¿En tan corto periodo de tiempo has acabado enamorándote de mí?». Puedes ver que sí, que lo he hecho. Yo tampoco sé cuándo empecé a sentir todo esto, simplemente sé que cuando me percaté de ello, ya no sabía escapar de aquellos sentimientos. Y sí, el café que preparas es bastante bueno como para visitar el local donde trabajas día sí y día también, pero me gustaba más verte allí que probar el café. La única diferencia que hay entre tú y el café es única: conseguir el café es fácil, pero conseguir te a ti... soy consciente de que no serás tan fácil como ordenarte —confesó.

Tuve que girar mi rostro para que Jason no alcanzase a ver mi cara extremadamente colorada.
Aquellas palabras me llegaron al corazón haciendo tanto ruido que no había forma de hacerlas parar.
Me sentía eufórica, me sentía nerviosa, me sentía temerosa, me sentía de tantas formas posibles que tal vez ninguno de esos sentimientos eran los que yo sentía.

Me recompuse y fijé mis ojos en los suyos, haciéndome sentir en un confort absoluto.

—No entiendo por qué yo —fue lo único que pude decir después de aquellas hermosas palabras, aunque de cierta forma, quería saber la respuesta a esa pregunta.

—¿Por qué tú? ¿Cómo crees que pueda responder a esa pregunta si esa es la pregunta que me hago cada día y pensaba que podrías responderla tú? —dijo él y yo me quedé sin palabras.

Había sido todo tan precipitado que ahora no sabía qué decir o hacer.
Beth, no me habías dado ningún consejo acerca de confesiones directas y bonitas que te hacían dar un vuelco al corazón.