—Ya sabía que Salazar Slytherin era un viejo chiflado y retorcido —nos dijo Ron, mientras se abrían camino por los abarrotados corredores al término de las clases, para dejar las bolsas en la habitación antes de ir a cenar—. Pero lo que no sabía es que hubiera sido él quien empezó todo este asunto de la limpieza de sangre. No me quedaría en su casa aunque me pagaran.
Sinceramente, si el Sombrero Seleccionador hubiera querido mandarme a Slytherin, yo me habría vuelto derecho a casa en el tren.
Hermione asintió entusiasmada con la cabeza, pero Harry no dijo nada, lo que me extrañó, Harry también se quejaba mucho de Slytherin, y yo también lo hacía, hasta que me di cuenta que yo podría haber quedado en Slytherin, aunque casi quedo en Hufflepuff, pero soy muy arrogante y aveces muy ambiciosa, tenía todas las posibilidades de quedar en Slytherin, pero el sombrero decidió ponerme en Gryffindor, creo que si hubiera quedado en Slytherin ahora mismo sería una completa narcisista...
Más de lo que ya soy.
De pronto, vi más borroso y sentí que caminaba más lento en comparación a mis amigos, me sentí cansada, muy cansada, como si hubiera corrido por todo Hogwarts, y mis piernas ya no podían sostenerme, además de mareada.
—Uh...chicos–dije, no supe si me escucharon o no, solo sé que choque contra Ron y de inmediato dos pares de brazos me sujetaron.
—¡Laila!
Después de pestañear varias veces, vi que eran Harry y Ron que me sostenían y me sentaban en el suelo, Hermione inmediatamente se arrodilló a mi lado.
—¿Laila? ¿Estas bien? ¿Que pasa?
—Hay que llevarla donde la señora Pomfrey–dijo Harry pero negué con la cabeza.
—No...no...se preocupen...es la-la falta de Hierro.
—¿Hierro?—preguntó Ron sin entender.
Los tres se sentaron alrededor mío y suspiré, sintiendo mucho mejor.
—Ser vegetariana me causa problemas, no es siempre bonito y madre naturaleza, tenía 10 años cuando me desmayé, mis abuelos estaban tan preocupados que me llevaron a San Mungos, me dijeron que sin comer carne mi cuerpo no tiene hierro, lo que causa que me sienta débil.
—Creo que todavía deberías ir donde la señora Pomfrey—dijo Hermione.
—Nah—dije quitándole importancia—. Iré en un par de días a buscar una pócima, pero por mientras estaré bien, pero venga ayúdenme.
Ron y Harry estiraron sus manos y me ayudaron a pararme, después de un par de minutos de apoyarme en el hombro de Hermione pude caminar por mi sola. Ahora estábamos empujados por la multitud.
—¡Eh, Harry!
—¡Hola, Colin! —dijo Harry, no yo me había dado cuenta de donde había aparecido el niño.
—Harry, Harry.., en mi clase un chico ha estado diciendo que tú eres...
Pero Colin era demasiado pequeño para luchar contra la marea de gente que lo llevaba hacia el Gran Comedor. Le oyeron chillar:
—¡Hasta luego, Harry!—Y desapareció.
—¿Qué es lo que dice sobre ti un chico de su clase? —preguntó Hermione.
—Que soy el heredero de Slytherin, supongo —dijo Harry.
—La gente aquí es capaz de creerse cualquier cosa —dijo Ron, con disgusto.
La masa de alumnos se aclaró, y conseguimos subir sin dificultad al siguiente rellano.
—¿Crees que realmente hay una Cámara de los Secretos? —preguntó Ron a Hermione.
—No lo sé —respondió ella, frunciendo el entrecejo—. Dumbledore no fue capaz de curar a la Señora Norris, y eso me hace sospechar que quienquiera que la atacase no debía de ser..., bueno...
—¿humano?–pregunte
—Si
Al doblar la esquina nos encontramos en un extremo del mismo corredor en que había tenido lugar la agresión. El lugar estaba tal como lo habíamos encontrado aquella noche, salvo que ningún gato tieso colgaba de la argolla en que se fijaba la antorcha, y que había una silla apoyada contra la pared del mensaje: «La cámara ha sido abierta.»
—Aquí es donde Filch ha estado haciendo guardia —dijo Ron.
