XXX

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—No sé de qué me hablas —respondí, insegura.

Moena dejo de caminar cuando ya estábamos lo suficientemente cerca, y me sonrió con cinismo.

—No voy a ser yo quien te lo diga, querida Lydia, sino más bien él mismo. Sólo te diré una cosa: mira en su habitación secreta —respondió, con sus manos metidas en los bolsillos de la chaqueta negra.

Fruncí el ceño. ¿De qué habitación secreta me estaba hablando?

—¿Su habitación secreta? —repetí confundida.

—Si entraste a su casa (sé que lo hiciste), te habrás fijado en la puerta del salón que está cerrada con candado, supongo —abrí mis ojos más de lo común pues recordé aquella puerta—. La llave la guarda en su mesita de noche, al lado de su cama, en el segundo cajón. No me preguntes cómo lo sé. Cógela cuando no te vea y sé discreta, abre la puerta y mira qué es lo que guarda ahí. Te sorprenderá saber qué clase de cosas esconde esa simple habitación, podría decirse incluso que una gran parte de su vida está ahí encerrada. ¿Crees saberlo todo sobre él? Sospecho que no, querida Lydia —explicó.

Me sentía más confusa aún que antes. No sabía si lo que acababa de decirse era una trampa o pura realidad.

—Moena, pierdes el tiempo conmigo. Si tu misión es separarnos, deja de intentarlo porque no lo vas a conseguir. No me importa lo que él esconda en esa habitación y mucho menos ésa parte de su vida. Me importa el Jason de ahora y nunca lo juzgaré por su pasado —comenté tajante.

—Eres tan modosita... —comentó con asco— Jason es un criminal, y los criminales nunca dejan de ser lo que son por mucho que intenten dejarlo. Conozco a Jason más de lo que tú lo haces, y no me extrañaría que algún día quisiera arreglarte. Recuerda esto, idiota: mueble al lado de su cama, segundo cajón, puerta cerrada. Te vendrá bien saberlo el día que empieces a sospechar. Adiós, chica —tras decir aquello, sacó unas llaves, abrió la puerta del aula y se marchó, dejándole totalmente confusa acerca de mis emociones ahora mismo.

¿Qué quería decir con que Jason quisiera «arreglarme»? ¿sería algo tan importante lo que escondía en aquél cuarto? ¡Imposible! Ella sólo quiere que dude de él, y no va a conseguirlo; definitivamente no.

—¿Lydia? —escuché una voz tras de mí. Me giré y vi a uno de mis compañeros de clase— ¿por qué no estás abajo con nosotros? El profesor de Educación Física te ha puesto falta.

Asentí con la cabeza y bajé con él.

...

Me sentía nerviosa.
Estaba en la cafetería, haciendo mis labores, pero podía notar un aura pesada alrededor de mí, incluso sentía una mirada siguiéndome donde quiera que fuese.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Beth, preocupada.

La miré.

—Sólo estoy un poco cansada, nada más —respondí con pesadumbre.
—Estás pálida. ¿Quieres descansar un poco o ir a casa? No creo que estés bien para seguir trabajando —insistió.

—Estoy bien, Beth, sólo es cansancio.

Ella se encogió de hombros en respuesta y siguió con su labor.
No quería volver a casa sólo porque me sentía de esta forma.

Las horas pasaban y mis hombros se sentían más y más pesados.
Miraba la mesa de Jason, quien aún no había llegado. Me alarme bastante pues él suele llamarme si falta alguna tarde. También cabía la posibilidad de que me estaba volviendo algo obsesiva, pero la descarto por completo.

Beth caminó hasta su coche, junto a Connie. Allí ambos me esperaría. Mientras, yo debía cerrar el local. El día de hoy estaba resultando ser bastante extraño. Me sentía aislada, estresada, vacía... a pesar de lo bien que me estaba sintiendo esta mañana. Tal vez fueron las palabras de Moena, que me estaban haciendo dudar sobre Jason, cuando en realidad no quería hacerlo.
¿Qué podría haber en aquella habitación?
Tenía que luchar en contra de mi curiosidad.

El teléfono empezó a sonar y me asusté. Me sentí idiota.
Descolgué tras ver que se trataba de Jason.

—¿Sí? —dije.

Lydia. Siento no haber llamado antes, pero es que estaba muy ocupado con algo. Te echo de menos.

Sonreí.

—Y yo a ti. Me extrañé al no verte hoy, incluso me asusté; pensé que te había ocurrido algo —confesé.

No, todo está bien —respondió, aunque no sonaba así del todo. De todas formas, no quise indagar sobre el asunto.

—Jason, debo cerrar el local, hablamos más tarde, ¿de acuerdo? —informé.

Está bien. Te quiero.

—Yo también te quiero, adiós.

Colgué la llamada y salí de allí para cerrar.
Afuera hacía frío, así que me abracé a mí misma mientras caminaba hasta el coche de Beth, quien me esperaba a poca distancia.

Hablamos sobre cosas sin sentido y sobre los ligues de Connie —que también eran un sin sentido—, hasta que llegué al bloque. Me despedí de mis amigos y entré al bloque. Una vez abrí mi puerta, coloqué el abrigo en el perchero y me dediqué a hacer la cena.

Después de hacer todo lo que tenía que hacer, me dediqué a estudiar mis apuntes de biología. Cansada, entré a mi habitación y tras mi cuerpo tocar el colchón, me quedé dormida.

Me desperté a las cuatro de la madrugada. Escuché cerrarse la ventana de mi cuarto y me alarmé. Salí de la cama y encendí la luz, mirando hacia la ventana. Tenían manchas de tierra. Me asusté demasiado. No sabía si alguien acababa de entrar o salir de mi cuarto.
Me acerqué a la ventana y la cerré con pestillo para asegurarme de que no volviera a pasar algo parecido, y cuando pensé que lo peor había pasado, miré hacia mi cama y abrí mis ojos con sorpresa, mientras tapaba mi boca con ambas manos. ¡No podía creer lo que estaba viendo! Esto era... de psicópatas.

Siento no haber actualizado antes. Odio los estudios y los trabajos y el poco tiempo libre que me dejan. Intentaré sacar tiempo y escribir más.
Un saludo y gracias por leer.

Fix Me Up 『Jason The Toymaker』Where stories live. Discover now