28: Poción multijugos I

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Por fin concluyó el trimestre, y sobre el colegio cayó un silencio tan vasto como la nieve en los campos.
Era increíble, por más solitario o lúgubre que sonara, ahora nosotros prácticamente gobernábamos la torre
de Gryffindor, lo que quería decir que podíamos jugar al snap explosivo dando voces y sin molestar a nadie, o podíamos batirnos en duelo en privado. Fred, George y Ginny habían preferido quedarse en el colegio a ir a visitar a Bill a Egipto con sus padres. Percy, que desaprobaba lo que llamaba su infantil comportamiento, no pasaba mucho tiempo en la sala común de Gryffindor. Ya había dicho en tono presuntuoso que se quedaba en Navidad porque era el deber de un prefecto ayudar a los profesores durante los períodos difíciles.
Amaneció el día de Navidad, frío y blanco. Hermione me había sacudido hasta que porfin me pudo despertar.
—¡Eso no es mío, lo juro!—desperté sobresaltada, para luego ver a Hermione que me vio confundida y luego se rió—. Oh, hola, feliz navidad.
—Feliz Navidad, Lails.—me respondió.—Ven, vamos, tenemos que ir a despertar a los chicos!
—¡Pero es muuuuuuy tempranooo!—dije entre bostezos.
—¿Qué estabas soñando?—preguntó de repente curiosa.
De un salto me levante de la cama.
—Muy bien, vamos a por nuestros amigos

🐍

Una vez ya vestidas y con los presentes para ellos, fuimos a su habitación, yo fui a una de las camas desocupadas mientras que Hermione se dirigía a la ventana.
—¡Despertad! —dijo en voz alta, abriendo las cortinas de la ventana.
—Oigan..., saben que no pueden entrar aquí —dijo Ron, protegiéndose los ojos de la luz.
—Diablos, Feliz Navidad a ti también Weasley—le dije para que luego Hermione y yo le arrojáramos nuestros regalos.
— Me he levantado hace casi una hora, para añadir más crisopos a la poción. Ya está lista.—dijo Hermione.
Harry se sentó en la cama, despertando por completo de repente.
—¿Estás segura?
—Del todo —dijo Hermione, apartando a la rata Scabbers para poder sentarse a los pies de la cama—. Si nos decidimos a hacerlo, creo que tendría que ser esta noche.
En aquel momento, Hedwig aterrizó en el dormitorio, llevando en el pico un paquete muy pequeño.
—Hola —dijo contento Harry, cuando la lechuza se posó en su cama—, ¿me hablas de nuevo?
La lechuza le picó en la oreja de manera afectuosa, gesto que resultó ser mucho mejor regalo que el que le llevaba, que era de los Dursley.
—¿Qué es?—pregunte curiosa parándome de la cama, mientras le comencé a acariciar las plumas a Hedwig y la lechuza se dejaba querer.
Éstos le enviaban un mondadientes y una nota en la que le pedían que averiguara si podría quedarse en Hogwarts también durante las vacaciones de verano.
Mis regalos de Navidad fueron una pequeña figura de madera de un dragón de parte de Hagrid, era preciosa, Ron; me regaló un nuevo macetero para la planta en la que vivían mis bowtruckles, Hermione me había comprado un lindo broche para el cabello, Harry; un increíble libro de dragones con la una nota que decía "algún día seguirás tu plan" Mis abuelos no me habían enviado nada ya que establecimos la regla de siempre darnos el regalo cara a cara y mi tío Remus me envió una foto de él y mamá cuando estaban en sexto año, mamá quería parecer más alta así que estaba de pie y después daba un pequeño salto. Abrí el último regalo para encontrarme porfin un jersey nuevo, tejido a mano por la señora Weasley, marca registrada.