El corredor se encontraba desierto.
—No hay nada malo en echar un vistazo —dijo Harry, dejando la bolsa en el suelo y poniéndose a gatear en busca de alguna pista.
—Claro-dije con sarcasmo—. Solo nos veremos más sospechosos de lo que ya somos.
—¡Esto está chamuscado! —dijo—. ¡Aquí... y aquí!
Fui con Hermione a la ventana más próxima, y fruncí el ceño al ver la escena que estaba delante de mi; una veintena de arañas estaban escabulléndose según parecía tratando de penetrar por una pequeña grieta en el cristal. Un hilo largo y plateado colgaba como una soga, y daba la impresión de que las arañas lo habían utilizado para salir apresuradamente.
—¡Ven y mira esto! —dijo Hermione a Harry—. Es extraño.
—¿Habíais visto alguna vez que las arañas se comportaran así? — preguntó Hermione, perpleja, pero en realidad me estaba viendo a mi.
—No—dije negando con la cabeza—. Nunca, parecen...asustadas, muy asustadas.
—Yo no —dijo Harry—. ¿Y tú, Ron? ¿Ron?
Nos dimos la vuelta para ver a Ron, que había retrocedido y parecía estar luchando contra el impulso de salir corriendo.
—¿Qué pasa? —le preguntó Harry.
—No... no me gustan... las arañas —dijo Ron, nervioso.
—No lo sabía —dijo Hermione, mirando sorprendida a Ron—. Has usado arañas muchas veces en la clase de Pociones...
—Si están muertas no me importa —explicó Ron, quien tenía la precaución de mirar a cualquier parte menos a la ventana—. No soporto la manera en que se mueven.
Hermione soltó una risita tonta, haciendo que yo también me riera un poco.
—No tiene nada de divertido —dijo Ron impetuosamente—. Si quieren saberlo, cuando yo tenía tres años, Fred convirtió mi... mi osito de peluche en una araña grande y asquerosa porque yo le había roto su escoba de juguete. A ti tampoco te harían gracia si estando con tu osito, le hubieran salido de repente muchas patas y...
Dejó de hablar, estremecido. Era evidente que Hermione seguía aguantándose la risa. Pensando que sería mejor cambiar de tema, Harry dijo:
—¿Recordáis toda aquella agua en el suelo? ¿De dónde vendría? Alguien ha pasado la fregona.
—Estaba por aquí —dijo Ron, recobrándose y caminando unos pasos más allá de la silla de Filch para indicárselo—, a la altura de esta puerta.
Asió el pomo metálico de la puerta, pero retiró la mano inmediatamente, como si se hubiera quemado.
—¿Qué pasa? —preguntó Harry
—No puedo entrar ahí —dijo Ron bruscamente—, es un aseo de chicas.
—Pero Ron, si no habrá nadie dentro —dije con Hermione—; aquí es donde está Myrtle la Llorona. Venga, no tengan miedo.
Y sin hacer caso del letrero de «No funciona», abri la puerta.
Como siempre el baño era un asco, en mal estado, con el suelo mojado y reflejaba la luz triste que daban las llamas de unas pocas velas que se consumían en sus palmatorias. Las puertas de los retretes estaban rayadas y rotas, y una colgaba fuera de los goznes. (Creo que está fui yo cuando estaba muy aburrida)
Hermione les pidió silencio con un dedo en los labios y se fue hasta el último retrete. Cuando llegó, dijo:
—Hola, Myrtle, ¿qué tal?
Harry y Ron se acercaron a ver. Myrtle la Llorona estaba sobre la cisterna del retrete, reventándose un grano de la barbilla, parecía una enorme montaña.
—Esto es un aseo de chicas —dijo, mirando con recelo a Harry y Ron—. Y ellos no son chicas.
—Bueno...aveces actúan como unas—dije encogiéndome de hombros.
—No —confirmó Hermione—. Sólo quería enseñarles lo... lo bien que se está aquí.
Con la mano, indicó vagamente el espejo viejo y sucio, y el suelo húmedo.
—Pregúntale si vio algo —dijo Harry a Hermione, sin pronunciar, para que le leyera en los labios.
—¿Qué murmuras? —le preguntó Myrtle, mirándole.
—Nada —se apresuró a decir Harry—. Queríamos preguntar...
