Capítulo 10

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Camila estaba a mi lado con su tazón de cereales, quería reírme al verla separar los anillos por colores para luego llevárselos a la boca, era tan linda, ella no se daba cuenta que me causaba tantas ganas de abrazarla y besarla. Pero dos pares se ojos serios estaban mirándome y me golpeé mentalmente al olvidar los padres de Camila frente a mi.

Yo no había querido beber nada, mi estómago estaba cerrado, estaba segura que era por los nervios.

—¿A que te dedicas, querida?—Sinu era realmente seria. Cada vez que me miraba a los ojos sentía que me iba a desmayar.

—Soy artista, es decir… la gente me paga por mis pinturas. Y hace algunas semanas comencé a trabajar en una empresa de publicidad, a ellos les gustan mis diseños y… bueno me propusieron que trabajara allí.—La mujer asintió viéndome.

—¿Y tus padres? ¿Están de acuerdo contigo? En lo que eres, a lo que te dedicas.—Preguntó antes se beber de su taza de té.

Yo no me esperaba aquella pregunta, no entendía que tenían que ver mis padres con lo que yo tenía con Camila, ésta charla se trataba de nosotras, pensé.

—Yo… Eh. No… No los veo hace un tiempo.—Ella levantó una ceja asintiendo y lo tomé como que quería saber más, así que continué.—Ellos no me apoyaron nunca, en nada. Todo lo que tengo, lo tengo por mi propio esfuerzo y… luego de tantos años de estar sola yo realmente no pienso en ello. Quiero decir… que ya lo acepté, no soy lo que ellos querían, nunca me apoyaron, siempre me demostraron que no les importé y está bien. Los entiendo. Y yo hoy… lo siento si me comporto como una entrometida o una irrespetuosa, pero hoy me puse contenta cuando Camila me dijo que ustedes… estaban de acuerdo con ella. Sé que es difícil para ustedes, quizás, pero más difícil es para un hijo cuando sus padres no lo apoyan, es… más que difícil, es horrible. Yo lo viví en carne propia y no me gustaría que Camila sufra lo mismo que yo. Lo siento, sólo pienso que estaría bien decirlo.—Hablé mirando hacia abajo.

No podía sostener la mirada de ellos ni por un segundo. Me temblaban las manos y mi corazón latía rápidamente. Tenía miedo de su reacción y al instante me arrepentí de haber dicho aquello. Una pequeña mano tomó las mías bajo la mesa y le di una mirada rápida a Camila que sonrió en forma de aliento. Ella se acercó más a mi y se abrazó a mi brazo bajo la mirada de sus padres. Ahora estaba más nerviosa que antes, pero Camila me daba cierta tranquilidad.

—Realmente, creo que no tienes idea de lo difícil que es esto. Tu no eres madre, tu no sabes lo que es que tu hija venga a decirte que…

—Tienes razón, Lauren.—Alejandro interrumpió a su esposa, que en estos momentos estaba asesinándolo con la mirada.—Eres bienvenida a ésta casa cuando quieras. Confío en ti siempre y cuando respetes, cuides y trates como debes a Camila. Si es difícil, aún no lo creo, pero las apoyo. Sólo espero que hagan las cosas como deben.

—Alejandro.—Intentó detenerlo su esposa, sin resultado.

—Y muchas gracias por encargarte de ese tipo. Lo aprecio mucho y gracias también por cuidar de Camila estos días. No tengo nada que decir, fue un placer conocerte.

Sorprendida, le tomé la mano. Su esposa parecía tan sorprendida como yo, menos Camila, ella se alejó de mi y le dio un abrazo a  su padre bajo la mirada seria de su madre. La mujer estaba furiosa, podía notarlo en su mirada, sabía que no sería fácil con ella, pero lo iba a intentar de a poco.

Luego de despedirse de su hija diciéndole que saldrían por algunas horas, Alejandro se fue seguido de su esposa que ni siquiera se había despedido.

