El día de Halloween para mí fue especial. Hacía años que no lo celebraba, pero celebrarlo así, con tres amigas, era más de lo que hacía un año había imaginado. Al final decidimos en que no nos íbamos a disfrazar, sólo veríamos una peli y cenaríamos pizza.
La casa de Olivia estabamás apartada del resto, pero cuando llegué, no me podía creer lo que estabaviendo. Su casa era LA casa. La casa del pueblo que todo el mundo habíaanhelado siempre. La que estaba frente al mar, con los ventanales enormes, la piscina en la azotea y cuatro plantas. Había una verja con un porterillo electrónico al que había que llamar. Nadie contestaba, simplemente abrían y la cámara te seguía.
Caminé por el pequeño carril que había en el jardín hasta llegar a la puerta, y llamé al timbre. Un hombre abrió, era alto, trajeado, con el pelo engominado y algunas canas que no se preocupaba en ocultar.
—¿Vienes por la fiesta de mi hija? —Oh vaya, era su padre.
—Sí, señor. —El padre de Olivia se echó a un lado, dejándome pasar.
—Me llamo Thomas. —Señaló las escaleras que bajaban, quedándose a mitad de la entrada que era como mi casa entera. —Abajo está Liv con las chicas.
Bajé a la planta de abajo y había un pasillo bastante largo. Las puertas estaban cerradas, pero la del final estaba abierta. Se escuchaban risas, gente hablando, y cuando aparecí por la puerta todas se giraron, pero yo no me fijé en ellas. Me fijé en la sala en la que estaban. Había un par de sillones de cuero marrones, de esos que brillan y que probablemente si te sientas jamás querrás levantarte, y en medio un sofá alargado del mismo color y material. Luego, un montón de máquinas de juegos de los ochenta, incluso había un pinball. También una máquina de hacer perritos al final, de palomitas, de refrescos, una mesa de billar, y una pantalla de cine en la pared.
—¡Nico! —Dijo Olivia viniendo hacia mí moviendo las ruedas. Yo no podía dejar de mirar a mi alrededor.
—Hostia, Olivia. —Miré a mí alrededor, y aunque todas se reían, yo no dejaba de estar impresionada. —¿Qué? ¿Cómo? —Paré la vista en dos chicas musulmanas que no tenía la constancia de que fuesen a venir. —Oh, yo os conozco. —Las señale con el dedo. Las dos se rieron.
—Sí, y gracias por lo del otro día. Sentimos no haberte defendido, pero...
—Da igual, igual llego a ser popular si me pegan, quién sabe.
—Chicas. —El padre de Olivia apareció por la puerta, con unas cinco cajas de pizza en brazos, que dejó en la mesa delante del sofá. —Tenéis la máquina de refrescos y todo eso. Estaré en la última planta en mi despacho por si necesitáis algo. Espero que lo paséis bien.
—Gracias. —Respondimos todas a la vez. Thomas le dio un beso en la cabeza a su hija, y se fue. No lo volvimos a ver más durante toda la noche, cosa que agradecimos.
—Tu padre es guay. —Dije asombrada. Quizás poco acostumbrada a que los padres fuesen agradables con sus hijos y sus amigos, también que estuviese podrido de dinero.
Nos sentamos en nuestros respectivos sitios, y Olivia me pidió que la sentase en el sofá. Creo que le gustaba cuando no tenía la silla, quizás porque así no llamaba la atención y era 'normal', pero a mí me daba igual. Eso sí, me gustaba tenerla más cerca.
Rachel estaba al otro lado, pero veía aquella película, "Scream". Todas estaban asustadas, con los pies subidos a los sillones y al sofá, menos Olivia, que comenzó a jugar con la manga de mi jersey amarillo.

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El fuego entre mis venas
RomanceTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Esta novela cuenta una historia de amor entre dos chicas, Nico y Olivia, pero también cuenta la de Rachel, la de Serena, la de Denisha, Manar, Samira, Karlie y Ta...