Despierto y noto que tengo a Katniss aún en mi pecho. Verla dormir me transmite tanta paz, ella es tan hermosa. Su cabello negro, ahora despeinado porque yo lo acaricié durante casi media hora; sus pestañas oscuras, perfectamente arqueadas; sus labios, carnosos y perfectos, que con tan solo mostrar una sonrisa son capaces de transmitir alegría a cualquier ser humano. Al parecer me quedé observándola mucho tiempo, porque cuando levanto los ojos para encontrar los suyos, noto que está totalmente despierta, mirándome...
— Lo siento, no lo pude evitar —le digo y ella sonríe.
— No tienes que disculparte, yo te miré varias veces en la Arena mientras dormías en la cueva... —contesta y yo me sonrojo.
Idiota, eso es lo que soy. Le dedico una sonrisa de lado y ella suspira, se levanta de la cama lentamente, y se sienta en la cama. Está tensa, demasiado.
— Peeta... —me dice y yo al instante me levanto para apoyarme sobre mis codos.
— ¿Si, Katniss? —le pregunto mientras me incorporo y quedo completamente sentado.
— ¿Podrías...? Bueno, ¿Te gustaría..., hacerme..., masajes? —me pregunta un poco avergonzada y yo, aunque no me vea, hago una mueca extraña, alzo las cejas y bajo la comisura de mis labios.
— Claro, no hay problema.
Ella corre su cabello a un costado, sobre su hombro derecho, haciendo que este llegue hasta poco más abajo de su clavícula... Comienzo por su cuello, tiene muchos nudos, con cada apriete que hago, se escucha un sonido
— Estás muy tensa, Katniss —le digo y ella suspira.
— Si, es que todo lo que pasó desde que volvimos de los Juegos me tiene un poco estresada, o al menos eso creo, ultimamente no estuve durmiendo muy bien —me dice y yo trago saliva.
— ¿Puedo saber por qué? —le pregunto amablemente, ella suspira.
— Es..., complicado, Peeta —me responde y yo aprieto los labios.
— No te preocupes, no esperaba que me cuentes algo importante luego de lo que pasó —le digo y ella ríe un poco— ¿Cuál es tu color favorito? —le pregunto y ella voltea a verme y frunce el ceño.
— ¿A qué va esa pregunta? —interroga mientras esboza una ligera sonrisa en su rostro.
— Nada, solo quería saber, ¿Cual es? —le pregunto nuevamente y ella mira hacia la ventana.
— El verde... —responde y yo sonrío involuntariamente—. ¿Y el tuyo? —me pregunta mientras voltea a mirarme otra vez.
— El naranja —le respondo y ella frunce el ceño y expresa asco en su rostro.
— ¿Cómo la peluca de Effie? —me pregunta y yo río.
— No... Es un naranja un poco más apagado, como el de un atardecer.
Ella gira nuevamente a mirarme, solo que esta vez posa su vista en mis ojos, y yo no puedo dejar de mirar los suyos. Noto que sus mejillas se levantan un poco, por lo cual se que está sonriendo.
— Es un hermoso color —me dice y yo le sonrío de lado.
— Gracias... —contesto, porque no se que más decir—, ¿Cuál fue el mejor día de tu vida además del cumpleaños de Prim? —le pregunto repentinamente y ella sonríe.
— Peeta, estás matándome... —me dice y noto que por los nervios estoy apretando mucho con cada masaje que le doy
— Lo siento —le digo y comienzo a apretar con la yema de mis dedos las zonas que acabo de apretarle para que dejen de molestarle. Ella mueve ligeramente su torso, como si estuviese acomodándose.
— Está bien... Y respecto a tu pregunta, el mejor día de mi vida te lo diré en otra ocasión, ahora tenemos que levantarnos para hablar con Effie y Haymitch —me dice y yo asiento ligeramente.
— Katniss espera un segundo, por favor —le digo cuando ella se levanta. Voltea y se queda parada, mirando lo que hago. Comienzo a revolver lo que hay en una cajita que tengo en la mesa de luz—. Toma, para ti.
Le sonrío levemente mientras le doy un colgante de un Sinsajo que, a diferencia del que compramos en el Quemador, este está volando en libertad.
