Seis | ¿Qué me estas haciendo pequeña?

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Observo por tercera vez a la chica frente a mí, tenía que desahogarme de alguna forma ¡Maldición! Tenerla allí tan cerca de mí, "accidentalmente" rozar sus dedos sobre el mantel fue una física tortura, la electricidad era tan palpable que no enten...

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Observo por tercera vez a la chica frente a mí, tenía que desahogarme de alguna forma ¡Maldición! Tenerla allí tan cerca de mí, "accidentalmente" rozar sus dedos sobre el mantel fue una física tortura, la electricidad era tan palpable que no entendía como Raymond estaba tan ajeno a ella. ¡Por Jesús!, tanto Anastasia como yo jadeábamos con cada roce involuntario, pero era casi imposible detener nuestras pieles, las cuales se reclamaban. Ella estaba tan malditamente adorable con su uniforme escolar, se veía tan inocente ¡Es inocente! su constante temblor que para mí no pasó desapercibido me dejo claro que le afecta mi presencia tanto como a mí la de ella.

¡Por Dios!

¡Me encontraba empalmado en pleno almuerzo!

Y cada vez aquella erección se hacía más potente y pene se sentía más necesitado de atención y sobre todo de un buen sexo femenino ¡Joder! Pero no de cualquier vagina eso lo tenía claro, mi cuerpo y sobre todo mi maldita polla necesitaba de esa vagina joven y sobre todo pura de ella... mi pequeña.

Los recuerdos de su cuerpo desnudo golpeaban mi mente y no dejaban de reproducirse en secuencia en mi mente como fotografías nítidas y a todo color. Y eso, esas imágenes no ayudaban en nada a mi creciente erección. Podía sentir mi frente perlada de un poco de sudor por el gran esfuerzo que significaba permanecer allí, yo me removía buscando un maldito alivio, pero solo empeoraba y que mis ojos traviesos buscaran esa pequeña figura frente a mí solo lo hacía aún más peor. Sé que le transmití esa incomodidad, pues trataba de evitar mi mirada a toda costa, a pesar que en varias ocasiones al inicio de nuestro almuerzo la pille observándome de manera curiosa. Esos ojos azules se centraban en mi, lo podía sentir; pero advirtiendo que mi mirada pronto se posaría en ella, centraba su mirada entre su plato — del que apenas si había probado — su padre o en la ambientación del lugar.

Ella estaba sintiendo lo mismo que yo. Podía sentirlo. Era tan palpable.

Recordarla en ese uniforme simplemente es una tentación, luche por no ir tras de ella cuando fue al servicio de señoritas. Tuve que pelear con mis ojos para no mirarla solo a ella —aunque era lo único que realmente quería hacer— trataba de escuchar a Ray mientras me hablaba de no sé qué mierdas, tuve que aguantarme la rabia cuando tuve que lidiar con mi erección todo el jodido almuerzo y parte de la tarde, hasta que esta mujer apareció para supuestamente hacer "negocios" conmigo.

¡Si claro!

—Christian — aprieto mis dientes. Odio esto. Odio sentirme como lo hago en este momento, niego con la cabeza mientras siento mi frustración se acrecentaba en mi interior con violencia — Grey — repite, levanto mi mano en alto para callarla. Me molesta su maldita voz.

¡Maldita sea, Grey!

—Sal de mi oficina — me acomodo en mi silla mientras trato de alisar mi camisa blanca que quedo totalmente arrugada por el anterior encuentro... encuentro que me ha dejado aún más frustrado, si eso puede ser posible — cierra la puerta al salir.

Mi pequeña Anastasia Steele :::::::::: TERMINADA ::::::::::::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora