Jason insistió e insistió en que le dijera cuánto dinero necesitaba para poder sacar a mi padre de la cárcel. Parecía no querer irse hasta no saberlo. Entonces, sin más remedio, tuve que decírselo. Él me pidió quedar al día siguiente después de mi trabajo, así que accedí.
Me sorprendí al no haber visto a Jason durante todo el día, así que supuse que finalmente no quedaríamos a la hora de cerrar el café; pero cuando lo cerré, ahí estaba él, apoyado en su coche. Podía decir que era un Ford Mustang, pero no sabría decir qué modelo era.
Me acerqué a él y observé que tenía un rostro cansado.
—Vamos —me dijo.
Asentí con la cabeza y él abrió la puerta del copiloto para que yo entrase.
Mientras él conducía, empecé a hablar.
—Jason, aún no sé dónde vamos —dije.
—Vamos a mi casa, voy a darte el dinero que necesitas para poder sacar a tu padre de ese lugar —respondió tranquilo.
Abrí mis ojos con sorpresa. No esperaba que fuese a darme el dinero ahora, como si de veinte dólares se tratara.
—¿De qué hablas, Jason? ¿dices que ya puedes darme cuatro mil dólares? —pregunté aún sin creerlo.
—Efectivamente. Te dije que el dinero no era una preocupación para mí —asintió.
Me quedé con la boca abierta.
Tal vez no debería sorprenderme demasiado ya que él tiene una mansión y deja buenas propinas en el bar, pero siempre me sorprenderá el hecho que que, con sólo chasquear los dedos, pueda conseguir cuatro mil dólares. Otros se doblan la espina para conseguir al menos mil en un mes. No quiero decir con esto que Jason sea un despreocupado de la vida, porque él siempre ayuda con lo que sea a quien sea, y eso es algo que admiro de él.Giré mi vista hacia la ventana, y vi cómo el sol se iba poniendo, haciendo más sombra por todo el lugar.
—Llegamos —avisó, y ambos salimos del coche.
Hicimos su camino hasta la puerta de su mansión y la ama de llaves nos saludó con una cálida sonrisa. Le devolvimos el saludo y seguí a Jason hasta el salón. Me dijo que le esperara sentada en el sofá y eso hice. Entonces, la ama de llaves llegó a mi lado.
—¿Se encuentra a gusto, señorita Lydia? —me preguntó amablemente. Me sorprendí del hecho de que aún recordara mi nombre. Yo no solía recordarlos tan fácilmente.
—Estoy bien, gracias —respondí. De repente, recordé algo que quería preguntarle—. Por cierto ama, ¿usted conoce a Jason desde que era un niño, cierto? —pregunté.
—Así es, señorita —asintió.
—¿Sabe usted si Jason, en algún momento de su vida, actuó de alguna forma sospechosa? —pregunté, sintiéndome una cotilla y sintiéndome también mal por desconfiar de él.
Aquella mujer se movió algo nerviosa. No debí haber preguntado aquello.
—No, jamás. Jason siempre fue un chico excelente y nunca nos dio problemas, sino al contrario, nos falicitó muchas cosas. No entiendo por qué hace esa clase de pregunta, señorita —respondió algo ofendida.
Quise golpearme. Debía meditar mejor las cosas que hago y digo. Ahora seguramente luciré una persona diferente para Sophie.
—Siento haberle hecho esa clase de pregunta, Sophie, es que la gente habla demasiado y... —quise rectificarme.
—Que sepa usted que la gente sólo tiene envidia del señorito Jason porque no tienen lo que él tiene. Y no me refiero al dinero, sino a su gran corazón. Nada de lo que digan es cierto, que lo sepa señorita.
—De eso estoy totalmente segura. Jason es una gran persona —le dije, sonriendo.
La ama suavizó su expresión y sonrió también.
—Lydia —escuché la voz de Jason tras de mí, y me giré—, aquí tienes —me dijo.
Jason me dio un sobre. Al abrirlo, vi que contenía los cuatro mil dólares.
—¡Jason! No debiste darme todo el dinero, tengo parte de él en ma hucha...
—Guárdate el de tu hucha para alguna que otra urgencia. Lo primordial es sacar a tu padre de la cárcel —me dijo.
Miré a Jason con los ojos cristalizados. No quería llorar y ponerme melodramática, pero jamás pensé que alguien fuese a ayudarme con esto y se preocupase tanto como yo lo hacía.
Entonces, me acerqué a Jason y le abracé casi tan fuerte como lo haría con mi padre cuando le viese fuera de aquél asqueroso lugar.—Gracias, gracias —dije, en un hilo de voz.
...
Cuando Jason me dejó en mi casa, guardé el dinero en un lugar escondido y agarré mi pijama ya que iba a ducharme pero, entretanto, alguien llamó a mi puerta.
Ceñuda, caminé hasta la puerta y la abrí, sorprendiéndome con quien vi tras ella.
Una chica pelirroja y con sudadera negra se encontraba frente a mí, mirándome de forma hostil. Jamás en mi vida la había visto.—¿Quién eres? —pregunté casi automáticamente.
—No, quién eres tú y por qué pasas tanto tiempo con Jason —me dijo.
Me sorprendí de nuevo tras sus palabras. No entendía qué problema había si yo pasaba tiempo o no con Jason.
—Oye, eso no te incumbe. No entiendo por qué tienes que llamar a estas horas a mi casa para preguntarme esa tontería. Yo paso el tiempo con quien quiera pasarlo —me defendí.
Ella me sonrió cínicamente y la verdad es que sentí cierto temor ante aquél gesto. Parecía una loca sin internar.
—¿Así que me respondes de esa forma? Eso es porque no sabes quién soy, pero tranquila, si te vuelvo a ver cerca de él te acordarás de mi toda tu vida o... los minutos que te queden de ella —me dijo, manteniendo esa sonrisa, amenazándome con un cuchillo.
Miré asustada el gran filo de esa arma blanca y reaccioné nerviosa.
—¡Sal de aquí antes de que llame a la policía, loca! —le advertí.
Ella seguía manteniendo esa sonrisa mientras caminaba en otra dirección.
Cerré la puerta de mi casa mientras sentía las pulsaciones de mi corazón latir con fuerza.
Ya eran dos las personas que me advertían de no acercarme a Jason. ¿Qué le ocurría a la gente?

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Fix Me Up 『Jason The Toymaker』
Random«Algunos humanos parecen demonios; algunos demonios parecen ángeles». Desde el día en el que Jason entró en la cafetería, la vida de Lydia empieza a tener otro sentido. Éste siempre le está ayudando, aunque ella a veces tan sólo le de problemas; pro...