— Peeta, es hermoso... —me dice mientras lo toma y lo acaricia con su pulgar—, ¿Podrías...?
Ella voltea para que le ponga el colgante. Cuando mis manos la tocan ella respira hondo y larga todo el aire junto. Luego de termino de abrocharle el collar, ella voltea y lo toca para luego sonreír.
— Lo llevaré conmigo a todas partes —me dice y yo le sonrío también.
— Es en señal de amistad —le digo y ella sonríe ligeramente. Yo hago lo mismo, pero no se si lo logro.
— Gracias Peeta, en serio —añade y suspira, como si estuviese esperando a algo.
— Bueno, yo... Iré a bañarme, ahora los alcanzo a ustedes tres, ve tranquila —le digo y ella alza las cejas y abre la boca un poco, como si estuviese buscando las palabras adecuadas para hablar.
— Cl... Claro, tómate un baño —me contesta y sale caminando de la habitación.
Respiro hondo, muy hondo, intentando respirar todo el aire que puedo, y lo suelo lentamente. Lo que acabo de hacer marca un final para mis sentimientos hacia Katniss, tengo que concentrarme y mirarla solo como una amiga. En realidad, ese colgante se lo iba a regalar cuando cumplieramos una semana juntos, pero no pude porque nos separamos dos días antes de que eso suceda. Es frustrante saber que solo estuvimos juntos cinco días. Voy al armario, y abro las puertas de madera de roble para buscar un poco de ropa. Tomo unos jeans de color azul oscuro, con dos bolsillos adelante y uno solo en la parte trasera, a la derecha. Tomo una camiseta de mangas largas de color azul, y una chaqueta de jean. Busco la ropa interior, y camino al baño. Entro y cierro la puerta detrás de mí. Me desvisto rápidamente y abro el grifo de agua caliente. Toco el agua con la yema de mis dedos, para comprobar si está muy caliente, y efectivamente, el agua está hirviendo. Abro el agua fría para dejarla en una temperatura adecuada. Las gotas rompen al golpear con mí cuerpo. Intento relajarme y pensar tranquilo. Cierro los ojos y lo primero que viene a mí cabeza es la familia de Katniss ¿Qué hará Snow si esto sale mal? ¿Sería capaz de matar a la pequeña Prim, o a su madre? La verdad es que esta pregunta se responde por sí sola, él es capaz de cualquier cosa con tal de conservar el poder. Luego pienso en mí familia, ¿Qué tienen que ver ellos con todo esto? Nada. Y así, vuelvo a la primera idea que tengo en mí cabeza: Snow hará lo que sea para seguir con su gobierno... Siento que estoy más tiempo de lo normal en la ducha, por lo cual termino de bañarme y salgo para secarme y cambiarme. Me aseguro de que la puerta esté asegurada para que nadie entre mientras me cambio. Me seco y dejo la toalla sobre la cama, luego la colgaré nuevamente en el baño. Me pongo los boxers, luego los pantalones, y finalmente la camiseta y los jeans. Salgo de mí habitación y puedo ver que Katniss ya está sirviéndose comida, con una gran sonrisa en su rostro, está radiante, como siempre. Me acerco a ella y me sonríe ligeramente, yo le devuelvo el gesto. La miro unos segundos mientras camina para ir a sentarse: tiene un vestido no muy ajustado de color azul con detalles en gris, que le llega poco más arriba de las rodillas, y unos brazaletes dorados en el brazo derecho, que hacen ruido cuando lo mueve. Su cabello está suelto, dejando apreciar sus ondas naturales. Vuelvo a la realidad al notar que me quedé mucho tiempo quieto. Tomo un poco de comida al azar, ya que todo lo que hay aquí es rico, odio reconocerlo, pero es así. Me siento delante de Katniss, pero ella me hace señas para que ne siente a su lado. Trago saliva y me levanto de mi asiento para ir con ella. Me siento a su lado y ella continúa comiendo. Yo me dedico a hacer lo mismo. Apenas terminamos, nos limpiamos la boca con las servilletas. Puedo escuchar un suspiro por parte de Katniss. La miro, ella voltea a mí, y repentinamente me abraza.