🌹🌹🌹 YOKO - REEDICIÓN 🌹🌹🌹

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❤️🌹🌹❤️ YOKO ❤️🌹🌹❤️

Era una triste tarde de otoño. Las primeras hojas caen tristemente de los arboles, como las lágrimas de un inocente niño que llora por su día terminado.

El anuncio del fin del verano, nos trae la tristeza de esta pequeña historia, cargada de amor, incomprensión y drama.

Un suave llanto se oye tras la puerta del orfanato, confundido entre el silbido del viento otoñal del atardecer. Sor ines abre la puerta, y sorprendida, ve un pequeño canastillo.

En el, se puede observar una pequeña mantita de colores y dibujos de ositos, de la mantita sobresalen unos pequeños y diminutos piececitos de una linda y asustada criatura, una niña preciosa, de profundos ojos negros, y un largo y plateado cabello.

Sor ines, rauda, recoge el canastillo, y en su interior una carta ve, y se dispone a leer...

"Querida amiga, ruego a dios me perdone por abandonar a mi hija. Estoy gravemente enferma, y familia a quien acudir no tengo.

Su padre nos abandonó a las dos, nada mas nacer ella. Estoy desesperada, y ustedes son la ultima oportunidad de salvar a mi hija, y pueda así conocer la felicidad, que a mi siempre me faltó.

Solo le pido un favor....

Ella nació radiante como el sol, quisiera que su nombre fuera Yoko, pues significa sol, y estoy segura que cuando sea mayor, su joven corazón sera cálido como el sol, y alumbrará un nuevo amor, que le traerá la felicidad que a mi me faltó. Atentamente, Magia, madre de yoko."

Sor Inés entró en el orfanato, y después de leer la carta, sacó a la niña de la canastilla, y esta, agradecida, comenzó a sonreír.

Era una sonrisa dulce, de agradecimiento, como si supiera que acababa de ser salvada de una muerte segura. Sor Inés, complaciente y algo sentimental, acogió entre sus brazos a la pequeña, y sollozando dulcemente, una linda nana de bienvenida le canto.

La niña, con los ojos aun vidriosos por el llanto, miraba complaciente a sor Inés, y extendiendo sus pequeños bracitos, alcanzó la cara de su protectora, y suavemente le acarició, mientras unas dulces risas le dedicó.

Poco a poco, con la dulce nana, el sueño le llegó, y lentamente sus pequeños ojos cerró, suspirando suavemente, y durmiendo complacida en los brazos de su nueva progenitora.

Sor Inés, llorosa, unas palabras dulces le dedicó, mientras nuestra pequeña Yoko se durmió...

"Duerme mi pequeño ángel, duerme mi pequeño amor. Juro ante dios que nada te faltará, y esta servidora del señor, siempre te protegerá."

Pasaron algunos años, y nuestra pequeña Yoko, en una niña fuerte y saludable se convirtió. Era buena, amable y servicial. Ayudaba en todas las tareas del hogar, y se convirtió en una especie de líder del orfanato, donde todos los niños la querían como si fuera una mamá.

Yoko, nuestra querida niña, era toda una mujercita, y sor Inés la quería con locura.

Un día, un niño se fijó en Yoko, y la comenzó a cortejar. Era un niño mas bien travieso, y algo poco de fiar, pero el joven corazón de Yoko se enamoró de ese niño, y comenzó a encontrarse en secreto con el.

Sor Inés sospechaba algo, ya que Yoko empezó a descuidar un poco la responsabilidad de cuidar del hogar.

Cuando consiguió estar un momento a solas con yoko, le preguntó que le pasaba, por que últimamente descuidaba las tareas del hogar, y por qué no cuidaba a los niños, ya que ellos la echaban de menos.

HISTORIAS CORTAS.. HISTORIAS COTIDIANASWhere stories live. Discover now