—¡Vamos, mariquita! ¿Tienes miedo a que te gane?— animo a mi hermano.
—¿Tú? ¡No me hagas reír!— exclama Bryce.
Finalmente lanza la pelota, como siempre, con todas mis fuerzas, la golpeo con el bate.
—¡Te gané!.
—Bien, me haz hecho enfadar, así que tendrás que buscar la pelota.
Peleamos un rato, luego fui a buscar la pelota. Caminé toda la cancha hasta finalmente llegar a la calle.
La busque por todas partes y la encontré, pero estaba en la mano de un chico ¿rudo?. Tenia una expresión dura en su rostro, junto a su ceja derecha un morado intenso.
—Oh.. eh, hola.
¿Oh eh Hola? ¿En serio? Justo ahora me toca tartamudear.
—¿Buscas algo?— ahora que lo pienso parece amable, o solo se dirigió con amabilidad.
—Estaba en la cancha de béisbol y... vengo a buscar la pelota, que la tienes tu.
—Me diste en la cara.
—¿S-si? Lo siento tanto, fue inesperado, no sabia que llegaría a esto. Lo siento, lo siento— me disculpo por segunda vez.
—¿Sabes que esto duele como la mierda?— asiento con la cabeza —No aceptaré una disculpa, necesitas hacer otra cosa.
—¡Ja! ¿Que quieres?.
—Una cita.
Oh, el chico rudo me pedía una cita. El chico rudo y sexy, el chico al que le gano en altura y que acabo de conocer.
—¿Aprovechas esta situación?.
—Aja.
—¿Para salir con una desconocida?.
—Aja.
—¿Por qué nadie quiere salir contigo?.
—A- ¡No! Sólo... No conozco a ninguna chica bonita por aqui— dice con rapidez —Es todo.
—Claro, claro. Dame tu numero y quedamos uno de estos días.
—Soy Tony, por cierto.
—____ Walker.
—¿¡Walker?!.
—Si— enarco una ceja —Ya sabes, algo así como un zombie en The Walking Dead.
Se carcajea un rato. Quizá mi ejemplo había sido muy estúpido.
—Digo, ¿Eres hermana de Bryce?.
—Claro.
—¡Oh Dios mio! ¿¡En serio?!.
—¿Tan diferentes somos?— pregunto entre risas al ver su graciosa reacción.
Mantenemos una amena charla, luego intercambiamos números y vuelvo a casa.
—¡____!.
—¿Que, imbecil?.
—¿Y la pelota?.
Estampo la palma de mi propia mano en mi frente...
¿Cómo me olvidé de la pelota?. Me entretuve mucho en Tony. Dios.
