VI

4.5K 490 203
                                        

Cuando ví que Jason estaba marchándose, supe que pronto debíamos cerrar el café.
El sol se estaba poniendo y las sombras se agrandaban.

Antes de que Jason se fuera quise darle las gracias por sacar a esa gente del local. Aunque lo hizo de una forma poco usual, los echó. A saber qué hubiese pasado si él no hubiese estado aquí.

—Voy a salir un segundo —avisé a mis compañeros y caminé hasta la puerta.

Mientras buscaba a Jason con la mirada, escuché unas voces no muy lejanas. Éstas decían «¿Y este es el tío?», otra voz contestó «Tened cuidado, no es normal», la siguiente dijo «Calla y dame eso».
Al instante, no escuché ninguna otra voz más, tan sólo un ruido de alguien cayendo al suelo... ¿Y si era él?
Luego escuché unas risas, palabras necias, gritos, y gente corriendo.
Me acerqué para ver qué había ocurrido.
Era Jason. Él estaba sangrando.
No dudé en ir hacia él.

Me acerqué a él y me miró a los ojos.

—¿Qué te ocurrió? ¡estás ensangrentado! —exclamé asustada.

—Estoy de maravilla, no te preocupes —contestó tranquilo.

¿¡Cómo podía estar tan tranquilo mientras se desangraba!? Además, parecía no afectarle en lo absoluto.

—¡Debes ir al hospital! —dictaminé aún asustada.

Él sonreía tranquilo.

—No te preocupes, estoy realmente bien aunque no lo creas —insistió.

No soporto cuando insisten en estar bien y aguantar el dolor, ¡pero un dolor así no lo aguanta cualquiera!

—Al menos déjame desinfectar la herida. Acompáñame a mi casa de nuevo, por favor —pedí algo temblorosa.

La sangre me hacía sentir tan delicada... Incluso cuando no es la mía.

Tras miles de intentos, Jason consiguió entrar en mi coche.
Tenía que desinfectar su herida al menos, si no quería asistir al médico.

Una vez llegamos a mi casa, le invité a pasar y fuimos directamente a mi cuarto, donde guardaba la caja de primeros auxilios, aunque tenía lo básico y poco más.

Le pedí que se sentara en mi cama.

—Debes... quitarte la camiseta —ordené, pues estaba sangrando por la parte de la barriga.

Él hizo lo que le pedí y... no pude contenerme. Este chico se cuidaba bien.
jamás había tenido a un chico tan cerca sin camiseta... y mi padre no contaba.

Trague saliva y empecé a desinfectar la herida.
Me impacte bastante al ver que estaba cobrando un color negro. Parecía como si estuviese curándose por sí sola.
Aún así, decidí desinfectarse pues vinimos aquí para eso.
Una vez se la desinfecté, me percaté de otras dos heridas hechas cicatrices. Preferí no hablar sobre ellas y acabé mi trabajo.

—Está bien, ya puedes volver a... —no dije nada más y guardé el desinfectante.

Cuando me giré hacia Jason, ya tenía la camiseta puesta.
Gracias a Dios. No estaba acostumbrada a ver esas cosas normalmente.

—Te dije que no te preocupadas. De toda formas, gracias —dijo él, levantándose de la cama.

Tras aquellas palabras, recordé una cosa.

—Por cierto, Jason —dije, y me miró—. Gracias por sacar a aquellos chicos del local. La verdad es que ya hemos pasado por cosas así y son un gran bochorno.

Él sonrió.

—No tienes que agradecerme nada, era lo mínimo que podía hacer —dijo.

Negué con la cabeza.

—Ese no era tu trabajo, sino el mío —insistí.

—Me sentí con el deber de hacerlo —dijo él.

No dije nada más pues él era muy insistente con todo lo que decía.
Le acompañé hasta la puerta de mi casa y le pregunté si quería que le acercase al menos hasta la suya, pero el insistía en que no era necesario.

—Por favor, no quiero que camines por ahí a estas horas y tan oscuro. Además, sospecho de que no vives muy cerca de aquí —dije.

—¿Quieres dejar de hacerme favores? Enserio. No me importa caminar un poco. La noche es agradable y puedo dar un paseo hasta mi casa, no te preocupes. Buenas noches, Lydia —dijo, y de fue.

—Buenas noches —le deseé y cerré la puerta.

No podía ser posible. ¿Cómo podía llegar a ser tan cabezota? ¿Acaso no confiaba en mí? ¿O no quiere que yo sepa dónde vive?

De repente, mi teléfono sonó indicando que me estaban llamando.
Era mi madre. Descolgué al instante.

¿Mamá? —dije.

¡Hija! ¿qué tal estás? —preguntó desde la otra línea.

Bien... todo lo bien que se puede estar tan alejado de lo que conocía. ¿Y tú? ¿Cómo estás?

También bien. Ayer celebramos el cumpleaños de Austin —dijo mi madre.

Sonreí. Austin cumplió dos años ayer y olvidé felicitarle.

¡Austin! ¿puedo felicitarle? —pregunté.

Ahora mismo está con la tía. Tal vez si llamas más tarde puedas felicitarle —recomendó.

Asentí con la cabeza, aún sabiendo que no podía verme.

Por cierto —prosiguió—, ¿sabes cuánto dinero llevas ahorrado? —preguntó, algo preocupada. De repente, me entristecí.

Quinientos cincuenta y dos dólares —respondí. Lo contaba cada día.

Yo llevo trescientos. Espero que todo salga bien y tengamos los cinco mil en cuanto antes —rezó mi madre.

Yo también lo deseo —dije.

Mi madre y yo nos despedimos y miré el bote donde guardaba mis ahorros.

Aún faltaba para los cinco mil quinientos, pero la esperanza es lo único que se pierde... Dicen.

Cada vez que pienso en mi padre y lo mal que lo estará pasando en la cárcel, mis ojos se inundan en lágrimas que no deseo soltar, pero aún así lo hago.
Cinco mil dólares es la cantidad de capital que necesitamos para poder sacar a mi padre de la cárcel.

Tal vez él no era inocente, pero yo lo llamo héroe.
Robó bastante comida para que mi madre, yo y mi hermano pudiésemos comer. Últimamente no íbamos bien de dinero y aquel fatídico día mi padre fue obligado a robar algo antes de que muriésemos por desnutrición.

Que encierren a mi padre por intentar alimentar a una familia y no encierran a otros que realmente lo merecen me hace confiar menos y menos en la justicia de este mundo. Así que debía pagar el alquiler de este piso, comprar lo esencial para seguir viviendo y ahorrar para la futura salida de la cárcel de mi padre.

Es increíble cómo todo lo mueve el dinero.
Algunos lo necesitan y otros lo malgastan.
Eso me hizo pensar en algo, o más bien en alguien...
Jason parecía no ser un avaro con su dinero, y lo demostró.
¿Será que hay ángeles entre nosotros?

Cuando sus ojos cambiaron de color, cuando ví aquellas cicatrices... sentí temor; incluso llegué a pensar que era una especie de demonio.

Por lo visto, algunos humanos parecen demonios, y algunos demonios parecen ángeles.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now