Jongin es el ballerino rebelde, el cisne sin plumas, el lienzo blanco y la mano extendida esperando afecto.
PROHIBIDO RESUBIR-ADAPTAR-PASAR A PDF-ETCÉTERA.
Advertencia: Abuso sexual, problemas alimenticios, sexo explícito, alusión al suicidio, dramó...
Advertencia de lem... Bueno ya, toda la historia va a seguir teniendo varias veces lemon, ya no avisaré más porque pa qué la necedá.
Mira lo que haces, mira lo que has hecho,
pero en esta jungla no puedes escapar,
(...) Tú y yo, cariño, haciendo el amor como gorilas.
(Bruno Mars, Gorila)
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A las cuatro de la mañana, Jongin llamó a la puerta de su propio departamento; Kyungsoo abrió, tiró de su camiseta y lo empujó hacia la cama. La luz azul iluminaba la habitación, todo estaba limpio, ordenado y olía a incienso, pero lo que le pareció realmente fuera de contexto, fue ver a su novio vestido con saco, corbata y sin zapatos. Sin decir una palabra, su novio tocó un botón de su celular y Bruno Mars empezó a cantar Gorila. El bailarín lo observó empezar a moverse a un ritmo algo lento, luego más acompasado. Sentado en su cama de tatamis y sábanas azules, contempló los ojos del mayor, llenos de malicia cuando empezó a aflojarse la corbata.
Cuando Jongin al fin lo comprendió, empezó a quitarse sus propios zapatos y medias. El mayor se quitó el saco y se lo echó encima, movió su pelvis un par de veces hacia adelante con el ritmo de la música. Jongin tenía una erección durísima entre sus piernas en tanto Kyungsoo empezó a desabotonarse la camisa. El menor estaba boquiabierto y cuando su novio se bajó la cremallera de su pantalón tan solo quería írsele encima y tener sexo duro hasta cocinarse con el calor del medio día. Se desnudó para estar listo en el momento en que la canción acabara, pero Bruno Mars seguía cantando... Ya no lo soportaba. No se perdió ni un instante cuando su novio le dio la espalda y apoyó la mano izquierda contra la pared mientras al ritmo de la música introdujo la mano derecha entre sus pantalones y empezó a... ¿masturbarse?
¡Aaaah, maldito! ¡Idiota! ¡Ven a mí de una vez! ¡Me estás matando! Por lo más sagrado, déjame follarte de una buena vez.
Cuando Kyungsoo se volteó, se podía ver claramente su erección sobresaliendo de su cierre abierto. Se quitó la corbata y se acercó a su novio para pasarla por su cuello, aún la canción no iba a acabar, hacía falta parte de la coreografía, pero Jongin lo atrapó, lo lanzó a la cama y se fue sobre él como un lobo hambriento sacándole los pantalones de encima con brusquedad. Lo besó como si se le fuera la vida en ello, se restregó contra él mientras emitía sonidos eróticos y a un alto volumen e introdujo su dedo índice en el ano de Kyungsoo haciendo que este se quejara de dolor.
—¡Argh! ¡Ten cuidado! —ordenó. Jongin buscó el lubricante y se llenó de él; cuando iba a volver a intentarlo, el mayor recogió sus piernas y se sentó alejado. —Si no te calmas no voy a dejar que me toques. ¿Te parece que quiero morir hoy? —preguntó casi divertido.
—¡Claro que no! —bufó. Jongin se obligó a parecer controlado. A parecer porque en definitiva ya había perdido su cordura.
Se acercó despacio a Kyungsoo quien estaba arrinconado contra la pared. El mayor empezó a jugar mientras era besado, mordía un poco los labios de Jongin y se apartaba, cuando volvía a ser atrapado, gemía y luego se apartaba una vez más.
¡Dios santo! ¿Qué estaba haciéndole aquel hombre? Se preguntó el menor en algún espacio de su consciencia. Se había vuelto loco, ¡loco!
—Háblame en francés —pidió Kyungsoo con un susurro excitado.
¿Qué demonios? Todo el francés que había aprendido se había esfumado de su cabeza. Tuvo que esforzarse para poder empezar.
—Mon amour, mon dieu, je suis à vos pieds, vous Êtes qui me rend fou.
—Amo que me hables en francés —susurró excitado antes de besarlo.
—Y yo te amo a ti, idiota, y te odio. Mira cómo me tienes. Déjame follarte ya o juro que me muero.
—Entonces muere.
—Insensible, bruto —se quejó agarrándolo de los glúteos y sentándolo sobre él. Introdujo el dedo una vez más, esta vez, lubricado. Kyungsoo se arqueó con un gemido de placer, por suerte había encontrado rápido su punto. El barman empezó a masajear mientras el mayor se movía en ondas sobre él, era como si siguiera bailando... Introdujo un segundo dedo y empezó a estirar el ano con ambos.
—No me follarás hasta que te lo esté implorando.
—No seas así —rogó Jongin.
—¿No puedes ponerme a tus pies?
¡Ah, ese enano desesperante!, y pensar que alguna vez fue tímido, ¡ahora era cosa seria! Pero bueno, debía lograrlo o morir intentándolo, era la mejor causa a la que podía entregar su vida. Pasó la lengua por su oreja a sabiendas de que eso lo excitaba.
—Mmm, ¿jugando sucio, Jonginie? —Jadeó.
—¡Mira quién habla! —Lo acostó y empezó a practicarle una felación tan agresiva que obligó a Kyungsoo a retorcerse de placer.
—Si me haces eyacular así, todo acabará antes de empezar y no quieres eso...
Jongin se detuvo y lo miró con ojos de asesino mientras empezó a subir lentamente.
—Claro que no, mon amour, no quiero eso porque espero estar dentro de ti toda la noche... Espero despertar con tus gritos a todo este jodido barrio —sujetó la barbilla de su novio con fuerza—. Espero que mañana no seas capaz de decir tan fácilmente que podrías dejarme.
Ahora estaban hablando en serio, pensó Kyungsoo, ya no estaban jugando. Lo había provocado hasta el límite, Jongin tenía un aspecto fiero y lo besó de la manera menos atenta posible, introdujo su lengua con fuerza, lo mordió, se presionó contra él sin tregua. El mayor quiso separarse, pero el otro sujetó contra la cama la mano que intentó apartarlo, con la otra seguía apresándole el rostro y moviéndolo a su antojo. Un delgado rastro de saliva bajó por la mejilla de Kyungsoo en tanto el menor se frotaba contra él sin penetrarlo. Jadeaba, estaba demente. El universitario estaba inmovilizado bajo el peso del Jongin quien hace mucho que actuaba por puro instinto. Le gustó eso, se sintió tremendamente poderoso porque no sabía que era capaz de enloquecer a otra persona hasta tal punto. Habría jurado que el menor le hubiera dicho que sí a cualquier cosa que en ese momento le pidiera y eso lo excitaba. Logró cerrar sus labios para impedir que Jongin pudiera besarlo, cuando el bailarín lo miró frustrado, él le dedicó su sonrisa más perversa. No podía evitar seguir atizando el fuego.