El ojo de la cerradura

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El joven llegó al hotel pidiendo el cuarto 319, la recepcionista le dijo que no podía darle ese cuarto, puesto que no estaba permitido que alguien entrara en él. Cuando acabó el turno de la recepcionista, subió al piso en donde se encontraba el cuarto 319.

Cuando el ascensor se abrió, apenas pudo divisar un pasillo, la única luz que había era la de la ventana en la pared, la luz de la ciudad. Caminó por aquel pasillo hasta llegar al cuarto deseado, y lo encontró. Trató de abrir la puerta, pero ésta estaba cerrada; vio por el ojo de la cerradura y, efectivamente, el cuarto tenía la apariencia de estar abandonado. Giró la vista hacia la izquierda y sólo vio muebles empolvados, giró la vista a la derecha y vio a una mujer que lloraba, con el rostro hacia la pared, cuya piel transparente dejaba ver el tapiz.

A causa de esto, echó a correr y, estando en el ascensor, recuperó valor y fue a ver a través del ojo de la cerradura otra vez, esperando que esa mujer haya sido producto de su imaginación. Al posar el ojo por el orificio, sólo lo vio bañado por algo rojo, no se veía nada más, sólo algo rojo.

Bajó a la recepción y esperó a la señorita que lo había atendido. Cuando ella tomó el puesto, él se acercó y le dijo que había subido al cuarto 319; obviamente, la señorita lo reprochó, pero su rostro cambió cuando el joven le dijo que había visto a una mujer dentro del dichoso lugar. La recepcionista le dijo que, hace mucho tiempo, habían violado y asesinado a una mujer en el cuarto 319, y que desde entonces nadie podía ingresar en ese lugar; lo más extraño de todo era que la mujer, ya muerta, tenía los ojos completamente rojos.

Terror y MiedoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora