Capítulo 20

107K 14.9K 5.8K
                                    

Hola :3

---------------------------------------------------------------

—No puedo creer que me hayas convencido de hacer esto —digo a Armando cuando lo veo venir con nuestras entradas.

Yo estoy en la fila para comprar palomitas y golosinas. Mi plan era invernar hasta la fiesta de mañana, pero él insistió en salir hoy. 

Henos aquí. 

—La vamos a pasar bien —dice—. Además... —Me da un beso en la mejilla— tenemos que conocernos.

Arrugo mi frente. —¿Para?

—Porque estamos "saliendo"—Él lo hace sonar obvio. 

Hago una mueca y miro el lugar en el que estamos:

—Pero en realidad estamos saliendo, duh —digo. 

Armando ríe: 

—Vamos a hacer esto bien. Tengo que conocerte lo mejor posible. Quiero conocerte lo mejor posible.

—Mmm... No hay mucho que decir sobre mí —Rasco mi nariz—. Soy una persona ordinaria.

—Vane... tú eres todo menos ordinaria. 

Vane. Sólo Carolina me dice "Vane". Eso me hace sentir más en confianza. 

—Quítate esa corbata —le digo, y se la quito yo misma—. ¿Quién rayos viene al cine encorbatado?

—¿Yo?

Me río: 

—Sí, no vaya a ser que necesitemos de un abogado. 

—Pórtate bien, Vanesa —dice serio él.

Así que ya no soy  "Vane". Le muestro a Armando mi mejor cara de "Yo no fui".


—Y aún así te haces llamar "ordinaria" —niega con la cabeza y señala el mostrador para pedir comida—. Vamos, es nuestro turno —

Genial. Hora de pedir un agrandado de todo.


...


Armando escogió ver una comedia romántica. Una puta comedia romántica. 

—¿Es en serio? —me quejo, viendo el cartel publicitario en la entrada de nuestra sala. No quiero ver a Katherine Heigl encontrando el amor verdadero por enésima vez. 

—Estamos en vísperas de San Valentín y se supone que estamos saliendo —justifica él.

Finjo estar convencida de lo que dice... aunque exagero. Armando vuelve a reír. Me gusta hacerlo reír. Se de buena fuente que él es un hombre serio, pero se ve encantador cuando ríe. Más así, vistiendo esa ropa de oficina, pero llevándola con una actitud despreocupada y sin corbata. Así se ve sexy.

Buscamos las butacas con la mejor vista y nos sentamos. Armando únicamente compró para él agua embotellada y un helado de yogurt, pero yo, Vanesa alías "No me inviten al cine si no traen suficiente dinero", traje conmigo una bandeja repleta de palomitas con extra queso, gomitas, hot dogs, m&m's y una coca cola sin hielo.

Armando mira de reojo todo lo que voy a comer. Me siento aún más erguida y sintiéndome orgullosa de mi misma: 

—¿Qué? —exclamo.

—¿No me vas a dar nada? —pregunta, ofendido. 

O sea, MÁTATE. Me vuelvo hacia él:

También te gustarán

          

—Tú escogiste ser, precisamente hoy, el señor saludable —lo acuso—. ¿Un helado de yogurt? —bufo— Ni siquiera sabía que existía eso.

Armando intenta no reírse:

—Es comida sana —defiende.

—Oh, Dios —Pongo los ojos en blanco—. Te llevarías genial con mi mamá.

—Me encantaría conocerla —dice Armando intentando robarme una gomita—. Además, traje agua porque la sal de las palomitas me produce mucha sed.

—Pero no compraste palomitas —le recuerdo apartando de él mis gomitas. Ahora mira mis palomitas—. Ah, no... —salto—. No sé cómo era tu relación con Heidi, pero Vanesa Salcedo no comparte su alimento.

Él me hace ojitos.

—¡No!

—Vanesa...

—N. O. No. 

—Vane... —musita, todavía más empalagoso.

Alejo de él el recipiente con palomitas. Acto seguido, empezamos una batalla campal para ver quién de los dos se queda con el recipiente: Salto y él salta conmigo. Después coloca sus brazos alrededor de mi cintura. Yo levanto lo más alto que puedo la bandeja repleta de golosinas. 

—¡No!

Pero Armando no se rinde y me hace cosquillas. Me cago de la risa. 

—¡Basta!

Las palomitas y los Hot dogs caen al suelo. ¡Mierda, no!

A tiempo empieza la película.

—Shhh —nos regaña alguien. Le muestro el dedo medio. 

Armando me suelta y le arrojo las pocas palomitas que quedan.

Él ríe. 

—Me quede sin comida —chillo, dramática.

—Te puedo compartir helado de yogurt —ofrece él después de darle la primera mordida. Empujo el resto del helado contra su camisa.

Los dos reímos. 

—Shhh... —siguen callándonos.

—¡Mi novio es abogado! —nos defiendo.

—¡Vanesa! —me regaña Armando.

—¡SHHHHH! —sigue la gente durante toda la película.


...


—Me la estoy pasando bien. Gracias... por la película —digo, sintiéndome un poco tímida—. Por todo en realidad. Muchas gracias.

No vaya a ser que un día de verdad necesite de un abogado. 

Después de salir del cine, Armando y yo decidimos caminar sobre la avenida comercial de Ontiva para poder comprar un obsequio para Daniel y Carolina, y el camino nos llevo hasta el parque central de la ciudad. 

—Ya hasta olvidé dónde dejé mi coche.

—En el centro comercial —le recuerdo.

—Cierto.

Ya vimos una película, visitamos bazares de boberías y cenamos. 

—¿No te aburrí con todo el rollo de Grupo M?

—Para nada —él coloca una mano sobre mi espalda—. Creo me diste más detalles que los que jamás me dará Marco. Y los necesito si seré su abogado. Ahora... —me mira con actitud cómplice—. Platiquemos sobre ti. 

Vanesa entre líos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora