La hicé poema

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¡La he vuelto unas cuantas letras!
Lo hice tan mal
que mi lápiz se quedó sin palabras.

¿Qué?, ella murió.
Es lo que me repito,
es lo que siempre digo
cuando investigan de nuevo.

Alma mía no protestes
pues las promesas
nunca las cumples
o acaban a medias.

Te reviví con estrofas.
Es preferible a que sufras.

Las rimas se volvieron carne.

Les faltaba el alma que te pertenece.

Ellas de mí se desprenden,
se apoderan del edén
en busca de un ven,
si tu no las llama
moriré sin palabras,
siempre y cuando tu vivas
y vivas feliz convertida
en hermosa poesía.

¡Sí, yo la asesiné!
pero se lo merecía,
será eterna por siempre,
¡oh diosa de mis fantasías!
¿ser inmortal será tu castigo
por estar y no estar conmigo?

Un lápiz, un libro y unas rimas.Where stories live. Discover now