Me quedé en mi lugar sentada hasta que escuché la puerta cerrarse, Camila estaba sentada a mi lado viéndome.

—¿Estas bien?—Susurró, lo que me hizo reír y asentí.—Lo siento, mi madre es… te dije que sería intensa.

—No importa, supongo que intentaré caerle bien. Me odia.—Ella hizo una mueca y luego se levantó de la silla tendiendo su mano hacia mi.—¿Qué harás?—Pregunté mientras era casi arrastrada por ella.

En silencio me llevó hasta el jardín trasero y me hizo sentar sobre un sillón de cuero que había allí. Su casa era un lujo, incluso más que la de mis padres. Camila se sentó sobre mi regazo abrazándose a mi cuello sin decir nada. No necesitaba decirme nada porque yo sabía qué quería. Así que la rodeé con mis brazos y cuando tuvo su cabeza contra mi hombro le besé ésta con cariño tres veces.

Ella se quedó abrazada a mi en silencio por un rato. Sabía que en el fondo ella estaba triste todavía. No era fácil de olvidar su mal rato, pero yo estaba allí para ella y lo sabía.

Puse mi mano en su rodilla y ella llevó una de la suyas para ponerla sobre la palma de mi mano, el tamaño era realmente notable, lo que la hizo sonreír levantando su mirada hacia mi. Era demasiado tierno que yo sea más grande que ella en todo sentido.

Camila enlazó nuestros dedos sobre su pierna y llevé su mano con la mía hasta mis labios. Dejé un beso en la parte superior de su mano y ella sonrió viéndome. Mis ojos de clavaron en sus labios y dejé un beso sobre ellos. Había querido besarla desde que llegué. Camila juntó nuestras frentes y cerró los ojos.

Ésta vez le besé la nariz lo que la hizo suspirar.—¿Estás bien?—Le pregunté. Me sorprendió cuando negó con su cabeza. Estaba intentando no llorar, lo sabía por la forma en la que sus labios parecían mandarse solos hacia abajo mientras su labio inferior temblaba levemente. Mi corazón se detuvo un segundo cuando vi la primera lágrima caer por su mejilla. Rápidamente la detuve con un beso y abrazándola más contra mi.

—Me siento sucia. Todavía parece que está encima de mi. Lo siento todo el tiempo y es horrible, Lauren.

—Lo siento. Lo siento mucho. Te prometo que estoy aquí y… y voy cuidarte. Quizás debas hablar con un psicólogo, tengo una amiga que lo es y…

—No.—Negó.

—Ella va a ayudarte, Camz.

—No. Yo solo no quiero que te alejes de mi, ¿bien? Supongo que ya va a pasar y que voy a estar bien. El médico dijo que… que va a ser difícil al principio, pero que está bien. Además, ya hablé con la psicóloga de la clínica y… no quiero recordar nada. Quiero olvidarlo.

—¿Fuiste… a la clínica?—Pregunté en voz baja.—Camz… ¿Él…

—Se cuidó, si.—Solté aire que no sabía que estaba reteniendo y me abracé lo más que podía a su cuerpo.—Mamá quería que vaya igual y bueno.

—Está bien…

—No hablemos más de esto, por favor.—Asentí mirándola a los ojos y ella bajó su vista a mis labios. Con una pequeña sonrisa me acerqué a ella y junté nuestros labios.

Me sentía triste aún por lo que tuvo que pasar, pero a la vez tranquila porque estaba allí, la tenía entre mis brazos y todo estaba bien con su familia, era lo que más me importaba, que ella esté bien con sus padres después de todo.

Su mano soltó la mía y la subió a mi mejilla para que no me alejara. Quité un poco de cabello suelto de la trenza que caía por su rostro y sonreí cuando volvió a suspirar en el beso.

—¿De que te ríes?—Negué dejando otro beso en sus labios.

—De nada.

—Siempre lo arruinas riéndote de mi.—Dijo corriendo la cara para que no pueda besarla otra vez. De todos modos dejé besos en su mandíbula y cuando bajé a su cuello me detuvo.—¿Por qué tienes los puños lastimados?

