Los Kropses

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Lisa no había llegado a su casa esa tarde. Sus papás estaban muy preocupados, la buscaron en la escuela y en el parque, pero no aparecía. Pensaron en volver a casa y reportarla a la policía como desaparecida, pero al llegar la encontraron a ella junto con su amiga Julia.

Sus padres le exigieron una una explicación, Lisa dijo que había estado con Julia en su casa, pero aún así la castigaron, y Julia la acompañó a su habitación. Todo el tiempo que duró el castigo, las pequeñas no paraban de hablar en voz baja, como si ocultaran algo.

Pasó el tiempo del castigo y las niñas esquivaban las preguntas de sus padres. Julia se fue, dejando un mensaje a Lisa, sus padres nunca supieron qué le había dicho. Pasaron los días y Lisa cambió mucho: miraba a todos lados y caminaba a paso lento. Algo le pasaba, parecía enferma, por lo que decidieron llevarla al doctor, quien al ver que no se trataba de algo malo, pensó que se trataba de algo temporal.

Julia pasaba por lo mismo. Las niñas escondían un secreto indescifrable. No hablaban como antes, comían muy poco y ya no jugaban. Pronto, las habitaciones de las niñas comenzaron a deteriorarse, como las mentes de las pequeñas: las paredes se agrietaron y la tierra comenzó a acumularse en las esquinas. Sus padres se resignaron a verlas así, ya no eran las mismas de antes.

Lo extraño era que cada una de ellas se encerraba en su habitación por horas y no hacían nada más que mirar el cielo por la ventana. Un día, mientras los padres de las niñas charlaban sobre la situación, Lisa y Julia salieron corriendo del cuarto muy asustadas, refugiándose con sus progenitores. Les preguntaron si ocurría algo, y ellas, entre lágrimas, dijeron:

"¡Llegaron, ellos están aquí!"

"¿Quiénes están aquí?"

Las niñas no contestaron, sólo lloraban y abrazaban a sus padres:

"¡No nos dejen solas, alejenlos, no dejen que se nos acerquen!"

El padre de Lisa subió al cuarto, pero no encontró nada, aunque notó que la habitación tenía un olor a húmedo, y las paredes y el suelo estaban manchados con barro, esa noche las niñas durmieron con sus padres. Era extraño el hecho de que en las habitaciones siempre aparecía barro a pesar de que se limpiaban.

Llegó el día de volver a su habitación, y Lisa tuvo que quedarse ahí a regañadientes. Pero cuando empezaron a sucitarse éstos fenómenos, Lisa salió de su habitación y se fue a la de sus padres. El padre, cansado, acompañó a Lisa a su habitación y, al ver que todo estaba intacto, la encerró con llave. Lisa golpeaba la puerta y pedía que la dejaran salir, pero su padre no hizo caso. Su padre no lo sabía, pero dentro de la habitación de su hija empezaban a aparecer criaturas de barro con apariencia de niños, los Kropses. Eran varios y se arrastraban lentamente a Lisa, quien no tenía escapatoria.

De repente la puerta se abrió, y las criaturas de barro volvieron a las paredes: era la madre de Lisa, quien le dio un abrazo y la llevó a su habitación, en donde su esposo le reprochaba el ser tan consentidora con la niña. De nuevo notaron que la habitación estaba llena de barro, por lo que creyeron que había una abertura por la que entraba el barro desde el exterior, pero por más que buscaron, no encontraron dicha abertura. Pensaron entonces que las paredes se manchaban por tuberías rotas, fue así que llamaron a un especialista.

En esos momentos, Lisa estaba en la escuela con su amiga Julia, ambas tenían un nuevo problema: habían sido llevadas ante el director de su escuela, pues no ponían atención a las clases y se la pasaban hablándose al oído. La madre de Lisa tuvo que ir a disculparse con el director argumentando que las niñas estaban enfermas.

A pesar de no estar su padre, Lisa no se salvó del castigo. Su mamá la puso a limpiar, pues no podía mandarla a su habitación porque el fontanero había dejado su trabajo a medio hacer.

Terror y MiedoWhere stories live. Discover now