Detective Reed.

Apartarlo de mi vida.

Me arrastró hasta el interior de un taxi y me llevó a mi casa. A pesar de que yo le suplicaba que me dejase en paz, él no decía ni una palabra y seguía tirando de mí. Llamó a la puerta, mi padre nos recibió malhumorado y yo me abracé a Gavin para que me llevase con él.

- Necesita descansar. - Le dijo Gavin a mi padre antes de marcharse.

Me empujó ligeramente y mi padre me agarró con brusquedad, arrastrandome hasta mi habitación.

- ¿Pero qué cojones te pasa, Hannah? ¿Esto es por él?

- Papá... Yo.. No... - No podía decir nada, no había manera de explicarle a mi padre nada de lo que estaba pasando.

- Está bien, ahora descansa, pero no creas que mañana te librarás de la bronca.

Me arropó en la cama y depositó un dulce beso en mi frente.
Pero ninguno de los dos duramos mucho en nuestras camas, me pasé toda la noche vomitando en el baño y mi padre sujetandome el cabello.

Por la mañana, mi padre tuvo que marcharse a trabajar, pero de todas formas yo ya estaba un poco mejor, así que no era necesario que se quedase conmigo. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Laura para decirle que estaba bien cuando Gavin me llamó. No le contesté, así que siguió llamándome un par de veces más, tantas veces que hasta tuve que apagar el móvil. Pero no parecía que fuese a dejarme en paz, porque volvió a mi casa y no sé en qué momento decidí abrirle. Estaba claro que no me iba a dejar en paz, así que tendría que aguantarme y esperar a que se cansara rápido de molestarme. Gavin estaba esperando tembloroso tras la puerta, jugueteaba con sus manos nervioso. Aquello, no traería nada bueno.

- Entiendo que no quieras hablar conmigo, ¡joder! Pero por lo menos escúchame. - Una lágrima amenazaba con rodar por su mejilla.

Si se iba a disculpar, quería escucharle. Al fin y al cabo creo que era lo que me merecía. Me aparté de la puerta con vagueza a modo de invitación. Gavin caminó lentamente hasta mi habitación y se sentó en el borde de la cama.

- No sé como empezar esto... - Susurró avergonzado.

Me limité a sentarme junto a él y a mirarle asustada, pues sentía que solo seguiría destrozandome un poco más.

- Que no puedo seguir sin ti, Hannah. He sido un gilipollas de campeonato y la he cagado mucho y de verdad que lo siento. Lo siento con toda mi alma, joder...

Pensaba que esto ayudaría en algo, pero solo lo empeoraba más. Me partía el corazón verle así, aunque no podía volver a confiar en él como antes. El estropeó aquello tan bonito y especial que había entre nosotros y era imposible recuperarlo de un día para otro.

- Déjalo, Gavin. Nada de lo que digas puede arreglar lo has hecho.

Gavin apoyó su mano sobre la mía y yo, aunque sé que debería apartarla, no lo hice.

- Nunca quise hacerte daño y no soporto que estemos así. Te quiero Hannah... Te necesito.

Cerré los ojos con fuerza y agaché la cabeza deseando que nada fuera real. Gavin me sujetó la cara con sus dos manos y clavó su mirada en la mía, con tal intensidad que podía sentir como mi corazón se desbocaba. No podía hacerme aquello, simplemente no era justo y yo, por mucho que intentara hacerme la dura, seguía enamorada de él y siempre lo estaría, pasara lo que pasara. No importaba el daño que me hiciese, él tenía mi corazón y caería rendida a sus pies una y otra vez.

- No puedes hacerme esto, Gavin. - Me temblaba la voz y no podría mantener la calma por mucho más tiempo.

- Ya no... Ya no me quieres... - Tartamudeó entristecido.

Y ahí es cuando mi cordura brillaba por su ausencia, ya no era capaz de atender a razones. Era como si hubiese apagado mi cerebro y el único protagonista fuera mi corazón.

- ¿Pero es que no te das cuenta? Que lo eres todo para mí, que estoy locamente enamorada de ti. Que eres especial, Gavin y no hay nadie como tú, pero tú mandaste todo a la mierda porque te asustaste, porque en vez de luchar juntos decidiste que era mejor huir como un cobarde.

- ¡Te estoy diciendo que lo siento, joder! Solo dame una última oportunidad, por favor. Te juro que jamás volveré a decepcionarte, jamás volveré a hacerte daño.

Lo intentaba con todas mis fuerzas, intentaba no creerle y no sentir nada por él, pero era absolutamente imposible negar que Gavin era especial, que nunca encontraría a nadie como él y no era tan fácil apartarlo de mi vida.