Él
Al ver la expresión de sorpresa de Camila supe que lo había logrado. Sorprenderla había sido mi idea desde el principio y, aunque fue realmente difícil ocultarlo tanto tiempo, valió la pena.
Estar a cargo de la organización, aunque no era demasiado fácil, tenía todas sus ventajas: había acomodado a los alumnos de tal manera que mi habitación quedara junto a la de Camila. Quizás estaba comportándome un tanto acosador al no darle algo de espacio, pero es que estaba decidido a pasar esa semana la mayor cantidad de tiempo posible junto a ella y disfrutar hasta donde pueda, seguramente no como me gustaría pero sí teniéndola cerca de mí. Y eso era suficiente.
-Gracias Marcos- oí que dijo el señor Simone, colocando una mano sobre mi hombro -. Si no hubiera llegado antes que nosotros de seguro aún estaríamos intentando organizar a todos y sería un desaste.
-Por nada- sonreí y tomé mi bolso.
-¿Podemos ir a nuestras habitaciones?- intervino uno de los pocos profesores que habían asistido -. Tenemos que apresurarnos para correr a la Universidad de Ciencias Exactas y armar nuestro puesto. Los alumnos deben exponer su experimento.
-Sí, andando- los apresuró el director.
Yo los seguí y subí al elevador, hasta el tercer piso donde estaba mi habitación. Mientras ellos discutían, sobre no se muy bien qué cosas del viaje, yo me limité a observar el itinerario que tenía entre mis manos. Allí tenía todos los horarios del desayuno, almuerzo, paseos, horas libres, cenas y exposiciones de los alumnos; era algo así como tener el control y comenzaba a disfrutarlo.
-¿Ya están listos los grupos de exposición?- cuestionó una de las profesoras.
-Ah, eso quería hablar con usted, Marcos- el director se giró hacia mí -. Los alumnos son veintiocho en total, son demasiados, así que hemos decidido que asistan a la feria en grupos de cinco y otros de seis. ¿Podría armar los grupos?
-Seguro- accedí al mismo tiempo en que las puertas del elevador se abrían.
-Bien, nos vemos en el almuerzo- dijo otro profesor, mientras cada uno se dirigía a su propia habitación con sus respectuvas llaves.
Tomé mi llave e ingresé a la habitación, cerrando la puerta a mis espaldas. Encendí las luces y dejé mi pequeño bolso sobre un sofá que había; no necesitaba mucho porque me encontraba a apenas uns cinco o seis cuadras de mi apartamento, así que simplemente empaqué algo de ropa por si acaso y mi laptop.
Lo primero que hice fue abrir las cortinas y las grandes persianas que cubrían las ventanas. En cuanto terminé de levantar la persiana vi que allí no había nada más y nada menos que un pequeño balcón con vista al enorme espacio verde que tenía el hotel. Era grandioso ver cómo la luz de la mañana iluminaba toda mi habitación y, en cuanto oí un ruido a mi lado, me pareció aún más genial.
-¡Es increíble!- oí una chillona voz femenina, mientras crujía la persiana de la habitación contigua a la mía -. Camila deberías ver esto. Se puede ver la ciudad entera y el...
La muchacha rubia comenzó a disminuir su tono de voz en cuanto sus ojos se encontraron con los míos y entonces noté que sus mejillas enrojecían.
-A las doce a almorzar, no deben retrasarse- le recordé divertido e ingresé a mi habitación.
Nuestras terrazas estaban una al lado de la otra ¿qué más podía pedir?
Me senté en el sofá y tomé la lista que me habían entregado, para organizar los grupos que me habían pedido. Lo tenía todo pensado: haría el esfuerzo de poner a Camila en el primer grupo y así el resto de la semana tendría los días libres para lo que tenía planeado.

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Amor Verdadero
AlteleCamila pensó que las heridas del pasado y todo lo vivido con un viejo amor sólo quedaría allí: en el pasado. Pero una serie de sucesos, encuentros y desencuentros le enseñan que las segundas oportunidades sí existen y la vida da mil vueltas a tal pu...