El Gran Comedor relucía por todas partes. No sólo había una docena de árboles de Navidad cubiertos de escarcha, y gruesas serpentinas de acebo y muérdago que se entrecruzaban en el techo, sino que de lo alto caía nieve mágica, cálida y seca. Cantamos villancicos, y Dumbledore nos dirigió en algunos de sus favoritos. Hagrid gritaba más fuerte a cada copa de ponche que tomaba. Percy, que no se había dado cuenta de que Fred le había encantado su insignia de prefecto, en la que ahora podía leerse «Cabeza de Chorlito», no paraba de preguntar a todos de qué se reían.
Harry y Ron apenas habían terminado su tercer trozo de tarta de Navidad, y yo...bueno ya ya había perdido la cuenta cuando Hermione nos hizo salir del salón con ella para ultimar los planes para la noche.
—Aún nos falta conseguir algo de las personas en que os vais a convertir —dijo Hermione sin darle importancia, —. Y, desde luego, lo mejor será que podáis conseguir algo de Crabbe y de Goyle; como son los mejores amigos de Malfoy, él les contaría cualquier cosa. Y también tenemos que asegurarnos de que los verdaderos Crabbe y Goyle no aparecen mientras lo interrogamos.
»Lo tengo todo solucionado —siguió ella tranquilamente y sin hacer caso de las caras atónitas de Harry y Ron y a la mía que era de sorpresa, por dentro Hermione era una mente malvada. Les enseñó dos pasteles redondos de chocolate—. Los he rellenado con una simple pócima para dormir. Todo lo que tenéis que hacer es aseguraros de que Crabbe y Goyle los encuentran. Ya sabéis lo glotones que son; seguro que se los tragan. Cuando estén dormidos,
los esconderemos en uno de los armarios de la limpieza y les arrancaremos unos pelos.
Harry y Ron se miraron incrédulos.
—Hermione, no creo...
—Podría salir muy mal...
Pero Hermione los miró con expresión severa, como la que veíamos a veces adoptar a la profesora McGonagall.
—La poción no nos servirá de nada si no tenemos unos pelos de Crabbe y Goyle —dijo con severidad—. Queréis interrogar a Malfoy, ¿no?
—De acuerdo, de acuerdo —dijo Harry—. Pero ¿y tú? ¿A quién se lo vas a arrancar tú?
—¡Yo ya tengo el mío! —dijo Hermione alegre, sacando una botellita diminuta de un bolsillo y enseñándonos un único pelo que había dentro de ella—. ¿Os acordáis de que me batí con Millicent Bulstrode en el club de duelo? ¡Al estrangularme se dejó esto en mi túnica! Y se ha ido a su casa a pasar las Navidades. Así que lo único que tengo que decirles a los de Slytherin es que he decidido volver. Y claro Laila se puede transformar en Pansy y decir la misma excusa.
Al marcharse Hermione corriendo para ver cómo iba la poción multijugos, Ron se volvió hacia nosotros dos con una expresión fatídica.
—¿Habrán oído alguna vez un plan en el que pudieran salir mal tantas cosas?
—¿Habrán oído alguna vez a Hermione tan emocionada por romper las reglas? Disfruta el momento Ronald.
Pero, para sorpresa de Harry y de Ron, la primera fase de la operación resultó tan sencilla como Hermione había supuesto. Nos escondimos en el vacío vestíbulo después de la merienda de Navidad, esperando a Crabbe y a Goyle, que se habían quedado solos en la mesa de Slytherin, acometiendo cuatro porciones de bizcocho. Harry había dejado los pasteles de chocolate en el extremo del pasamanos. Al ver a Crabbe y Goyle salir del Gran Comedor, nos ocultamos rápidamente detrás de una armadura, junto a la puerta principal.
—¿Cuánto puede llegar uno a engordar? —susurró Ron entusiasmado al ver que Crabbe, lleno de alegría, señalaba a Goyle los pasteles y los cogía. Sonriendo de forma estúpida, se metieron los pasteles enteros en la boca. Los masticaron glotonamente durante un momento, poniendo cara de triunfo. Dios mío, ¿a esto estamos evolucionando? Luego, sin el más leve cambio en la expresión, se desplomaron de espaldas en el suelo.
Lo más difícil fue arrastrarlos hasta el armario, al otro lado del vestíbulo. En
cuanto los tuvimos bien escondidos entre las fregonas y los calderos, Harry arrancó un par de pelos como cerdas, de los que Goyle tenía bien avanzada la frente, y Ron arrancó a Crabbe también algunos. Les cogieron asimismo los zapatos, porque los suyos eran demasiado pequeños para el tamaño de los pies de Crabbe y Goyle.Les puse dos pulgares arriba antes de echar a correr hasta los aseos de Myrtle la Llorona.
Apenas podía ver nada a través del espeso humo negro que salía del retrete en que Hermione estaba removiendo el caldero. Subiéndonos las túnicas para taparnos la cara, llamamos suavemente a la puerta.
—¿Hermione?
Se oyó el chirrido del cerrojo y salió Hermione, con la cara sudorosa y una mirada inquieta. Tras ella se oía el gluglu de la poción que hervía, espesa como melaza. Sobre la taza del retrete había tres vasos de cristal ya preparados.
Harry sacó el pelo de Goyle.
—Bien. Y yo he cogido estas túnicas de la lavandería —dijo Hermione, enseñándoles una pequeña bolsa—. Necesitaréis tallas mayores cuando os hayáis convertido en Crabbe y Goyle.
