*Lauren pov*
Camila me gritó que cerrase lo ojos y yo me reí fijando la vista en la televisión, estaba viendo un capítulo de Hora de Aventuras. Camila se reía, decía que yo no maduraba más porque lo que mayormente veía en la televisión eran dibujos animados. Es que eran algo que no podía dejar y tampoco tenía intención de hacerlo.
Sentí los pasos de Junior por el piso, sabía que venía Camila porque él le andaba atrás todo el tiempo. Me giré en el sillón de mi sala justo cuando ella estaba entrando.
Sonreí viendo sus piernas y subiendo por su cuerpo lentamente con mi mirada. Llevaba aquella bata blanca que le llegaba a los muslos y su nombre bordado sobre el lado izquierdo de su pecho. La habíamos comprado juntas hace algunos días cuando fuimos de compras. Se lo estaba probando para mí, según ella. Pero yo no iba a dejar que se lo quitase luego. Estaba equivocada si creía que eso iba a pasar.
Se estaba mordiendo el labio mientras sonreía, parecía divertirle aquello de tener mi mirada sobre ella de una manera para nada inocente. A ella le gustaba eso, le gustaba tener mi atención, le gustaba saber que me encantaba, que me volvía loca y ella sabía bien que tenía ese poder sobre mí. Camila me hacía para el lado que quería cuando y como podía. No iba a negarlo.Se acercó a mí y la tomé de la cintura sentándola a horcajadas de mí y en ningún momento había dejando de morderse el labio mientras sonreía y no quitaba sus ojos de los míos. Cuando estuvo acomodada sobre mis piernas me abrazó del cuello, pero quité sus brazos de allí para dejarlos a un lado y me encargué de deshacer el nudo de la bata, quedándome con la boca abierta cuando descubrí que no llevaba nada, bueno su tanga blanca que era como nada y eso era todo.
Se rió cuando levanté la mirada a ella y su risa me hizo sonreír mientras subía mis manos por sus costados y me acercaba más a ella. Enseguida me besó de una manera húmeda y lenta. Dios. Ella me volvía loca realmente y le salía tan bien, me tenía allí con mis manos sobre todo su cuerpo mientras me besaba y me mordía los labios.
Me alejé luego para ver una vez más su cuerpo desnudo y antes de que me dijera algo me incliné hacia adelante y atrapé uno de sus pechos con mi boca mientras la abrazaba con ambos brazos apretándola contra mi cuerpo. La sentí jadear en cuanto hice aquello y gimió bajito cuando saqué mi lengua. Estaba haciendo que se retorciera entre mis brazos y me apretara los hombros con las manos hasta que decidí que era suficiente.
—Me encanta la bata.—Le dije contra sus labios mientras sonreía.
—A ti te encanta tenerme desnuda, no la bata.—Bajé mis manos para agarrar su culo y me pegó en el hombro.—Para. La carne ya debe estar lista.
—No sé para qué me provocas si luego no te la aguantas.—Le pegué en el culo cuando se levantó para ir a la cocina.
Fui detrás de ella mientras se hacía un nudo con las tiras de la bata asegurando de que no se le vea nada, pero yo luego iba a encargarme de eso mientras cenábamos.
Sacó la carne del horno y las verduras que habíamos preparado juntas minutos atrás y luego buscó platos, los cubiertos y dos copas las cuales me dio a mí para que nos sirviera un poco de vino como cada vez que cenábamos juntas.
Me encantaba pasar tiempo con Camila, normalmente luego de que yo saliera del estudio pasaba por ella o ella venía a casa y veíamos qué hacíamos. Ambas preferíamos siempre quedarnos en casa, cocinar juntas, ver algo en la televisión y luego irnos a la cama. La mayoría de nuestros días juntas se basaban en eso, en estar tranquilas con la otra y me encantaba, me hacía feliz saber que alguien estaba bien conmigo haciendo cosas tan simples como aquellas, como sentarnos en el césped de mi jardín a hablar o estar abrazadas en la cama por horas mientras nos contamos cosas. Esa vida era tan tranquila y era lo que siempre quise con alguien especial. Gracias a Dios me tocó con Camila.
