t r e i n t a i n u e v e

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Capítulo 39


Llegué al aeropuerto de Berlín, bastante grande, por cierto. Cogí mis maletas y llamé a un taxi, le pedí que me llevase a la estación de tren. Mi casa alquilada estaba en Dortmund.

Llegué a la estación y me subí al tren correspondiente. Observé a la gente que iba en él, tenían mucha pinta de alemanes.
Miré a mi derecha y vi a una pareja, se les veía felices. El chico tenía un increíble parecido a Sergio, pero con los ojos azules y el pelo más claro.

Al pensar en él tuve que bajar la mirada y apretar mis ojos, no iba a llorar en medio de todo el mundo.

Llegué a Dortmund y llamé a otro taxi, le di la dirección del piso que me había alquilado días atrás y me llevó hasta allí.
Por suerte, di unos cursos de alemán hace un par de años y me acuerdo de lo importante.
Pagué al señor y entré en mi nueva casa, era un piso lo suficientemente grande para mí sola. Era perfecto.

La casa venía con muebles, ya que era alquilada, así que guardé mi ropa en los armarios de la habitación grande y empecé a limpiar un poco.

Al terminar, me entraron ganas de comer y vi que no tenía nada en casa. Me tocaba salir.
Cogí dinero y salí por la puerta hacia las calles de Dortmund.

Busqué un sitio cerca de casa,que se ajustara a mi presupuesto y que tuviese comida que no fuese rara. Lo encontré a unos cuantos pasos del piso. Al parecer, era el típico bar-restaurante de barrio al que no suele ir mucha gente.

Entré y una mujer mayor rubia me atendió. La conversación que tuvimos era toda en alemán.

— Buenas tardes, preciosa. ¿Qué te apetece tomar? — me habló la mujer, bastante agradable.

— Buenas tardes. Verá, acabo de llegar a Alemania y no sé lo que se come aquí. ¿Qué me recomienda? — la pregunté. Ella me dio una sonrisa.

— En ese caso, bienvenida a Dortmund. — su cálida sonrisa me hizo sentir en casa. — Te recomiendo... — fue interrumpida.

— Puré de patatas con gulash y col roja. — me giré para ver quién había dicho eso y me dio un vuelco al corazón.

— ¿Marco Reus? ¡Eres Marco Reus! — me alarme.

— Sí, soy Marco Reus pero por favor, no grites mucho. — me pidió sonriendo.

— No no, perdona es que... Que fuerte, Marco Reus. — en estos momentos me sentía una completa estúpida.

— Agatha. — saludó a la mujer con un abrazo.

— Que gusto verte de nuevo, cariño. — parecía que se conocían.

— Yo tomaré lo de siempre. — pidió Marco. Los dos me miraron esperando a que pidiese yo también.

— Yo lo mismo que él. — aventuré a decir.

— Perfecto, enseguida vuelvo, corazones. — Agatha desapareció por una puerta detrás de la barra y Marco y yo nos quedamos solos.

— ¿Puedo? — preguntó haciendo un ademán por sentarse en la silla que estaba enfrente mía.

— Claro, adelante. — respondí sonriente.

Mejores Amigos. Sergio RamosWhere stories live. Discover now