La guerra del Abismo de Helm

959 92 2
                                    

.:: Cuernavilla, El Abismo de Helm ::.
.

.

.

Se colocó la armadura y la ajustó a su medida. Lo tenía todo preparado. Estaba mentalizada de que iba a poner en riesgo su vida, de que quizás ya nunca más volvería a ver a su madre por culpa de esta decisión. Pero no le preocupaba mucho; puede que así por fin las personas la valoren más, la tomen en cuenta... Quería ser alguien importante en la historia de Rohan, quería ser recordada por sus propios logros, no por sus fallos, quería que la conocieran como Arian Pemberton, la mujer que disputó la batalla contra Sauron, no la traviesa niña que siempre andaba fastidiando todo con su torpeza. Estaba cansada de ser el hazmerreír de Edoras.

El peso de la armadura fue la única dificultad que ella se encontró a la hora de salir de aquella sala. Su vestido estaba tirado por el suelo y debajo de la armadura solo llevaba puesta la ropa interior. Se sentía extraña, pero segura de si misma. Al salir, observó los pasillos, desiertos, pero no silenciosos. Los gritos de guerra, dolor y muerte se escuchaban desde dentro de la fortaleza.

Arian suspiró hondo. Sabía que podía manejar mejor la espada que cualquier otra dama de Edoras, mas eso no le hacía sentir muy segura. Su mano temblaba, sentía sus piernas temblar, todo el cuerpo en sí lo hacía. Pero no. No debía dejar que la conciencia le haga echarse para atrás. Tenía que estar decidida, firme, sabiendo bien lo que hacía, porque, sino, ya no serviría de nada. Si se dirigía al campo de batalla insegura, moriría, era lo más probable. Por eso debía confiar en sí misma.

Entonces, fue cuando observó a unos soldados correr hacía quién sabe donde y ella decidió seguirles, puede que así, supiera orientarse mejor por aquí, porque se sentía perdida dentro de la fortaleza.

    —¡Vosotros! ¡Esperad! — exclamó para intentar llamar su atención.

Los dos soldados se giraron hacia ella y la analizaron detenidamente. No se notaba que era una mujer porque todo su cuerpo estaba cubierto por el metal de la armadura, pero su voz les resultó extraña, sí que llamaba la atención.

    — ¿Ocurre algo? Debemos ir rápido, ¡Nos necesitan!

    — Estoy algo perdido, ¿Podéis llevarme con vosotros? — habló intentando sonar más masculina, aunque su voz no fuera de las más graves. Aún sonaba delicada, temblorosa y aguda, pero tuvo la suerte de que gracias a su estatura podía pasar desapercibida como si fuera un niño.

Los soldados suspiraron impacientes y asintieron con rapidez. A Arian no le dio tiempo a reaccionar cuando se dio cuenta de que ya habían iniciado su marcha de nuevo. Corrió hasta alcanzarles y junto a ellos caminó por los pasadizos de Cuernavilla.

De pronto la conciencia empezó recordarle la insensatez que estaba a punto de cometer, o el disgusto que se llevaría su madre si ella no salía viva de esta, mas, no dejó que le surgiera mucho efecto pues las puertas hacia la muerte estaban abiertas y se veía la sangre derramada por el suelo como el flujo de agua de un río.

Justo en el momento en el que se abrieron las puertas, sus acompañantes corrieron lanzando un grito de guerra: “¡¡Por Rohan y Edoras!!”

En ese momento Arian pensó en su padre, y en cómo había dejado su piel y su vida en aquella batalla y los remordimientos e inseguridades desaparecieron. Iba a luchar por su padre. Iba a luchar y defender a su pueblo como él lo había hecho. Iba a vengar la vida que le habían arrebatado de su lado, porque sabía que desde donde quiera que él estuviese la estaría observando con orgullo.

Desenvainó la espada en el momento en el que sintió uno de esos horrendos orcos acercarse hacia ella. El sonido de los metal chocar sonó fuertemente, pero pasaba desapercibido entre el barullo de personas gritando de dolor o suplicando clemencia. Ese orco era el doble que ella, y por lo tanto más pesado y rígido. Arian se movía con agilidad y su cuerpo menudo esquivaba rápidamente los golpes que él le propinaba.

Memorias de Rohan ━━ lotr ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt