Memorias de Rohan ━━ lotr ©

La niña, la espada y la batalla

.:: Abismo de Helm ::.
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Un joven de apenas una veintena ya cumplida, corrió como si no hubiera un mañana por los pasillos de la fortaleza del Abismo de Helm. Tenía que buscar rápidamente al rey Théoden para avisarle de las malas nuevas que habían llegado.

     — ¡Mi lord! — gritó el guardia, que cuidaba la puerta principal del castillo de Cuernavilla. Estaba agitado y sudoroso y en su rostro se notaba un cierto ápice de preocupación.

Todas las miradas recayeron en él. Aragorn le observó temiéndose ya lo peor. El Rey Théoden se acercó hasta el muchacho y le hizo una señal para que continuase hablando sobre lo que ocurría.

     — el... El ejército de Saruman ha llegado. — comentó sin aliento por la galopada que había hecho hasta llegar allí.

Rápidamente, el Rey empuñó su espada y todos imitaron su gesto.

Aragorn lo observó todo intranquilo. Cierto es que había luchado varias veces pero, Dicen que si piensas demasiado en algo malo, al final acaba ocurriendo, y al parecer esto no fue una excepción para e.

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Arian caminaba de un lado al otro preocupada. Hacía un rato que había ya oído rumores sobre el ejército del mago blanco que se aproximaba y no había tenido noticias de nada más. Estaba nerviosa, en todos los años que le había tocado vivir, nunca había llegado a experimentar una guerra.

Su madre estaba hablando con un notorio tono de preocupación con una costurera de Edoras con la que frecuentaba habitualmente. A las dos se les notaba el miedo en el rostro. Sobre todo a la otra mujer, ya que su hijo era de los elegidos para defender el castillo, y temía – como buena madre – que algo le sucediera. 

La joven, intentó arreglárselas para poder salir de allí abajo donde había permanecido días escondida, sin una noticia coherente de el exterior, y se dirigió a la puerta de salida principal que estaba gobernada por dos guardias.

     — buenas tardes señores.

Los dos soldados que estaban hablando sobre el movimiento de allí arriba se pararon mirando de arriba a abajo a la chica. Obviamente la conocían, Arian era famosa por sus "hazañas" y sus "revuelos" en la ciudad, no pasa desapercibida que se pueda decir.

     — Arian Pemberton, ¿Qué quieres ahora? — preguntaron los dos hombres, cansados ya de que ella estuviera todos los días intentando sonsacarles algo. 

     — voy a ser precisa y concreta, no me iré con revuelos, quiero salir al exterior.

Los dos guardias se miraron, y luego rieron burlones.

     — ¿Qué te hace pensar que vamos a dejarte salir, chiquilla? Ninguna mujer saldrá de aquí a menos que el rey lo ordene. — dijo — ni siquiera a nosotros se nos permite casi salir. Así que imagínate a ti. No haces más que estorbar en el castillo, mejor mantén tus pies a salvo, arriba las cosas están como locas, no necesitan que una niña les estropee todo.

Arian apretó los puños con furia. ¡Era injusto! ¡No tenía la culpa! Siempre era aquél despreciable ser llamado por su familia como Garreth el que la hacía quedar en ridículo frente a su pueblo. Se marchó de allí furiosa y gruñendo palabras malsonantes hacia aquellos hombres que parecían burlarse en su cara sin ningún problema o respeto hacia ella.

¿Por qué todo el mundo la trataba como si fuera una niña?¡Diantres! Ya tenia sus veintidós añitos, ¡No era una cría! Pero la gente seguía tratándola como tal y eso le molestaba.