Louis.
Papá está muerto, él en verdad está muerto. Iba a salir de casa rumbo a la de Livana cuando mi mamá contestó su teléfono y se puso tan blanca como el papel. Me asusté así que tomé el teléfono y escuché atentamente.
—El recluso de la celda ochocientos tres ha fallecido, al parecer fue un suicidio...
Y a partir de allí me desconecté, papá ya no estaba en este mundo con nosotros y no sé qué emoción sentir.
Sé que todos me han llamado como locos, incluida Livana, sé que debe estar preocupada. Con las manos temblorosas busco su nombre en mi lista de contactos, solo suenan dos tonos cuando ella contesta.
—¿Hola?
—Hola, mi diosa.
—Louis...—suspira.
—Disculpa que no me haya comunicado contigo, tuve que salir de emergencia.
—He tratado de comunicarme contigo y con tu madre. Los chicos también están preocupados—se escucha alterada y me parte el corazón haberla preocupado de esa manera.
—Lo siento, mi amor, dejamos los teléfonos en casa. En serio, Livana, tuvimos que salir rápidamente, yo...
Guardo silencio, no sé cómo decirlo en voz alta.
—¿Qué pasa?
—Cuando iba saliendo de casa mamá recibió una llamada—hago una pausa—. Al ver que se puso pálida y estaba tan blanca como un papel le quité el teléfono para tomar la llamada...
—¿Louis?
—La llamada provenía de la prisión en la que se encontraba recluido mi padre.
—Espera... ¿encontraba?
—Livana, encontraron a mi padre colgado en su celda. Está muerto.
—Oh Dios, Louis...
—¿Puedo ir a verte?—mi voz suena entrecortada. Hasta ahora no he llorado, pero el nudo que se encuentra alojado en mi garganta quiere ser liberado y quiero que sea cuando esté con ella.
—¡Claro que sí! ¿Tu mamá cómo está?
—Está bien. Se tomó un calmante y ahora está durmiendo—vuelvo a suspirar—. Voy para allá, te contaré todo.
Cerca de las nueve de la noche estaciono el auto frente a la casa de Livana. En el camino estuve a punto de explotar en lágrimas, pero debía resistir. Claro, eso se va al caño cuando Livana sale de su casa. Me bajo del coche y sin poder resistirlo más la abrazo fuertemente mientras empiezo a sollozar.
Mi papá había cometido millones de equivocaciones, pero al fin y al cabo era mi padre. Aunque no les puedo mentir, un peso que no sabía que tenía en mi pecho por fin se había ido.
Livana se separa de mí y me lleva dentro de su casa, nos sentamos en el sofá. Nos mantenemos en silencio hasta que por fin encuentro mi voz.
—¿Sabes lo que más me duele?
—No.
—Que lo haya hecho de la misma manera que Lucio.
—Oh, Louis—me envuelve en sus brazos nuevamente, el mejor lugar en donde podía estar.
Escucho unos pasos a nuestro lado y me doy cuenta que la madre de Livana está aquí.
—Hola, Louis—susurra ella. Me levanto rápidamente y me limpio las lágrimas.

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Los Intocables | Los Intocables #0
Short StoryADVERTENCIA: NO leer si no has pasado por alguno de los nueve libros. #LI 0 muestra escenas extras. No son solo bromas para ellos. Las bromas hacen parte fundamental en su vida y así fue como se conocieron. Un chico retraído que nunca habla con...