Mierda. No había pesando en eso antes. Agradecí internamente que los padres de Camila no hubiesen preguntado, quizás no lo vieron. ¿Qué iban a pensar si sabían que había golpeado a ese tipo hasta desfigurarle la cara?

—Yo… Me caí y… —Su mirada incrédula y sus cejas levantadas me hicieron morder el labio para no reírme. Tenía un serio problema con reírme de todo siempre y a Camila le molestaba aquello porque pensaba que me reía de ella.—Esta bien… No me mires así. No solamente llevé a la policía.

—¿Lo golpeaste?—Frunció el ceño y suspiré asintiendo.—Lauren. No me gusta que hagas eso. Mira tus manos como quedaron y…

—Y tenías que ver como quedó su cara.—Me reí. Pero ella no.

—Eres increíble.—Negó.—Vamos a curarte esto.—No sabía si estaba enojada o no, pero de todos modos me quedé callada y la seguí hasta la sala.


Y si se había enojado porque no le gustaba que peleara, pero no iba a convencerme. Ya soy así y si tendría que volver a golpear a alguien que lo merece, pues lo haría. De todos modos logré que se le pasara el enojo con besos y diciéndole cosas lindas. Me encantaba hacerla reír. Me encantaba verla sonreír, verla contenta. Podría pasarme horas molestándola, dándole besos y diciéndole lo que quería escuchar.

Le dije que debía irme, de mala gana me acompañó a la puerta, pero terminé yéndome una hora más tarde porque ella no dejaba de colgarse de mi cuello y de besarme intentando convencerme de que me quedara más tiempo. Pero yo tenía cosas que hacer y al día siguiente tenía que trabajar, así que sin querer alejarme de ella tampoco, me fui.

Conduje hasta mi departamento, apenas entré recibí un mensaje de Alexa que estaba llegando. Me puse más cómoda y la esperé en la sala mientras miraba un poco de televisión.

Le había pedido que fuera a verme, pues aún no sabía nada sobre lo que pasó aquella noche en la que supongo que me golpeé con alguien. Además estaba necesitando relajarme un poco y Alexa siempre tenía algo.
Pensé en Camila, a ella no le gustaría saber que fumo marihuana de vez en cuando, pero la necesitaba. La necesitaba para relajarme, para olvidar un poco la mierda que era extrañar a mis padres por más que finja que no, lo hacía, sumando lo que había pasado con ella hace unos días. Eso había terminado por acabar conmigo, el que le hicieran daño me rompía por dentro.

El timbre sonó y fui a abrir la puerta. Alexa sonrió antes de darme un abrazo y luego entró a mi departamento. Sin que yo le diga se tiró en el sillón y sacó su teléfono, un encendedor, aquellos benditos cigarros y una bolsita con cocaína.

—Traigo lo que necesitas, cariño.—Negué riéndome. Me senté a su lado y tomé un cigarro para luego encenderlo.—Hey. Primero es esto.—Dijo armando una línea de aquel polvo blanco.

—No. Hoy no. Sólo quiero un poco de esto. ¿Quieres algo de beber?—Negó antes de aspirar la línea que había formado con su tarjeta. Me tentaba hacerlo, pero me iba a controlar. Por Camila, pensé.

—¿Qué onda? ¿Por qué te desapareciste?

—Tenía cosas que hacer.—Me miró con una sonrisa.

—¿Qué cosas? ¿Andas enamorada?—Le si un empujón en su hombro y ella soltó una carcajada.—¡Estas con alguien!

—Algo así.—Dije soltando humo.

—¿Quién es? ¿La conozco?—Encendió uno de los cigarros.

—No. Bueno, ¿Recuerdas la chica que fue a la fiesta de Zayn?—Asintió levantando las cejas.—Es ella.

—¿Te estás comiendo a esa nena de papá? Esa es Cabello, ¿no?—La miré con el ceño fruncido.

