Las estrellas de a poco comenzaban a mostrarse en el cielo, había algunas nubes todavía, se veían casi de un color naranja en otras partes parecía rosado, la luna llena estaba frente a nosotras y pensé en que no podía haber un atardecer más hermoso que aquel. Lo admirábamos desde el lago donde alguna vez traje a Camila.
Ella estaba a mi lado, sentada observando lo mismo que yo en silencio. Me gustaría saber qué pasaba por su mente ahora mismo luego de todo lo que habíamos hablado en esos últimos días. Parecía concentrada en el cielo hermoso.
La verdad es que, principalmente, me sentía bien conmigo. Me sentía en paz, relajada, tranquila de una manera inexplicable, es como si esas semanas en la clínica hubiesen sacado esa persona en paz de mi interior. No podría explicarlo, simplemente me sentía en paz. Sabía que una de las razones era la mujer a mi lado, el saber que otra vez me había perdonado y había regresado a mi.
Podía sentir cada vez más que el amor que me tenía Camila era realmente serio, era sincero y era incondicional. Se que decir que me ama incondicionalmente es algo importante, que es fuerte, que son palabras grandes, pero pues yo lo sentía y podía justificarlo con todas las veces que Camila me perdonó, todas las veces que soportó toda mi mierda, todas las veces que estuvo conmigo, me ayudó, me escuchó, soportó todo de mi sin esperar nada a cambio, quizás si esperaba algo y era que yo cambiara, pero si así era lo deseaba y esperaba por mi también. Comenzaba a pensar que si realmente la amo como digo debía, debí, hacer mejor las cosas. Por Dios. Estaba haciéndole daño, demasiado daño, a la persona que amo.
Recordé cuando la vi fuera de la clínica, sus palabras, ese “Yo también te amo” tan sincero y perfecto, la forma en la que me besó después y me juró haberme extrañado. Ella no quería irse a su casa, entonces fue conmigo a mi departamento, estuvimos demasiado tiempo en silencio, pero no hacía falta decir nada. Nos acostamos en mi cama, la abracé, me abrazó y nos pasamos el resto del día de esa forma. Yo me sentía realmente plena con ella allí. Parecía irreal, siempre volvía a mil nunca me dejaba sola, siempre estaba para mi. Por eso cada segundo desde que volví a tenerla intentaba demostrarle que todo estaba bien, que iba a cuidarla, que la quería y me encargaba de hacerla sentir bien cada segundo.
—Deberíamos irnos, está oscureciendo.—Giró su rostro a mi y negó.
—No, vamos a quedarnos un ratito más. Por fa.—Asentí.
—Está bien.—Ella me mostró una sonrisa adorable y bajó su mirada a mi regazo, una sonrisa amplia crecía en su rostro ahora.—Oh. No. Ni se te ocurra…
—Pero Lauren.—Hizo puchero estirando su mano hacia mi cámara.—La voy a cuidar.
—No. No. Ni siquiera sabes usarla, se te puede caer o le puedes mover el…
—Enséñame. Quiero hacerle una foto a la luna.—Me sonrió de la manera más adorable y por supuesto yo ya había cedido.
La ayudé a que se sentara entre mis piernas dejando su espalda pegada a mi pecho ya vi llevar el lente de la cámara a su ojo.
—Bien. ¿Ya lo tienes?—Asintió. Moví mi mano sobre la suya.—Aprieta aquí para hacer la fotografía y deja quieta la cámara un momento… ¿Listo?
—Sí.—Se giró un poco dejándome ver como sonreía mordiéndose el labio. Era realmente preciosa y adorable haciendo eso.—Fue fácil.
—Claro.—Mentí. Esa cámara era profesional y no era fácil usarla, al menos que supieras cómo, pero yo había hecho todo por Camila, ella solamente había capturado la imagen. Pero me encantaba hacerla sentir bien, era adorable cuando sonreía de esa manera preciosa.—¿Te gusta la luna? Mira, has hecho una buena fotografía.—Puse la cámara delante de ella.
—Me encanta, más cuando está como ahora, la luna llena siempre es preciosa.—Tiró su cabeza hacia atrás sonriendo.—¿Puedo tener esa foto?
