t r e i n t a i o c h o

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Capítulo 38






Cuando llegué a casa lo primero que hice fue ir a mi habitación y tirarme a la cama a llorar. Sé que era de ser una llorona y una persona débil, pero era lo que necesitaba en ese momento.
Cuando ya me relaje un poco, me cambié al pijama y me metí en la cama. Cuando estaba a punto de dormirme, mi móvil sonó.

Me asusté bastante, miré quién era y mi corazón latió con más fuerza. Era Sergio. Dudé en cogerselo o no, decidí que no. No podría soportar hablar con él y menos ahora.
Sabía que al final por hablar con él me quedaría y no entraba en mis planes. Por eso no se lo cogí y le di a rechazar.
Intenté volver a dormirme, pero llamó 3 veces más. Cosa que no hizo que cambiase de opinión.

A la mañana siguiente, me levanté pronto, me cambié a unos vaqueros grises rotos por la rodilla, una sudadera de Nike gris también y unas Air Max blancas. Aquí hacía calor pero en Alemania haría más frío.

Ya había hablado con mi padre, había entendido mi decisión al igual que mi madre. Me ofreció el trabajo por si decidía volver algún día a trabajar con él y la empresa.
Mis padres tenían dinero, así que me dieron dinero para poder vivir allí en verano. Volvería a España, pero no sé cuando.

Cuando llegué al aeropuerto vi que todos mis amigos estaban allí. Menos Ale, eso me pinchó en el corazón y tuve que suspirar unas cuantas veces para relajarme.
Lo primero que hice fue abrazar a Nay, Alejandra y Bego. Las iba a echar muchísimo de menos, son las personas con las que siempre me desahogo y puedo contar.

Después pasé a abrazar a Lucas, Kiko, Álvaro, Nacho y Marco. A ellos también les echaría de menos, las risas y los buenos momentos juntos no los olvidaría en mi estancia fuera y los iba a echar mucho de menos.

Isco me abrazo el penúltimo.

— Sof, he hablado con mis hermanas. Las dos están allí de vacaciones, vuelven el fin de semana pero pueden estar contigo esta semana. — me sonrió.

— Gracias, Isco. — sonreí. — ¿Cómo se llaman?

— Alejandra y Alba. Te caerán bien, las dos son madridistas y están locas como tú. — los dos reímos.

— Te voy a echar de menos. — nos abrazamos.

— Espero que vuelvas pronto, enana. — dijo cuando nos separamos.

Pasé a la última persona que estaba allí: Dani.

— ¿Qué haré sin ti? Ahora comeré sola en los restaurantes e iré caminando a casa. — intenté ponerle algo de humor mientras le abrazaba.

— No quiero que te vayas pero se que no me vas a hacer caso. — suspiró separándose de mi. — Así que lo único que te puedo decir es que lo pases bien allí, que pienses en todo y que no estés mal por él. — besó mi mejilla.

— Nos vemos en unos meses, te quiero. — le tire un beso.

Todos se reunieron para despedirme.

— Os quiero mucho a todos, chicos. — dije con un par de lágrimas agarrando mis maletas y poniéndome la mochila en la espalda.

— Nos vamos a ver pronto. — Alejandra puso algo de positividad.

— Pásalo bien. — Nacho dijo de parte de todos.

— No nos olvides. — Nay comentó.

— Eso nunca. — me reí.

Me di la vuelta para irme con la cabeza baja, a un nuevo país, cuando escucho que me llaman a gritos.

— ¡Espera! ¡No te vayas todavía! — me giré soltando las maletas y vi a Ale corriendo hacia donde estábamos. Quité la mochila y corrí hacia ella.

Las dos íbamos hacia la otra y acabamos dándonos un abrazo. Ambas estábamos llorando.

— Lo siento, perdóname. — lloró en mi hombro. — Sólo quiero lo mejor para ti, Sof. No quiero que sufras. — me separé de ella.

— Tranquila, no tengo nada que perdonarte. — la limpie las lágrimas. — Con que hayas venido a despedirme me vale. — sonreí y nos volvimos a abrazar.

— Vuelo 418 con destino Berlín, embarque en la puerta 8. — ese era el aviso de mi ida.

— Corre, que vas a perder el vuelo. — Ale se separó y fuimos a coger mis cosas.

— Adiós, chicos. — me despedí con la mano.

Me senté en mi asiento y una vez en el aire me quedé dormida, el vuelo se me pasó rápido.








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