57. Humo negro

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La oscuridad era cada vez más densa a su alrededor. Apenas podía distinguir los árboles que iba dejando atrás en su carrera desesperada, llegando a tropezar con una nudosa raíz que se metía en el camino. El silencio más absoluto reinaba en aquella noche especialmente fría del 14 de febrero de 1977, tal era así que sus respiraciones eran lo único que Lily era capaz de oír, agitadas y teñidas de ansiedad.

James tiró de su mano, guiándola por la oscura senda. Le dolían las piernas, las costillas y el pecho, pero tenía que seguir corriendo. El aire helado empezaba a hacerle daño en la garganta y le hacía entornar los ojos. Sirius corría delante de ellos, aunque apenas era una sombra que se movía vertiginosamente, haciendo crujir un sinfín de hojas y ramas bajo sus pies.

Lily tenía miedo. Estaba asustada y quería llorar, tal vez así conseguiría deshacer el nudo que tenía en el estómago.

La negrura comenzó a ser menor conforme la distancia entre los árboles crecía, permitiendo que la luz de la luna penetrara entre la vegetación y Lily consiguiese ver algo más que sus propias manos. James aminoró la marcha poco a poco, igual que había hecho Sirius. La chica alzó la vista, intentando averiguar por qué dejaban de correr. Una imagen espeluznante consiguió resolver su duda. Habían llegado a un claro amplio y bien iluminado por la luz blanquecina de la noche. Cinco figuras encapuchadas y con la cara cubierta – Lily juraría que por máscaras plateadas exactamente idénticas a las de los mortífagos – los observaban desde el borde contrario del claro.

Sirius alzó su varita, apuntándolos, igual que hicieron James y ella misma, aunque lo hizo más bien por inercia. Los enmascarados se miraron entre sí y, a continuación, gran parte de su cuerpo se convirtió en una columna de lo que parecía humo negro. Cuatro de ellos salieron disparados en diferentes direcciones, como si una fuerza maligna los hubiese poseído, porque Lily estaba segura de que aquello era magia oscura. El quinto, sin embargo, se aproximó a ellos, impulsado por el humo en el que se había convertido su cuerpo a una velocidad pasmosa, hasta quedar a unos centímetros de la cara de Sirius.

**

- ¿Creéis que...? – Peter Pettigrew se miró sus manos regordetas mientras sus tres amigos desayunaban sin prestarle mucha atención - ¿Creéis que... debería pedirle a Annie una cita para San Valentín?

Sirius Black levantó la vista desde su taza de café para observarlo con gesto incrédulo. ¿En serio les estaba preguntando aquello? Remus incluso abandonó la lectura de su periódico, pero en lugar de mirar a Peter, sus ojos se dirigieron primero a él, y luego a James. Este último, sin embargo, continuó fijo en las páginas de la revista Quidditch en Gran Bretaña.

- A mí me parece bien, Colagusano. – Dijo James distraídamente.

Sirius observó a su amigo de reojo, terminando por cruzar de nuevo una mirada ceñuda con Remus. Seguramente James estaba tan concentrado en la revista que no había escuchado lo que Peter acababa de preguntarle. De lo contrario no se entendía su respuesta.

- ¿Crees que me dirá que sí, Cornamenta? – Preguntó Peter tímidamente.

James levantó entonces la vista de su lectura y tomó aire con gesto animado.

- El no ya lo tienes. – Dijo James con una sonrisa amistosa.

- Sí, pero si Annie le dice que no, tendrá dos "noes". – Apuntó Sirius, alzando las cejas.

- ¿Y? – Preguntó James, dando un sorbo a su zumo de calabaza.

- Pues que tal vez Peter no esté preparado para recibir un "no". – Dijo Remus, lanzándole una significativa mirada.

Memorias de HogwartsWhere stories live. Discover now