—Por supuesto, luego la paso a mi computadora y te la envío.—Dejé un beso en su mejilla.—Te estás poniendo fría será mejor que vayas a casa y…
—¿No puedo ir contigo?—Murmuró. No habíamos vuelto a dormir juntas alguna noche, yo siempre la llevaba a su casa y aunque lo único que quisiera era pasarme la noche abrazada a ella no lo hacía porque quería comenzar desde creo, hacer las cosas bien.—Te dije que mis padres tienen una cena hoy y no quiero estar sola.
—Bueno, está bien, pero nos vamos ahora porque está anocheciendo y no tenemos más abrigo.—Asintió y se puso de pie rápidamente, la vi sonreír mientras mordía su labio y no pude evitar abrazarme a ella.
Suspiré escondiendo mi rostro en su cuello y disfruté de tenerla de esa manera. Últimamente necesitaba abrazarla todo el tiempo, besarla y decirle cuánto la quería.
**
Salí de bañarme más tarde y me detuve en seco al ver a Camila dormida, hecha una bolita, bajo las mantas y el acolchado. Estaba cubierta hasta su barbilla y dejaba ver su rostro apenas.
Me sequé el cabello y cuando estuve lista para dormir me metí en la cama. Camila se quejó un poco cuando la atraje hacia mi, pero al final terminó por dejarme abrazarla y besarla dulcemente hasta que cayó dormida otra vez. Era la persona más linda que podía existir. Todo el tiempo pensaba en el daño que alguna vez le hice, en como era nuestra relación antes a diferencia de ahora que todo era mejor, todo se trataba sobre las dos, lo hablábamos todo. En esas semanas en la clínica aprendí a no guardar lo que siento y me permitía hablar todo con Camila, y ella siempre estaba para mi.
Ella me hacía bien. Era todo lo que necesitaba.
**
Estaba yendo por Camila a la casa de Normani, había pasado el día con sus amigas y en la noche iríamos a cenar con sus padres.
Debo aceptar que estaba nerviosa, Camila me dijo que no debía, que todo estaba bien. Continuaba dándome cuenta de que era demasiado buena, pues nunca había dicho nada malo de mi a sus padres, aún así cuando estaba lastimada, por mi culpa, seguramente habría llorado y la habría pasado mal en silencio, porque nadie de nuestro alrededor parecía molesto conmigo por todo lo que hice.
Me sentía una mierda.
Al llegar estaban Normani, Ally y Camila sentadas en el borde de la acera riéndose de lo que hacía un pequeño cachorrito, si bien había visto y Camila me había mostrado era el perro de Normani, lo había adoptado hace algunas semanas.
Camila sonrió cuando bajé la ventanilla dejándome ver y se despidió de sus amigas para luego cruzar la calle y subirse a mi camioneta. Saludé con mi mano a las chicas que me devolvieron el gesto con una sonrisa.
—Hola, Lo.—Se inclinó un poco para dejar un beso en mis labios y sonreí cuando se alejó algo tímida.
—Hey. ¿Todo bien?—Pregunté mientras ponía en marcha mi camioneta. La vi asentir y subir sus pies sobre el asiento, como de costumbre. Ya no me molestaba en decirle que los bajara porque nunca me hacía caso.
—Sí. ¿Te vas a quedar esta noche?
—A cenar.—Asentí.
—No, hablo de dormir.—Me miró y fruncí el ceño.—Por fa.
—¿Y por qué no vamos a mi departamento?
—Es lo mismo, mamá y papá se van.—Rodó los ojos.—Tienen otro viaje de negocios. Me tiene harta. Ya ni están en casa.—Parecía molesta y entonces asentí.
—Está bien.—Puse una mano en su pierna y le di suaves caricias.—¿Quieres que hagamos una noche de películas?—Asintió mostrando una sonrisa.—Perfecto.
En el camino pasamos por la tienda de películas, donde alquilamos unas siete. la mayoría fueron elegidas por mi, pues yo sería quien terminará viéndolas todas, porque Camila se duerme apenas termina una, incluso antes de que termine es probable que esté dormida.
**
—Esto está muy bueno, Sinu.—Halagué su carne al horno. En serio estaba muy bueno.
—Gracias, Lauren.—Sonrió de lado.