—Primero, no me la estoy comiendo, creo… creo que va en serio esta vez. Ella me importa. Y segundo, ¿De donde la conoces?

—Ha ido un par de veces a la casa de mi prima Normani. Y… ¿Con que en serio, eh?—Soltó una carcajada.—Tu no te tomas nada en serio, Lauren. Para estar con ella debes dejar muchas cosas y tu lo sabes.

—Las voy a dejar si es necesario.

—Ajá, si. Menos mal que no te iban las nenitas de papá.—Rodé los ojos.—Bueno y ¿Qué onda? ¿Está buena? Cuéntame.

Alexa me escuchó contarle todo, absolutamente todo, yo confiaba en ella, no era mala chica. Al principio estaba asombrada y terminó por decirme que hice bien en romperle la cara al imbécil ese. Terminé por convencerla que realmente me importaba Camila, ella sabía que nunca tuve novia, nunca me gustó el compromiso con alguien, a veces salía con chicas, pero sólo era cosa de pasarla bien y ya. Tampoco era que lo hacía seguido, no era de ese tipo de personas que siempre estaba con alguien.
Pero Alexa entendió que con Camila, realmente, la cosa iba en serio y que me importaba.

—Intenta no cagarla, Jauregui.—Asentí terminando el segundo cigarro. Ya me sentía un poco ida y fuera de mi así que decidí que era suficiente.

—Las cosas me han salido bien desde que estoy con ella, es decir… no quiero hacerle daño y siempre intento hacer bien todo. Por ella.—Asintió expulsando humo y cerrando los ojos.—Ah, ¿Qué mierda hicimos en la fiesta de Keaton?—Soltó una carcajada.

—Ay, Lauren. Estabas hecha mierda. Le rompiste la cara a Jonathan, el rubio. Bueno ambos se dieron duro, pero tu ganaste.—Cerré los ojos negando.

—No volveré a hacer eso. Que jodida idiota. Al día siguiente estaba toda lastimada, mi madre vino a despertarme, luego tuve que ver a Camila.

—¿Qué dijo tu madre?—Rodé los ojos recordando.

—Me terminó de romper la cara de una bofetada. Y Camila… Odié ver su cara. No quiero hacer más eso.—Me miró incrédula y la entendía, acababa de fumar marihuana y le estaba diciendo eso.—Bueno lo intentaré mejor.

—Así que tu madre te puso en tu lugar…—Se rió.—¿Qué hiciste?

—La eché antes de que quisiera devolverle el golpe. No se como me contuve, Alexa. Te juro que casi se me va la mano. Todavía me sentía borracha.—Negó mirándome.

—Eres un caso perdido.

—Mira quien habla.—Se encogió de hombros.

—Yo no tengo por quien preocuparme, tu si, ahora tienes a Camila y más te vale que hagas las cosas bien pequeña idiota, quizás ella sea la que te saque de ésta mierda, ya sabes. Solo no hagas las cagadas de siempre.

—Tienes razón.—Asentí de acuerdo.

—Claro que tengo razón. Siempre tengo razón.—Rodé los ojos divertida.—Ya me voy. Tengo cosas que hacer. Gracias por el buen rato.

—Gracias a ti por traer calma a mi.—Soltó una risa que me hizo reír a mi y estuvimos riéndonos un rato. Está claro que ambas estábamos bajo el efecto de la marihuana.

Lo último que recuerdo fue Alexa cerrando la puerta y yo caminando a mi habitación.
Desperté el día siguiente gracias a la alarma. Me levanté de mala gana y me metí al baño. Tras darme una ducha me vestí y sin desayunar nada fui al edificio donde trabajaba.

El día se pasó rápido, o eso pensé, había estado trabajando en algunos proyectos que me dieron a mi donde tenía que rediseñar algunas cosas o pensar en qué se vería mejor. Aquella era una empresa a la cual todo el mundo que quería hacer reconocido su producto o lo que fuese, recurría.

