Un mes, Madara y yo después de la noticia quedamos en que el tiempo indicado era un mes, me daría tiempo arreglar todo y quizás así el comité confíe más en mi relación con Madara. Justo ahora me encontraba junto a Mito en su sala, empezando por las invitaciones. Aunque usualmente, a las princesas de clan se los organizaba la boda sin preguntarse, mi boda era voluntaria, entonces me tocaba encargarme de todo.
―Mira, Yagura ¿Porqué no elijes una yukata tradicional? Digo, a Madara no le gusta el blanco, pero puede ser negro.
―Me parece bien, Mito, pero me parece que ahora deberíamos ver bien lo de las invitaciones.
―Nunca creí que Madara se fuese a casar... y mucho menos creí que tú serias su esposa. ―dijo con burla.
―Yo tampoco la vi venir realmente...
―¿Cómo te enamoraste? Ellos dicen que no es cierto ―Habló, refiriéndose al Consejo―, pero gustaría escuchar tu historia...
―Yo...
Miré las invitaciones, tomando una ¿Cómo me había enamorado de Madara? excelente pregunta, el cariño que siento, es por la cantidad de tiempo que he estado pasando con él, pero... amarlo y enamorarme ¿Era parecido? Entonces recordé, el día en que nos encontramos en ese río, el no dejaba de mirarme, de igual manera yo tampoco a él y eso me incitó, me obligó a besarlo, fue un impulso, pero en ese momento no sentí nada más aparte del deseo.
―¿Yagura? ―Llamó Mito quien me miraba preocupada.
―Uhm, creo que bastó con besarlo una sola vez para saber lo que sentía.
―Quien lo diría siempre te quejaste de él, me alegra que encontraras a alguien quien te quiera, Yagura.
―Si, supongo que yo también.
―Siempre se ha dicho que del odio al amor hay un solo paso, no creí que fuese tan literal.
Reí levemente, si bien lo que sentía por Madara era todo menos odio, había algo en él, su seria y fría mirada, su largo cabello negro, su imponente presencia, su rostro masculino... habían muchas cosas que decir de él, pero mi favorita era su voz, un hombre con una voz tan grave, no era raro enamorarse y eso lo sé, después de todo él me lo dijo, al final caería y seria de una forma inevitable, como odiaba que tuviese razón.
―¿Yagura? ―Llamó Mito mirándome confusa.
―¿Uhm? ¿Pasó algo?
―Te pierdes mucho en tus pensamientos...
―Tienes razón, supongo que me hace falta algo de aire ¿Por qué no salimos un rato?
Me levanté de mi asiento, dejando las invitaciones en la mesa de la sala de Mito, tomé el pomo de la puerta abriendo esta, el día se veía bastante soleado, un día perfecto, aun era temprano quizás las 10 de la mañana.
―Mito, vamos. ―llamé esperándola en la puerta.
Así ambas salimos, la gente se veía particularmente feliz, el día realmente estaba bonito y las personas salían a verlo.
En el trascurso del camino Mito y yo hablamos, casi todo era acerca de mi, de que haría a partir de ahora, donde viviría, etc.
Miré al frente, justo ahí divisé a mi hermano caminando a la par del que ahora sería mi prometido. Con velocidad tomé la mano de Mito llevándola conmigo. Frente a ellos solté la mano de Mito para tomar la de Madara, lo miré con una sonrisa, su rostro confuso, aun no procesaba todo.
―Hola ¿Qué hacían? ―pregunté amistosamente hacia Madara.
―Sólo caminábamos, hermana, de hecho ya me iba directo a trabajar. ―dijo Hashirama quien tomó a Mito por los hombros.
―Uhm, ya veo, entonces sólo seremos tu y yo, Madara. ―Insinué acercándome más a él, tomando completamente su brazo.
Su rostro se veía rojo e incómodo, ver a Madara con ese rostro tan vulnerable me provocaba ternura, muy pocas veces puedes ver a un hombre tan fuerte avergonzado por una mujer.
―Bien, nos vemos Yagura, Madara. ―despidió Mito llevándose a Hashirama con ella.
Voltee mi mirada a Madara, él aun un se veía incómodo, pues la cercanía entre nosotros aún estaba ahí.
―¿Mhm? ¿Madara? ―Llamé colocándome frente a él.
―¿Pasó algo?
―¿Dónde vamos al vivir?
―¡¿Eh?! ―exclamó este sorprendido, lo miré de mala manera.
―Si sabes que cuando una pareja se casa... Tienen que vivir juntos ¿No?
―No había caído en cuenta de eso...
―¿Entonces? ―pregunté mientras me colgaba de su brazo, intentaba ser amistosa.
―Supongo que en mi casa, recuerda que soy el líder de mi Clan, no puedo irme de mi distrito. ―respondió él seriamente.
―Creo que esta bien... pero, Madara, tengo una duda.
―¿Cuál?
―¿Cómo nos enamoramos?
―¡¿Ah?! ―Madara me miró confundido, este hombre podía ser fuerte, pero lo estúpido no se quitaba con nada.
―No sé si lo haces para molestarme...
―Lo hago para que respondas ¿Cómo que enamorados? ¿No se supone que...?
―Si, pero no me gustaría que alguien nos preguntase y ni tu ni yo sepamos que decir...
El rostro de Madara se veía pensativo, quizás procesando alguna historia para contar, esperaría pacientemente.
―No tiene porque ser muy extensa, con una mentira piadosa basta.
―Nos enamoramos en un río, tu me besaste, yo te correspondí ―Pausó, claramente eso si había pasado―, tu estabas desnuda... ¿Por qué no darse la oportunidad?
Golpee a Madara por el hombro, este tenía una sonrisa burlona, buscaba provocarme, igual que siempre pero si lo pensaba bien, eso había pasado, no tenia porque mentir.
―¿Ves? No hace falta decir una mentira.
―No estoy enamorada Madara, eso ya es mentir.
El silencio apareció, la mirada de Madara cambió, se veía molesto, pero no le mentiría, enamorada no estaba, él sabia perfectamente de que se trataba esto.
Madara empezó a caminar en dirección contraria a mi, haciéndome soltar su brazo, dejándome completamente sola entre las calles de la aldea. ¿Por qué? ¿Por qué siempre que abro la boca algo así pasa?
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Gracias por leer!
-Nova.

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El Verdadero Sentimiento Uchiha | Madara Uchiha |
FanfictionMiré con tristeza la espalda de Madara, su cabello largo y negro, su armadura preparada para pelear, sus fieles armas para ganar. ―No tienes que hacerlo, podemos evitar todo esto, Madara. ―Lo haré por mi hermano, por el honor de mi clan, hoy conoce...