Nuestra “relación” era cada vez mejor, ya no había miradas serias, ni reproches, ya no me sentía tan intimidada, no se que pasaba o había pasado, si Camila le habría dicho algo, pero de repente todo estaba bien, no dije nada por supuesto me sentía contenta con esto.
—¿Por qué no comes, hija?—Le preguntó Alejandro y Camila levantó la mirada de su plato, donde llevaba un rato jugando con las verduras.
—No tengo hambre.—Dijo y nos dio una mirada a todos antes de beber un poco de agua.
—¿Te sientes bien?—Volvió a preguntar Alejandro y Camila asintió dos veces. Luego el hombre miró a Sinu quien suspiró.
—Camila, sabes que son cosas del trabajo, no podemos hacerlas a un lado. Aceptamos que dejes los estudios, ahora te pedimos que ya dejes de reclamarnos al hacer nuestro trabajo.—Dijo Sinu e hizo su plato a un lado.
Camila se mordió el labio y sabía que estaba intentando no decir nada. La conocía.
—Te permitimos todo, te damos lo que pides, no tienes nada que hacer aquí nunca porque siempre tienes todo como quieres, solamente debes, por una vez, dejarnos hacer nuestro trabajo sin sentirnos culpables por dejarte enojada.—Alejandro suspiró.
Comenzaba a sentirme incómoda de repente y miré a Camila cuando dejó el tenedor en la mesa y se levantó de la silla.
—Que me den todo no quiere decir que no necesite que estén aquí, que actuemos como una familia. La empresa, los negocios siempre están antes que yo.—Y sin más salió de la cocina. Dejando un silencio en donde se escuchaban sus pasos firmes en las escaleras al irse.
—Lo siento, Lauren.—Murmuró Alejandro y suspiró.—Camila es demasiado malcriada. Ella lo quiere todo, pero no sabe que las cosas no caen de arriba. Quizás si estamos demasiado tiempo fuera, pero… sin el negocio la familia no se mantiene.
—No tienes que darme explicaciones.—Hablé en voz baja.—Yo… voy a ver si está bien.
—Voy a llevarte más de la cena a la habitación.—Dijo Sinu.
—No, gracias. Estoy a punto e explotar.—Sonreí.—Gracias por la cena, estuvo delicioso. Oh y… yo me quedo con ella hoy, si está bien, por supuesto.—Alejandro soltó una risa y negó.
—Confío en ti.—Entrecerró los ojos y tragué saliva asintiendo.
—Gracias.—Dije antes de casi salir corriendo de allí.
Entré a la habitación de Camila y estaba sentada sobre el borde de su ventana con su celular viendo a la calle. Sabía que estaba allí, se quitó uno de sus auriculares rosados y suspiró.
—Perdón por arruinar la cena.—Murmuró. Pasé mis brazos por su cintura y sosteniéndose de mis brazos se puso de modo que su espalda estaba contra un borde de la ventana y sus pies contra el otro. Seguí sujetándola en un abrazo y le di un beso en la mejilla.
—Está bien. Los hiciste sentir mal, ¿sabes?—Rodó los ojos.—Camz, está bien que les reclames, pero es su trabajo. Si ellos no hacen eso, ¿Cómo van a complacer los caprichos y las mañas de la princesa Camila?—Me miró seria y luego soltó una risa.
—Eres idiota.—Pegó su mejilla con mi cabeza.—No quiero hablar de esto. No voy a cambiar mi opinión.
—Claro. Olvido que tengo la novia más terca y cabeza dura del mundo.—Se encogió de hombros.
—Nadie te está atando a mi si te molesta.
Me alejé para mirarla a los ojos y bajó la mirada evitando la mía, pero rápidamente habló.
—Era broma.—Murmuró.—Lau, era broma.—Repitió y asentí.—Llévame a la cama.—Dijo sentándose de modo que ahora yo estaba entre sus piernas. Pasó sus brazos por mis hombros y dejó sus piernas en mi cintura.
—No terminaste tu cena.—Hablé mientras la abrazaba por la cintura.
—No tengo hambre. Vamos. Llévame.—Asentí y caminé con ella hasta la cama donde la dejé sobre el colchón y tiró de mi sobre ella.
—No. No. Tus padres están ahí y no quie…
—Sé que quieres. Qué te haces cuando me conociste me acosabas, me robabas de mi casa, te metías por mi ventana y… ¡No! ¡No, Lauren! ¡Para!—La escuché soltar carcajadas cuando comencé a hacerle cosquillas para que se callara. Amaba ese sonido.—¡Por favor! ¡Mi amor, para!—Me dejé caer a su lado una vez que me detuve y siguió riéndose por algunos segundos.
—Eres una loca. ¿De qué te ríes ahora?—Me miró sonriendo y sonreí también.—Yo no te robaba.—Le piqué las costillas.
—Me acosabas.—Rodé los ojos.—Te odiaba.
—Mira que bien me salió.—Le saqué la lengua.—Ahora no puedes vivir sin mi.—Dije riéndome y abrazándome a ella.
—¿Quién te dijo eso?—Bromeó y se abrazó a mi cuello.
—Lo sé.—Fruncí los labios y sonrió.—Te amo, caprichosa.
—También te amo, idiota.—Sonreí contra sus labios antes de besarla, pero al alejarme comencé va hacerle cosquillas una vez más.—¿Con que idiota?—Me reí con ella mientras se revolvía debajo de mi entre carcajadas.
La puerta de su habitación fue golpeada y dejé un beso en sus labios antes de ver una sonrisa demasiado adorable, como siempre en ella.
Camila dijo que pasara quien quiera que sea de sus padres. Sinu entró a la habitación.
—Cuanta risa por aquí.—Bromeó y sonreí sentándome en la cama. Camila se quedó acostada, ahora boca abajo para ver a su madre.
—Es culpa de Lauren.—Le di una vez más con el dedo en las costillas.
—Bueno. Ya tenemos que irnos, Camila.
—Bien.—Murmuró antes de ir por las películas que estaban al lado de la televisión.
—Veremos si podemos volver lo antes posible.—Camila simplemente asintió mirando qué películas había.—Cuídate y… tu Lauren. Gracias por quedarte con ella.—Asentí sonriendo mientras que Camila encendía la televisión seria y dándole la espalda a su madre.
Sinu salió de la habitación y Camila se giró con las películas en mano, al encontrarse con mis ojos se detuvo.
—Ve a pedirles disculpa por lo de la cena y despídete como debes.—Frunció el ceño y entreabrió sus labios para protestar, pero mi rostro serio hizo que saliera indignada de la habitación.
Bajé también para cuando los padres de mi novia se fueron, ella se había despedido de ellos como debía y sonreí cuando escuché que les dijo que sentía lo de la cena. Me despedí de ellos también y cuando Camila cerró la puerta detrás de nosotros le sonreí y me empujó antes de correr escaleras arriba.
—¡Duermes en el sillón, Jauregui!—Gritó.
—¡Olvídalo, tengo una enorme cama en mi departamento! ¡Nos vemos, bebé!—Lily salía de la cocina riéndose y levantó las copas de vino que habían dejado en la sala Sinu y Alejandro antes.
Dos segundos después Camila bajó las escaleras corriendo.
—No. No. No te vayas.—Dijo mientras se abrazaba a mi y veía a Lily irse aún con esa sonrisa divertida en su rostro. Ella era testigo de cuantas veces Camila hacía estas cosas.—¿Me llevas a mi habitación? Me hice mal el pie cuando bajé.—hizo una mueca y rodé los ojos.
—Bueno, pero si nos caemos es tu culpa.—Me agaché y puse un brazo por debajo de sus piernas y con el otro sujeté su espalda, mientras me rodeaba el cuello con sus manos y dejaba besos en mi mejilla, mi barbilla y la línea de mi mandíbula.—Pesas medio gramo.—Me gané un golpe en la mejilla y luego un beso. Bueno, al menos un beso.
Casi nos caímos tres veces, pero logré llegar a su habitación y una hora después, cuando se cansó de molestarme, besarme e interrumpirme la película se quedó dormida contra mi pecho.
Pensé en que quería esto toda mi vida, en especial a ella, quería a Camila conmigo toda mi vida.

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I like what is wrong {Camren}
FanfictionTítulo en español: Me gusta lo que está mal. Yo era un desastre. Ella era perfecta en todo sentido. Éramos totalmente diferentes, pero a ninguna nos importaba. Me estaba enamorando. Ella también. Portada hecha por el user "5H-1D-JB-DL-1997".