Italia.
Llegamos a Italia después de casi dos horas de viaje, tomamos un taxi y minutos después llegamos a un hermoso hotel ubicado a unos pocos metros de la playa.
- Muy bien, ---dice Mairena, cuando hemos llegado a nuestro piso y nos disponemos a entrar a nuestras respectivas habitaciones---- ¿nos vemos dentro de tres horas?
Asiento, a modo de aprobación.
- Perfecto.
Tras una sonrisa de despedida, ella y Antonio se adentran a su habitación, yo abro la puerta con la tarjeta que me fue entregada, tomo mi pequeño equipaje y entro en la mía.
La estancia en bastante amplia, una sala de recibida adornada con dos sofás de color marrón, una pequeña mesa de madera oscura en el centro; con un jarrón con flores silvestres. Al frente un televisor de setenta pulgadas, y colgando del techo color crema una enorme lámpara. A unos doce metros, atravesando el marco de la puerta se encuentra la habitación, en la cual hay una cama lo suficiente grande como para dormir tres personas cómodamente, cubierta por sábanas blancas y colgando de la pared beige un colorido cuadro, que espero esté bien sujeto, de lo contrario podría causarme una contusión. Al lado de la cama hay una mesita sobre la cual descansa una lámpara, y una silla de madera detrás de la cual se encuentra el closet blanco, unos enormes ventanales que dan al balcón y desde donde se puede contemplar el mar sentado en una cómoda silla. A unos pocos metros de aquel ventanal, una única puerta que supongo lleva al cuarto de baño.
Dejo la maleta sobre la cama, y echo a un lado la puerta corrediza de vidrio, salgo sintiendo la brisa chocar contra mi rostro, apoyo las manos en la baranda de madera mientras contempló con maravilla el mar delante de mi. En mi vida había visto un océano tan azul en distintas tonalidades. Una exagerada hermosura idílica.
Saco mi celular del bolsillo de la chaqueta y le marco a Camila. Contesta en el segundo pitido.
- Lu ---saluda---
Sonrío. Desde aquella vez que le conté a ella y a Guillermo la historia de "Luar", no ha dejado de llamarme así.
- Hola, hermosa.
- ¿Por qué llamas? ¿Ocurre algo? ---inquiere preocuoada---
- No, no te alarmes, todo está en orden. ¿Acaso no puedo llamar a mi mejor amiga?
Ella ríe.
- Claro que si, Lu, es solo que... bueno, estas en Italia, no esperaba que llamaras ---explica---
Tomo asiento en la silla, sin quitar la vista de la majestuosidad que me rodea.
- En realidad me siento un poco mal por haberme venido y haberte dejado, en especial ahora que Guillo está trabajando y estarás sola. ---confieso---
- Te recuerdo que si estuvieras acá, también estarías trabajando. ---apunta--- No te preocupes por ello, precisamente hoy me iré de viaje ---confiesa---
Hago una mueca al escucharla decir eso.
- ¿Como que te vas de viaje? ¿Regresarás a Paris? ---indago con premura---
- ¿Mairena no te lo dijo?
Me pongo en pie nuevamente, totalmente desconcertado con aquello. ¿Mairena sabia que Camila regresaría a Paris y, no me lo dijo?.
- ¿Que fue lo que no me dijo Mairena? ¿Que regresarías a Paris?
- No me regresare a Paris, Lu. ---un alivio me recorre ante sus palabras--- Mairena me regaló un tiquete ida y vuelta a New York, junto con una invitación para el desfile de la nueva línea de ropa Weaver ---explica. No me es indiferente la emoción en el tono de su voz---

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Amor Real (Terminada)
RomanceHay amores que no se conocen, se reconocen. Hay amores que no nacen, simplemente crecen. Hay amores elegidos, y otros predestinados. Hay amores reales.