-¿Qué hago?
Era una pregunta que nadie me iba a responder, claro. Estaba sola, en el cementerio de Nueva York donde estaba enterrada Aaliyah, sentada en el suelo mirando su lápida. En las ocasiones en las que me encontraba en Nueva York y necesitaba pensar sobre algo muy importante, encontraba la paz estando a su lado, dejándome llevar por lo que me diría mi mejor amiga si estuviera aquí. Ser quien era tenía muchos beneficios, entre ellos poder entrar aquí cuando quisiera. Todo el mundo sabía que Aaliyah y yo éramos inseparables y que había sido como mi hermana. Ella siempre me daba buenos consejos, pero ahora no se encontraba conmigo para decirme lo que debería hacer.
-Maldita sea.-dije en voz alta.- ¿Por qué cojones tuviste que coger ese avión para llegar antes a casa?
Muchas veces me preguntaba si no había sido culpa mía que Aaliyah adelantase el vuelo para venir antes a casa. Me preguntaba si lo había hecho para estar conmigo después de que Marshall y yo hubiésemos roto de aquella manera tan trágica al haber perdido el bebé que estábamos esperando y que yo estuviera desconsolada.
Pero podía haber sido mucho peor.
Yo podía haber estado con ella en aquel avión si hubiese aceptado irme con ella para desconectar de toda la mierda que tenía aquí. No habría tenido a Aylan, no habría vuelto con Marshall y no habría tenido a Sacha y a Mael.
-La vida es una mierda.-dije casi en un susurro.
En el fondo sabía lo que tenía que hacer, pero ¿era lo mismo lo que tenía que hacer con lo que yo quería hacer? Entonces, recordé lo que Aaliyah me había dicho en alguna ocasión:
"Cuando te encuentres ante dos opciones y tengas que elegir, simplemente lanza una moneda al aire. Es un truco que siempre funciona, no solo porque por fuera te saca de dudas, sino porque en ese breve momento en que la moneda está en el aire... de repente sabes que cara quieres que salga."
Comencé a tocarme los bolsillos del vaquero que llevaba puesto desde que había terminado el concierto, donde encontré alguna moneda que me había sobrado al cogerle a Aylan un juguete de una máquina que había en el estadio. Miré la moneda intensamente, y cerré los ojos al darle un beso.
-Deséame suerte.-dije levantando la cabeza para mirar la lápida de Aaliyah.-Sí, cara. No, cruz.
Lancé la moneda al aire y la cogí de nuevo, suspirando antes de abrir la mano y comprobar la respuesta, coincidiendo con lo que había pensado en esos segundos en los que la moneda había estado en el aire. Cerré la mano y me levanté sin perder ni un segundo. Me besé la mano y la pegué contra el frío mármol. Después, me di la vuelta. Pero mirando por encima de mi hombro, sonreí agradecida.
-Hasta la próxima, hermana.
Punto de vista de Marshall
Seguí tumbado en el sofá de casa, esperando tener alguna noticia de Alex. Había salido de aquí hacía más de una hora sin decirme nada más que tenía que pensárselo. ¿El que tenía que pensarse? ¿Si me quería? Sabía que para ella era una decisión difícil, sobre todo porque no creía en el matrimonio: el de sus padres no había funcionado y yo me había casado dos veces con la misma mujer con el mismo resultado negativo. Pero dejarme aquí, así... Me había dolido. La necesitaba y la quería ya aquí. Aunque me dijese que no, sería capaz de aceptarlo. Prefería tenerla con un no contenta, a tenerla con un sí pero infeliz.
-La vida es una puta mierda.-dije susurrando cabreado.
No quería despertar a todo el mundo, ya que habían vuelto a casa cuando les había llamado para contarle que mi pedida de matrimonio había sido un desastre. Todos se habían compadecido y me habían dicho que se iban a quedar conmigo para hacerme compañía, pero yo les había rechazado. Solo quería a una persona y no estaba conmigo.

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Hasta que no te quede nada (EMINEM #2)
RomanceDos años después de la muerte de Proof, Alejandra Rodríguez vive en Nueva York con su madre y con su hijo, lejos de la ciudad de Detroit, la ciudad que una vez fue su casa y donde reside el padre de su hijo. Pero todo cambia un día en que Marshall M...