Termino de contar los últimos fajos de billetes que nos quedan, apilándolos con precisión unos sobre otros encima del escritorio. Dustin y Markus me están ayudando, en silencio y concentrados. Dustin, con un rostro impasible, me ayuda a contar los fajos. Markus, por otro lado, guarda cada uno cuidadosamente en la caja fuerte de mi despacho, ordenando cada fajo meticulosamente.
Normalmente, no suelo guardar el dinero aquí. No me fío del todo, a pesar de que mi discoteca tiene un sistema de seguridad prácticamente imposible de vulnerar, pero no me fío de que algún día puedan entrar a robar y se puedan llevar el dinero. Los imprevistos pueden ocurrir, y siempre es mejor ser precavido.
Conozco conozco a los delincuentes. He sido uno de ellos, y sé que hay muchas maneras en las que se pueden abrir las cajas fuertes, incluso por más impenetrables que sean y aunque tengan la mejor seguridad del mercado.Normalmente suelo guardar el dinero en mi casa, en la caja de fuerte. Allí solo yo sé dónde está ubicada. Mis hombres lo saben, saben que siempre guardo el dinero allí, pero no saben en qué parte de mi casa está ubicada. Y tampoco les interesa saberlo. Saben que soy desconfiado y que ese dinero es mío.
Aquí si lo conocen, puesto que ellos trabajan aquí y es necesario que sepan dónde está y cuál es la clave para cuando les mande a guardar o coger dinero si alguna vez se los pido. Suelo dejar algunos fajos normalmente en la caja fuerte, por si vez lo necesitase de urgencia.Le doy una calada al cigarro que tengo entre mis labios, mientras que cuento el último fajo. Coloco la goma alrededor, ajustándola con precisión, y después lo dejo sobre el escritorio junto los demás.
Me recuesto sobre la silla al terminar. Doy una calada profunda al cigarro expulsando el humo lentamente, y observo a Dustin, quien está concentrado mientras cuenta los últimos fajos que le quedan. Markus, sin prisas y con calma, sigue a su propio ritmo, guardando y ordenando. Estamos en total silencio en todo momento.Me levanto de la silla, cansado de estar sentado tanto tiempo. Me apetece salir y estirar las piernas. Con el cigarro posicionado entre mis labios, camino hacia la puerta de mi despacho para marcharme. Pero justo cuando llego a la manivela de la puerta, la voz de Dustin me interrumpe, haciendo que me detenga en seco a medio camino. Me giro hacia él, sintiendo como el humo escapa de mis labios lentamente.
—¿Dónde vas, Crawford?
–pregunta Dustin, mirándome.—Sigue a lo tuyo.
–respondo con un tono seco.Dustin me mira sin expresión en el rostro.
Me conoce de sobra para saber que es mi forma de contestar siempre, así que ni si quiera se inmuta. Con un leve gesto, se da la vuelta y sigue con su tarea, como si nada hubiese pasado.Abro la puerta del despacho y salgo al pasillo. Y ahí sigue Billy como siempre, vigilando, para que nadie se acerque a mi despacho. Me mira, me saluda con un leve asentimiento con la cabeza, y hago lo mismo.
Sigo mi camino hacia la sala de vigilancia, y al entrar, Frederick y Conrad me saludan al unísono.—Buenas noches, Crawford.
—¿Qué tal todo? ¿Alguna novedad?
–pregunto mientras me acerco a ellos, doy una calada y miro hacia todas las pantallas.—Todo en orden y tranquilo.
–responde Conrad.Cada una de las pantallas muestran una imagen distinta de cada lugar y rincón de la discoteca.
Miro cada una de ellas con atención, observando y comprobando que todo vaya bien y no hay nada fuera de lo común. Esto lo hago todas las noches.

YOU ARE READING
¿Un mafioso enamorado? •EDITANDO•
Teen FictionÉl tenía ese algo que conseguía que sin quererlo ni planearlo, cayeras locamente enamorada en su red. Sus ojos grisáceos y su preciosa pero tan poco enseñada sonrisa, hacían que todo lo malo desapareciera. Quizá estaba loca por fijarme en alguien...