Aquel muñeco de trapo

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Audio 23H. Este testimonio fue dado por la joven de 12 años Catalina Henríquez, quien en ese momento se encontraba hospitalizada a causa de quemaduras de 2° grado que abarcaban el 68% de su cuerpo.

Todo comenzó con la mudanza a una vieja casa, la cual mi madre encontró apropiada para recomenzar nuestra vida:

"¡Esta casa es perfecta!"

Dijo mi madre con jovialidad, pero yo no estaba de acuerdo con esa idea, más no dije nada, porque sabía que mi madre me lo reprocharía, yo sólo me limitaba a mirar con repugnancia aquella estructura, la vendedora de bienes raíces le preguntó a mi madre:

"¿Qué le ocurre a su hija? Luce disgustada"

A lo que mi madre respondió:

"Verá, cuando ella tenía 5 años su padre murió en un accidente automovilístico, un borracho anónimo que conducía a exceso de velocidad en una calle estrecha se estrelló con mi marido sin que él pudiera siquiera reaccionar, el vehículo lo golpeó por el costado provocando que este se volcara y la gasolina se encendiera. Nos quedamos solas, y desde el día en el que mi hija supo lo que le ocurrió a su padre ella sólo se limita a escribir y rara vez habla"

"Cuanto lo lamento"

Dijo aquella vendedora. Mi madre compró la casa. Todo fue normal por los 2 primeros días, 2 días en los que fue una vida cotidiana, hasta que comenzó la escuela. No conocía a nadie, pero apenas llegué y se supo que mi padre estaba muerto, comenzó el bullying. Las cosas que me decían eran horribles, me gritaban cosas como: fenómeno, puta, sin padre, y un montón de otras cosas de las que sólo me quiero olvidar. No lo pude soportar, volví a mi casa para encerrarme en mi cuarto, mi madre ni siquiera se percató de como estaba, cerré la puerta entre lágrimas, y empecé a llorar como el día en el que murió mi padre; de pronto, comencé a sentir una pequeña brisa, y de la nada unas voces empezaron a retumbar en mi cabeza, no sé cuántas voces eran, pero recuerdo perfectamente lo que me decían:

"No llores, no lo mereces, humanos crueles, destructores, salvación, perdición, siempre vigilando, siempre a tu lado"

A partir de ese día comenzó lo extraño. Los objetos se movían o desaparecían solos, incluso mi madre entro a mi cuarto una noche preguntando si me encontraba bien, porque ella veía una luz blanca que iluminaba todo por las noches. Un día, después del colegio, encontré una llave tirada en el ante-jardín de la casa, no fue difícil verla ya que tenía una especie de llavero que emitía un brillo cegador; en la llave había también una etiqueta que decía: "Sótano". ¿Cómo era posible que en dos meses no la haya visto ni yo ni mi madre?, e incluso, ¿sótano?.

Nunca supe que esta casa tuviera un sótano, pues la vendedora nunca dijo nada al respecto. Busqué lo más que pude, hasta que vi una puerta detrás de la escalera la cual ni yo ni mi madre habíamos visto, resultó ser cierto, aquella llave en realidad era la llave para la puerta del sótano; la abrí y bajé las escaleras, llegué a una habitación considerablemente grande, las paredes lucían viejas y desgastadas, más las repisas estaban llenas de cajas; fuí revisando cada una de las cajas para sólo encontrarme cosas tales como ropa y viejos discos de vinilo, de esos que solía escuchar mi abuela en su viejo tocadiscos.

Creí que no habría nada de mi interés, hasta que lo vi, entre una de las cajas había un muñeco, un pequeño muñeco viejo y desgastado, la lana que sobresalía de su cabeza daba la impresión de que alguna vez tuvo cabello, su cuerpo estaba repleto de diversas costuras, su ojo derecho era un parche con el diseño de un ojo en forma circular, y le faltaba el ojo izquierdo, pero este había sido reemplazado por un botón rojo, y tenía una boca que pareciera habían usado unas tijeras para realizar aquel macabro dibujo y luego lo cosieron para mantenerla cerrada, pero sin embargo no dejaba de ser una sonrisa. Por más sombrío que fuera hice algo que no debí haber hecho nunca, lo cogí y lo lleve a mi cuarto, donde lo puse sobre una pequeña mesa.

Terror y MiedoWhere stories live. Discover now