Saliendo del edificio cuando mi turno terminó, revisé mi teléfono, tenía dos llamadas perdidas de Camila de la noche anterior y tres de Dinah. Suspiré negando. Que idiota era. Le había dicho que me llamara antes de que se duerma y al final, seguro caí desmayada cuando Alexa se fue.

Subí a mi camioneta y mientras salía del estacionamiento marqué a Camila. No respondía. Llamé a Dinah y me atendió luego de algunos segundos.

—Hola, idiota. ¿Por qué no respondiste anoche?—La escuché hablar del otro lado.

—Hola, Dinah. Uhm… Yo estaba… Estaba ocupada y…

—¿Estuviste con Alexa? Dime la verdad.—Suspiré. Ella odiaba que me juntara con Alexa, sabía qué tipo de cosas hacía cuando me reunía con mi otra amiga.—Tomaré tu puto silencio como que sí estuviste. ¿Acaso no querías dejar toda esa mierda por Camila, Lauren?

—Lo siento.

—Siempre lo sientes, pero vuelves a hacerlo.

—Lo necesitaba, Dinah. Tuve un fin de semana horrible. La pasé mal y quería relajarme un poco.

—¿Qué pasó?—Su voz  se había relajado un poco, pero yo sabía que seguía enojada.

—¿Podemos vernos? Tengo mucho que contarte.

—Ven a mi departamento. ¿Ya saliste del trabajo?

—Si. Ya voy. ¿Llevo algo?

—No. Solo ven.

Dinah era una amiga con todas las letras, Siempre me cuidaba y por más que a veces me comporte como una idiota ella seguía ahí, me apoyaba y me escuchaba. Sabía que la decepcionaba cada vez que sabía que estaba con Alexa y odiaba decepcionar a las personas, pero seguía siendo una idiota, seguía haciendo todo mal.

Cuando llegué a su departamento estaba seria. De todos modos me dio un abrazo y luego fuimos a su sala. Revisé mi teléfono para ver si Camila había enviado un mensaje y nada. Le envíe uno yo diciéndole que me llamara cuando pueda y que la extrañaba.
Dinah me observó y me escuchó cuando le conté todo lo que había pasado. Estaba sorprendida y no podía creerlo. Me dijo que lo sentía, pero que jamás debí golpearlo. Me encogí de hombros, de todos modos ya  estaba hecho y David me dijo que gracias a que lo dejé medio inconsciente pudieron sacarle más información y agregarle otra causa, tenía marihuana en aquel edificio.
Yo tenía miles de cosas en mente, aún no podía quitarme todo el odio y la ira por lo que le había hecho a Camila. Probablemente nunca pueda deshacerme de ella por completo. Pensaba que si David no me habría quitado yo lo hubiese matado a golpes, no me importaba nada.

Por primera vez desde que nos conocimos  lloré frente a Dinah mientras le contaba todo lo que había pasado el maldito fin de semana. Ella me abrazó y me dejó calmarme entre sus brazos, a todo se le sumaba que seguía siendo una maldita estúpida por extrañar a mi familia cuando ellos seguramente ni se acordaban de mi. No me llamaban, no enviaban mensajes. Nada.

—Lo bueno es que puedes estar con Camila, ¿no?—Asentí.

—Aunque creo que su madre me odia. Pero voy a intentar caerle bien. No lo sé.—Sonreí tristemente limitándome las lágrimas.

—Intenta hacer las cosas bien, Lauren. Deja esa mierda en la que te está metiendo Alexa. Tu no sabes cuanto daño puedes hacerle a Camila si se entera qué es lo que haces cuando no estas con ella. Le estas mintiendo porque le dijiste que no te drogabas y si lo haces.—Asentí de acuerdo.—Sé que ya estás hasta las manos con esa porquería, pero estas a tiempo, nunca es tarde para alejarse de lo que está mal.

—Lo voy a hacer. Te lo prometo. Gracias, Dinah.

—Todo va a ir bien, Lau.—Me dijo mientras me abrazaba.



I like what is wrong {Camren}Where stories live. Discover now