Lo más gracioso de todo esto es que habían pasado un par de semanas desde que Nico y yo nos habíamos besado, y ninguna de las chicas lo sabía aún. Ellas sabían que había algo raro entre nosotras, que nos gustábamos, pero no qué había pasado eso. Así que cuando llegaron de su viaje a la costa de California y Rachel salió del hospital nos volvimos a reunir en el taller. Nico llevaba unos pantalones de baloncesto verdes y sus zapatillas y su camiseta eran blancas, y eso hacía que me recordarse tremendamente a Troy Bolton, lo que me causaba gracia, pero a la vez me gustaba.
—Oye, ¿qué tal lo habéis pasado estas semanas? —Dijo Denisha dándome un golpe en el hombro al pasar para sentarse en uno de los sofás—. ¿Qué tal Bruce?
—Bien y... No sé. Estará bien, supongo. —Me senté en el regazo de Nico y me encogí de hombros. Denisha alzó los ojos a modo de sorpresa por mi pregunta y se sentó entre Rachel y Serena. Por otro lado, estaban Karlie, Taylor, Manar y Samira, sentadas en el último sofá, tiradas bajo el aire acondicionado.
—Oye, Rachel, ¿cuándo es el juicio contra Rodrick? —Rachel se miraba las uñas y levantó la mirada al escuchar la pregunta de Serena. Ambas tenían ganas de que llegase aquel juicio, porque Serena también había sido violada por aquel hombre.
—En dos semanas —respondió Rachel pasándose la mano por la nuca, como si quisiese quitarse la tensión del cuello, quitarse el sudor, o simplemente un gesto que hacía cuando estaba nerviosa.
—Todo saldrá bien, hay pruebas suficientes, Rach, no te preocupes —dijo Nico asintiendo con una sonrisa, aliviando el nerviosismo de Rachel. Pasó uno de sus brazos por mi cintura y yo rodeé su cuello con mi brazo derecho. Me gustaba estar así, sentirla cerca, conmigo.
—Es que... No me puedo creer que alguien sea capaz de hacernos esto. De violarnos, de hacernos daño, de maltratarnos sin más —susurró Karlie con la cara entre las manos y los codos apoyados en las rodillas—. No son hombres, no están bien de la cabeza —acuñó para finalizar.
—No, son hombres. Ese es el problema, que todos los que hacen eso son hombres. Son hombres totalmente cuerdos educados en una sociedad que les enseña a eso —respondió Nico al comentario de Karlie. Yo me levanté de su regazo, sentándome a su lado para dejar que se explicase mejor—. La sociedad nos dice "mujer, defiéndete", pero nunca dice "hombre, no pegues, no violes, no abuses, no acoses". Les enseñan que somos un objeto que pueden usar, que pueden tirar y no va a pasar nada, porque mira, si no fuese porque el tío de Marco es el jefe de policía, el caso de violación de Rachel estaría archivado y Rodrick seguiría violando por ahí. Ni siquiera las denuncias verdaderas consiguen mandarlos a la cárcel, así que siguen haciéndolo igual. En esta sociedad sale más rentable violar a una chica que robar una barra de pan. Entonces, si los hombres no nos creen, y los hombres conforman el poder de esta sociedad, ¿cómo vamos a castigar a los que nos hacen daño? ¿Y qué pasa cuando ni siquiera nosotras mismas nos creemos? Si no nos apoyamos entre nosotras, ¿quién nos va a apoyar? —Nico se quedó quieta después de decir aquello y negó haciendo un gesto con la mano—. ¿Y todo esto a qué venía? —Todas nos echamos a reír al escucharla, y yo me puse sobre ella abrazándola porque no entendía cómo podía ser tan ingenua y pura pero tan potente y culta a la vez. Quizás porque no tenía nada que ver ser una cosa con ser la otra.
*
Nico tenía una cancha de baloncesto en su casa, era bastante pequeña y con una sola canasta, pero siempre estaba ocupada por su hermano, así que le propuse que usaba la que teníamos en casa. Nadie la había usado desde que vinimos y nunca reparé en que ella pudiese usarla, hasta ahora.
Mientras Nico y Marco tiraban desde distintas zonas del campo, Rachel y yo nos sentamos en el césped que rodeaba la cancha de baloncesto con un yogur helado en la mano. El mío era de frutas del bosque, y el de Rachel de chocolate y caramelo. Marco jugaba con un pantalón rojo y sin camiseta, mientras que Nico tenía una camisa básica blanca y un pantalón negro de baloncesto. Sabía que Rachel miraba los abdominales de su novio, mientras que yo reparaba en algo que nunca me había fijado sobre el aspecto físico de Nico: su culo.
—Oye, vaya culo tiene Nico, ¿no? —Mis mejillas enrojecieron, y yo asentí muy levemente, bajando la mirada hasta mi yogur. No pude responder porque Nico venía corriendo hacia nosotras, donde había dejado una botella de agua pequeña para beber—. Oye, ¿y ese culo?
—¿Qué le pasa a mi culo? —Preguntó abriendo el tapón de la botella con la punta de sus dedos, dándole grandes sorbos.
—Que tienes un culazo, ¿me dejas tocarlo? —Respondí yo a su pregunta. Nico se agachó para dejar de nuevo la botella a mi lado, y de paso, me besó por primera vez delante de Rachel.
—Espera, espera... ¿¡Qué!? —Exclamó Rachel. Yo comencé a reírme, también Nico, que cayó sobre mí en el césped donde estábamos sentadas. Marco también se tumbó al lado de Rachel, observándonos sin entender nada—. ¡Que se acaban de besar, Marco!
—Pensamos que te vendría bien saberlo antes de mañana —dijo Nico alzando los hombros.
Rachel soltó un fuerte suspiro y se tumbó en el césped, mirando al cielo. Los cuatro lo hicimos. Ninguno de nosotros dijo nada, solo disfrutábamos del aire fresco de la tarde que entraba desde el pacífico, peinando nuestra piel, haciendo que el salitre nos relajase. Solo queríamos una cosa, y era que esos cinco violadores entrasen en prisión.
Rachel y Marco decidieron irse, debíamos partir muy temprano hacia Seattle, donde se celebraba el juicio, y nos quedamos solas de nuevo.
Me coloqué encima de Nico, que me observaba con la cabeza ladeada, con una mueca extraña, como si se preguntase qué me pasaba por la cabeza. No quise hablar del juicio que tanto me preocupaba, así que la sujeté de las mejillas y me agaché para darle un beso suave y tierno, sintiendo sus manos agarrar mi cintura.
—Te quiero —afirmé besándola de nuevo, sintiendo su lengua colarse en mi boca, provocando que me apoyase en su pecho, aunque ella se separó de mí rápidamente.
—Nos están viendo por las cámaras. —Mi primera reacción fue decir, "¿y qué?", pero luego pensé en que a ella le daba vergüenza, así que me levanté—. Oye, pero no me dejes así. ¿Dónde vas?
—Pues a mi habitación, ¿no vienes?

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El fuego entre mis venas
RomanceTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Esta novela cuenta una historia de amor entre dos chicas, Nico y Olivia, pero también cuenta la de Rachel, la de Serena, la de Denisha, Manar, Samira, Karlie y Ta...