*Lauren pov*—Sigo pensando que esto es estúpido, Lauren.—Dinah estaba cruzada de brazos sentada en la silla frente a mi escritorio.—Estamos bien, no necesitamos a alguien más.
—Claro que sí.—Fruncí las cejas revisando mi teléfono.—Vamos a agrandar este lugar, por lo tanto podemos tener más estudios, más tatuadores, más clientes. ¿Puedes ser inteligente un momento?
—Lo sé estúpida. Pero me refiero a que no necesitas precisamente ahora contratar a alguien más.—La vi y tenía esa típica mirada de enojo cuando algo no le salía como quería.
—Si te preocupa que vaya a dejarte de lado por mi nueva empleada o ya no seas mi favorita eso no va a pasar.—Me reí escuchando como se levantaba de la silla cansada de mis burlas, las cuales no habían parado desde hace media hora.—¡Hey! Tienes que ayudarme a elegir a quien sea que va a ocupar el cuarto estudio.
—Todos son inútiles, sus trabajos son malos, Lauren.—Negó.
—Te estoy pidiendo que me ayudes a elegir quién va a trabajar con nosotras. De esa manera podremos elegir a alguien que sea realmente bueno y esté a nuestro nivel.—Le guiñé un ojo porque si aquí había alguien con el ego por las nubes era Dinah y se me contagiaba a veces. Estaba en lo cierto, no había visto buenos trabajos. No es que nos creyera perfectas pero debía aceptar que éramos realmente buenas en lo que hacíamos.—Mueve tu culo y llama a quien esté esperando entrar ahora.
—No me mandes.—Me señaló mientras caminaba hasta la puerta.
—Soy tu jefa, te puedo mandar.—Rodó los ojos.—Incluso si quiero te puedo despedir o…
—Adelante.—Me interrumpió hablando seriamente a quien sea que iba a entrar a mi oficina.
Solté una leve risa ante sus actitudes. Dinah era estricta, era tan perfeccionista igual que yo en el trabajo, incluso creo que peor. Es por eso que nunca dudé en haberle pedido que trabajara conmigo, lo mismo pasó con Vero. Ambas podían ser un par de idiotas importantes, pero a la hora de trabajar eran increíblemente buenas.
Mi risa se esfumó junto a mi sonrisa cuando una chica alta, de pelo negro y una sonrisa en su rostro entró a mi oficina viendo todo a su alrededor. Tenía el pelo suelto, jeans, una remera gris mangas cortas y larga, zapatillas haciéndola ver no muy femenina pero linda.
—Hola.—Me vio mientras caminaba hasta la silla frente a mi, donde Dinah le había dicho que se sentara.
Sentí un golpe en mi nuca y entonces me fijé en Dinah que tenía las cejas fruncidas viéndome seriamente. Me fijé otra vez en la chica que ahora nos veía atenta y suspiré concentrándome.
—Hola, soy Lauren Jauregui.—Le sonreí.
—Marie Avgeropoulos.—Me sonrió tendiendo su mano hacia mí sobre la mesa y le devolví la sonrisa viéndola a los ojos.—Gusto en conocerte, Lauren.
—Igualmente.—Dinah se aclaró la garganta a mi lado y entonces solté la mano de aquella chica.—Eh. Bueno… ¿Qué tienes para mostrarnos?
La vi sonreír mientras buscaba algo entre sus papeles y miré a Dinah levantando las cejas al ver su rostro serio y para nada agradable. Claro, después era yo la del mal humor.
—Me dijeron que tenía que traer algunos de mis trabajos.—Habló acercándome una carpeta con fotografías y dibujos en ella.—Si es que necesitan ver más… bueno, puedo traerlos.
Asentí viendo hoja por hoja, había fotografías de tatuajes hechos en varias partes del cuerpo y eran realmente increíbles. Sin duda podía trabajar con nosotras. Pero Dinah seguía con su rostro serio viendo otra carpeta, pasaba las hojas lentamente casi con indiferencia. La hija de puta sabía como poner nervioso a alguien porque ahora Marie estaba viéndonos atenta y sí, estaba nerviosa.