—¡Me gustaría que la gente dejara de hablar a mis espaldas! —dijo Myrtle, con la voz ahogada por las lágrimas—. Tengo sentimientos, ¿sabéis?, aunque esté muerta.
—Myrtle, nadie quiere molestarte —dijo Hermione—. Harry sólo...
—¡Nadie quiere molestarme! ¡Ésta sí que es buena! —gimió Myrtle—. ¡Mi vida en este lugar no fue más que miseria, y ahora la gente viene aquí a amargarme la muerte!
—Queríamos preguntarte si habías visto últimamente algo raro —dije apresuradamente y en el tono más cortes que pude—. Porque la noche de Halloween agredieron a un gato justo al otro lado de tu puerta.
—¿Viste a alguien por aquí aquella noche? —le preguntó Harry.
—No me fijé —dijo Myrtle con afectación—. Me dolió tanto lo que dijo Peeves, que vine aquí e intenté suicidarme. Luego, claro, recordé que estoy..., que estoy...
—Muerta ya —dijo Ron, con la intención de ayudar. Myrtle sollozó trágicamente, se elevó en el aire, se volvió y se sumergió de cabeza en la taza del retrete, salpicándonos, y desapareció de la vista; a juzgar por la procedencia de sus sollozos ahogados, debía de estar en algún lugar del sifón.
Hermione, que ya estaba harta, se encogió de hombros, y les dijo:
—Tratándose de Myrtle, esto es casi estar alegre.
—Yup—dije, queriendo salir de este baño—Bueno, vámonos...
Harry acababa de cerrar la puerta a los sollozos gorjeantes de Myrtle, cuando una potente voz nos hizo dar un respingo a los cuatro.
—¡RON!
Percy Weasley, con su resplandeciente insignia de prefecto, se había detenido al final de las escaleras, con una expresión de susto en la cara.
—¡Esos son los aseos de las chicas! —gritó—. ¿Qué estás haciendo?
—Sólo echaba un vistazo —dijo Ron, encogiéndose de hombros—. Buscando pistas, ya sabes...
Percy parecía a punto de estallar. Casi como la señora Weasley.
—Marchaos... fuera... de aquí... —dijo, caminando hacia nosotros con paso firme y agitando los brazos para echarnos —. ¿No os dais cuenta de lo que podría parecer, volver a este lugar mientras todos están cenando?
—¿Por qué no podemos estar aquí? —repuso Ron acaloradamente, parándose de pronto y enfrentándose a Percy—. ¡Escucha, nosotros no le hemos tocado un pelo a ese gato!
—Eso es lo que dije a Ginny —dijo Percy con contundencia—, pero ella todavía cree que te van a expulsar. No la he visto nunca tan afectada, llorando amargamente. Podrías pensar un poco en ella, y además, todos los de primero están asustados.
—A ti no te preocupa Ginny —replicó Ron, enrojeciendo hasta las orejas—, a ti sólo te preocupa que yo eche a perder tus posibilidades de ser Representante del Colegio.
—¡Cinco puntos menos para Gryffindor! —dijo Percy secamente, llevándose una mano a su insignia de prefecto—. ¡Y espero que esto te enseñe la lección! ¡Se acabó el hacer de detective, o de lo contrario escribiré a mamá!
Y se marchó con el paso firme y la nuca tan colorada como las orejas de Ron.
Aquella noche, en la sala común, los cuatro escogimos los asientos más alejados del de Percy. Ron estaba todavía de muy mal humor y seguía emborronando sus deberes de Encantamientos. Cuando, sin darse cuenta, cogió su varita mágica para quitar las manchas y el pergamino empezó a arder, haciendo que inmediatamente lo viera. Casi echando tanto humo como sus deberes, Ron cerró de golpe El libro reglamentario de hechizos (clase 2).Y me sorprendí aún más cuando Hermione lo imitó.
—Pero ¿quién podría ser? —dijo con voz tranquila, como si continuara una conversación que hubiéramos estado con manteniendo—. ¿Quién querría echar de Hogwarts a todos los squibs y los de familia muggle?
—Pensemos —dijo Harry con simulado desconcierto—. ¿Conocemos a alguien que piense que los que vienen de familia muggle son escoria?
Yo y Hermione tuvimos una silenciosa conversación telepática, no podía ser Malfoy, era un cobarde
—Si te refieres a Malfoy...–dije con duda.