Los cuatro miramos el caldero. Vista de cerca, la poción parecía barro espeso y oscuro que borboteaba lentamente.
Pobres almas en desgracia.
—Estoy segura de que lo he hecho todo bien —dijo Hermione, releyendo nerviosamente la manchada página de Moste Potente Potions—. Parece que es tal como dice el libro... En cuanto la hayamos bebido, dispondremos de una hora antes de volver a convertirnos en nosotros mismos.
—¿Qué se hace ahora? —murmuró Ron.
—La separamos en los tres vasos y echamos los pelos.
Hermione sirvió en cada vaso una cantidad considerable de poción. Luego, con mano temblorosa, trasladó el pelo de Millicent Bulstrode de la botella al primero de los vasos.
La poción emitió un potente silbido, como el de una olla a presión, y empezó a salir muchísima espuma. Al cabo de un segundo, se había vuelto de un amarillo asqueroso.
—Aggg..., esencia de Millicent Bulstrode —dijo Ron, mirándolo con aversión—. Apuesto a que tiene un sabor repugnante.
—Si ya de por sí su color es asqueroso—murmure.—. Mmmmm...¿me preguntó que pasaría si pongo uno mio?
—De seguro saldría algo muy rosa—me respondió Ron.
—Echad los vuestros, venga —les dijo Hermione.
Harry metió el pelo de Goyle en el vaso del medio, y Ron, el pelo de Crabbe en el último. Una y otra poción silbaron y echaron espuma, la de Goyle se volvió del color caqui de los mocos, y la de Crabbe, de un marrón oscuro y turbio.
—Esperad —dijo Harry, cuando Ron y Hermione cogieron sus vasos—. Será mejor que no los bebamos aquí juntos los tres: al convertirnos en Crabbe y Goyle ya no estaremos delgados. Y Millicent Bulstrode tampoco es una sílfide.
—Bien pensado —dijo Ron, abriendo la puerta—. Vayamos a retretes separados.
Con mucho cuidado para no derramar una gota de poción multijugos, Harry pasó al del medio.
—¡Suerte!–les grite mientras me volvían al espejo y trataba de concentrarme en convertirme en ese asqueroso ser humano.
—¿Listos? —preguntó Harry
—Listos —le contestaron las voces de Ron y Hermione.
—A la una, a las dos, a las tres...
No oi sobre ellos en unos minutos mientras me concentraba en repasar cada pequeño detalle de Pansy, si se le formaban líneas al sonreír, si tenía hoyuelos, exactamente hasta qué punto tenía el pelo, sus ojos, sus cejas, la anchura de sus hombros, que tan alta y que tan baja era, no podía pensar en otra persona, de otra forma se formaría cualquier cosa, incluso una catástrofe. Tuve los ojos cerrados todo el tiempo mientras sentía cambiar incluso mis manos, era fácil cambiar el color de mi cabello, de mis ojos e incluso mi nariz, pero cambiar completamente era muy difícil. Lo único que escuchaba era a Myrtle sollozar de tristeza al fondo de los aseos. Cuando sentí que había capturado la asquerosa esencia de Pansy a la perfección abrí los ojos y casi salté sorprendida al ver cómo Pansy me miraba en el espejo.
—Dios santo...soy increíble—murmure tocándome la cara.
—¿Estáis bien? — la voz baja y áspera de Goyle se escuchó; era Harry.
—Sí —alguien contestó, el gruñido de Crabbe.
—¿Laila?
—Oki Doki.
Harry abrió su puerta y se acercó al espejo quebrado. Goyle le devolvió la mirada con ojos apagados y hundidos en las cuencas. Harry se rascó una oreja, tal como hacía Goyle.
—¡Te ves horrible!—exclame.
Se abrió la puerta de Ron. Y los tres nos miramos. Salvo por estar pálido y asustado, Ron era idéntico a Crabbe en todo, desde el pelo cortado con tazón hasta los largos brazos de gorila.
—Es increíble —dijo Ron, acercándose al espejo y pinchando con el dedo la nariz chata de Crabbe—. Increíble.
—Mejor que nos vayamos —dijo Harry, aflojándose el reloj que oprimía la gruesa muñeca de Goyle—. Aún tenemos que averiguar dónde se encuentra la sala común de Slytherin. Espero que demos con alguien a quien podamos seguir hasta allí.
Ron dijo, contemplando a Harry:
—No sabes lo raro que se me hace ver a Goyle pensando. Oh Laila, te ves fea.
—¡Tu te ves horrendo!—exclamé feliz—. ¡Hermione eres una genio!
Ron golpeó en la puerta de Hermione.
—Vamos, tenemos que irnos...
Una voz aguda contestó:
—Me... me temo que no voy a poder ir. Id vosotros sin mí.
—Hermione, ya sabemos que Millicent Bulstrode es fea, nadie va a saber que eres tú.
—No, de verdad... no puedo ir. Daos prisa vosotros, no perdáis tiempo.
Los vi con una ceja alzada, ambos parecían desconcertados.
—Pareces Goyle —dijo Ron—. Siempre pone esta cara cuando un profesor pregunta.
—Hermione, ¿estás bien? —preguntó Harry a través de la puerta.
—Sí, estoy bien... Marchaos.
Harry miró el reloj. Ya habían transcurrido cinco de los preciosos sesenta minutos.
—Espera aquí hasta que volvamos, ¿vale? —dijo él.
Harry y Ron abrieron con cuidado la puerta de los lavabos, comprobaron que no había nadie a la vista y salimos.
—No muevas así los brazos —susurró Harry a Ron. —¿Eh?
—Crabbe los mantiene rígidos...
—¿Así?
—Sí, mucho mejor.

¿Como describirían a Laila en una palabra?😂😂
Por el regalo de Harry recuerden que Laila dijo que ella iría al ministerio y se autodeclararía ministra con sus dragones 🐉

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz