XII

3.6K 436 131
                                        

Atendía las mesas al mismo tiempo que aconsejaba a Marie a ser «el prototipo de chica ideal para Jason» que yo había inventado.

En realidad no sabía por qué hacía esto pues Jason acababa de confesar que yo le gustaba, entonces, esto era una pérdida de tiempo; aunque yo prefería perder el tiempo a perder el trabajo, por eso hacía esto.

Vi cómo Marie lanzaba miradas seductoras hacia Jason y él las esquivaba tranquilo.
Cada vez que veía la cara de enfado de Marie cuando Jason actuaba desinteresado, sospechaba que finalmente yo iba a quedarme sin trabajo.

Marie pasó por mi lado echando humos.

Tragué saliva.
La rubia se acercó a mí.

—Esto no está funcionando, niña. ¿Estás segura de que a él le gustan las chicas así? —preguntó suspicaz.

Asentí fervientemente con la cabeza.

—Estoy segura —mentí—, tan sólo debes darle tiempo.

Me dedicó una última mirada de pocos amigos y deduje que se fue al baño.

En un intento desesperado, me acerqué hasta la mesa de Jason para suplicarle por esto.

—Jason, necesito que me hagas un favor —imploré.

Él me miró ceñudo.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

—¿Recuerdas a esa chica rubia camarera? La que te atendió —dije y él asintió—. Bien, pues ella es la sobrina de mi jefe —miré hacia la barra para corroborar que ella no estaba allí y proseguí—. Lo cierto es que le has gustado y es por eso que antes te hice tal pregunta. Si no consigo que salgas con ella o al menos le des tu número de teléfono, inventará alguna excusa para que me echen y yo no quiero que me echen... —expliqué, nerviosa.

—Primero, toma aire —me aconsejó, poniendo sus manos en mis hombros e intenté relajarme un poco—, y segundo, ¿te está haciendo chantaje? —preguntó.

Vi que Marie se acercaba a la barra y obligué a Jason a salir.

Una vez ambos estuvimos fuera, retomamos la conversación.

—Sí, es algo así como un chantaje —asentí—. Pero necesito que colabores en esto. No quiero quedarme sin trabajo por una tontería —supliqué de nuevo.

—Te comprendo, Lydia, pero no puedes dejarte chantajear por una niña. Lo que tenga que ser, será. Creo que tu jefe te comprenderá y te creerá. Supongo que niñas como esas no tendrán fundamento de base para crear una mentira que suene real, así que tranquilizante y verás cómo todo va a salir bien. Confía en mí —me dijo.

No sé, tal vez fueron sus palabras, o sus ojos, o el estrés acumulado, pero creí en sus palabras y decidí entrar al café, no sin antes dar las órdenes de que yo entraba primero y, más tarde, entraba él. Sólo para no levantar sospechas.

Una vez entré al café, atendí a algunos clientes y más tarde entró Jason.

Marie me citó para hablar a escondidas de nuevo. Auguraba un despido.

—Lydia, Lydia, Lydia, Lydia —me llamó nerviosa.

—¿Qué ocurre? —pregunté. Parecía nerviosa.

—Es un cliente. Es un cliente que hay en la mesa veinte. ¡Ay, qué cliente! Ya no quiero a Jason, parece que no le gusto. Ahora quiero al cliente de la mesa veinte —me dijo.

Había estado tan preocupada para esto...

—¿Y por qué me lo cuentas? —pregunté cansada.

—¡Por que quiero que me ayudes! —respondió como si fuera obvio.

Abrí mis ojos con perplejidad.

—¿Cómo? ¿Otra vez?

Marie asintió alegre.

—¿Y no puede hacerlo esta vez Beth? —me quejé. Yo no tenía por qué seguir órdenes de una niña caprichosa. Ese no era mi trabajo.

—¡No! Me cae mal; ¡Vamos! ¡mueve tu culo hasta la mesa veinte! —exclamó Marie mientras me daba empujones.

—¿Y qué se supone que debo hacer? —pregunté.

—¡Sácale información! —dijo y caminé hasta el chico de la mesa veinte.

Lo cierto era que me quedé deslumbrada al ver a ese chico.
Sus ojos eran color gris muy claro, su cabello era castaño y corto, lucía pectorales bien trabajados en una ceñida camiseta grisácea y sus pantalones eran unos simples pantalones de hacer deporte color negro.

Tenía los rasgos faciales parecidos a los de las esculturas griegas. Era... algo así como perfecto. Aunque sinceramente me gustaba más Jason.
¡Mierda! ¿por qué había pensado eso?

—Hola —saludé con una sonrisa ensayada.

—Hola —saludó él de vuelta, con una sonrisa deslumbrante.

Me puse más nerviosa aún.

—Me gustaría saber... Parece que vas al gimnasio, ¿no? —intenté iniciar un tema de conversación.

—Así es —asintió—. Estoy en el gimnasio de aquí al lado —contestó.

—Ponerse en forma está bien —fue lo único que pude decir. Había sonado como una tonta.

El chico empezó a reír.

—Mi nombre es Steven —se presentó.

Me sorprendí. No creía que fuese a presentarse tan pronto.

—Yo soy Lydia —tartamudeé—. Trabajo aquí.

—Lo supuse —dijo, mirando mi uniforme.

Repentinamente, me acordé de Marie.

—Por cierto, no sé si conocerás a una camarera aquí. Es rubia. Bueno, es la única rubia —empecé a decir.

—Oh, sí, esa chica coqueta que no paraba de decir tonterías. ¿Qué ocurre con ella?

Mal habíamos empezado. Debía hacer algo para que cambiase de opinión.

—Esa chica en realidad es culta y tiene modales. Es una chica... curiosa —mentí.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now