—¡Naturalmente! —dijo Ron—. Ya lo oísteis: «¡Los próximos seréis los sangre sucia!» Venga, no hay más que ver su asquerosa cara de rata para saber que es él...
—¿Malfoy, el heredero de Slytherin? —dijo escépticamente Hermione.
—Fíjate en su familia —dijo Harry, cerrando también sus libros—. Todos han pertenecido a Slytherin, él siempre alardea de ello. Podrían perfectamente ser descendientes del mismo Slytherin. Su padre es un verdadero malvado.
—¡Podrían haber conservado durante siglos la llave de la Cámara de los Secretos! —dijo Ron—. Pasándosela de padres a hijos...
—Bueno —dijo cautamente Hermione—, supongo que puede ser.
—Pero ¿cómo podríamos demostrarlo? —pregunte—. No me malinterpreten, Malfoy es ruin y malvado, pero ¿Él petrificar a la gata de Filch?
—Habría una manera —dijo Hermione hablando despacio, bajando aún más la voz y echando una fugaz mirada a Percy—. Por supuesto, sería difícil. Y peligroso, muy peligroso. Calculo que quebrantaríamos unas cincuenta normas del colegio.
—Si, dentro de un mes más o menos, te parece que podrías empezar a explicárnoslo, háznoslo saber, ¿vale? —dijo Ron, airado.
—De acuerdo —repuso fríamente Hermione—. Lo que tendríamos que hacer es entrar en la sala común de Slytherin y hacerle a Malfoy algunas preguntas sin que sospeche que somos nosotros.
—Pero eso es imposible —dijo Harry, mientras Ron se reía.
—No, no lo es —repuso Hermione—. Lo único que nos haría falta es una
poción multijugos.
—¿Qué es eso? —preguntaron a la vez Harry y Ron.
—Snape la mencionó en clase hace unas semanas.
—¿Piensas que no tenemos nada mejor que hacer en la clase de Pociones que escuchar a Snape? —dijo Ron.
—Esa poción lo transforma a uno en otra persona. ¡Pensad en ello! Nos podríamos convertir en tres estudiantes de Slytherin. Nadie nos reconocería. Y seguramente Malfoy nos diría algo. Lo más probable es que ahora mismo esté alardeando de ello en la sala común de Slytherin. Será más fácil hacerla ya que Laila no tiene que tomarla, ella puede convertirse en quien quiera.
—Tienes razón, mi lista amiga—dije mientras mis ojos se volvían rojos.
—No hagas eso, da miedo–me dijo Ron, haciendo que rodara los ojos y los volviera a mi color azul normal.
—Esto del multijugos me parece un poco peligroso —dijo Ron, frunciendo el entrecejo—. ¿Y si nos quedamos para siempre convertidos en tres de Slytherin?
—El efecto se pasa después de un rato —dijo Hermione, haciendo un gesto con la mano como para descartar ese inconveniente—, pero lo realmente difícil será conseguir la receta. Snape dijo que se encontraba en un libro llamado Moste Potente Potions que se encuentra en la Sección Prohibida de la biblioteca.
Solamente había una manera de conseguir un libro de la Sección Prohibida: con el permiso por escrito de un profesor.
—Será difícil explicar para qué queremos ese libro si no es para hacer alguna de las pociones—dije
—Creo —dijo Hermione— que si consiguiéramos dar la impresión de que estábamos interesados únicamente en la teoría, tendríamos alguna posibilidad...
—No te fastidia... ningún profesor se va a tragar eso —dijo Ron—. Tendría que ser muy tonto...
—Oh, Ronald...—canturree con una idea en mi mente.Quería incluir los problemas de Laila al ser vegetariana, para que (las que son carnívoras como yo) vean que mi Laila es un poco frágil de salud.
ALGUIEN TIENE ALGUNA IDEA SOBRE FUNCIONES?!? POR QUE f(x)= ME TIENE HARTA

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Laila Scamander y El Heredero de Slytherin
फैनफिक्शन#2 «-¿Lo prometes? -Lo prometo» Ninguna carta, ninguna excusa, ningún regalo Muggle, ningún signo de vida y aún así le había enviado un regalo de cumpleaños. Laila Scamander iba a matar a Harry Potter. Pensando que después del primer año Hogwarts vo...