Los Forasteros

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— Arian, hazme un favor y vete al pozo a por agua. — le dijo su madre, frotándose las sienes. — me duele la cabeza, como si fuera a explotar. Creo que me daré un baño— se sentó en la cama y luego Arian le tapó con las sábanas.

   — esta bien, pero no te muevas de aquí, no vaya a ser que te marees.

La joven salió de su casa y cruzó media ciudad para poder llegar hasta el pozo, que se encontraba en el centro de Edoras, cerca de Meduseld.

Llevaba consigo un cubo de agua. Lo tenía sujeto por el mango y le daba pequeños golpecitos con sus rodillas cuando caminaba.

Hacía un calor insoportable, pero aún asi ella llevaba el cabello suelo, el cual poseía varias ondas que se movían al compás de sus movimientos. Tenía puesto un vestido azul oscuro algo usado y sucio que no resultaba demasiado deslumbrante, pero era lo que le quedaba. Después de todo sólo era una granjera pobre, no una princesa y no tenía tiempo para Ornamentaciónes.

Cerca ya del pozo, Arian oyó como unos aldeanos conversaban.

   — si, te digo que hay rumores que dicen que en Mordor están preparando un ejército.

   — ¿Cómo? ¿para qué? — preguntó su compañero curioso.

Arian negó, ignorando las ganas de rodas los ojos por aquella Estúpida pregunta. ¿Para que iba a ser?

   — no lo se, solo son rumores, no te fíes mucho, de seguro son malas lenguas que hablan para meter miedo a la gente. — le dijo.

La chica se quedó pensativa, ¿Mordor? ¿Ejército? La gente ya no sabe qué inventar...

Ató la cuerda que tenía el pozo en mango del cubo y lo lanzó hacia abajo para coger agua. Cuando pensó que ya estaría lleno lo suficiente, tiro de la cuerda y cuando el cubo ya estuvo en la superficie, desató el nudo.

Pesaba bastante, sin embargo, Arian, ya estaba acostumbrada a llevar cosas de peso y su musculatura estaba bien desarrollada como para soportarlo.
Dio unos pocos pasos, y cuando estaba a escasos metros de la puerta principal de Meduseld, vio como las grandes puertas de madera se abrían, dejando pasar al Mariscal Éomer y más de 1000 soldados.

Arian se quedó estática en su lugar, nunca había visto al sobrino del Rey tan de cerca. Era tan intimidante como decían.

Todos los jinetes montaron en sus caballos y comenzaron a desfilar hacia la salida. Los hombres de Éomer pasaron cerca de su lado. Ella les observaba atentamente, por eso cuando Éomer se dio cuenta de su curiosa mirada indiscreta, le oteó fulminante y encabezó la marcha.

La gente observaba preocupada a los soldados, que habían sido echados de su ciudad, por el propio rey. Si los rumores sobre el presunto ejército eran ciertos, ¿que iban a hacer?

   — creo que han desterrado al Mariscal— susurraban algunos.

   — ¿Qué?  ¡Eso es imposible! ¡Si es el sobrino del Rey!

   — Theoden está maldito desde hace ya semanas, no es el mismo, lo controla Lengua de Serpiente.

Algunas personas, lamentando su huida, rezaban porque no estallase la guerra que les dejaría desprotegidos, a merced del enemigo. Otros mientras tanto, hacían oídos sordos y seguían con sus labores, intentando no dejarse llevar por el pesimismo.

Arian caminó rápido pero con cuidado con el cubo lleno entre sus manos, y llegó a casa. Abrió la pequeña puerta de madera aún pensando en lo ocurrido. Se encaminó adentro y se encontró con su madre tendida en el suelo.

Memorias de Rohan ━━ lotr ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora