Capítulo 6

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Los estantes estaban repletos de pequeñas botellas etiquetadas con nombres que no me apetecía aprender a pronunciar. Las luces blanquecinas en el techo me obligaban a entrecerrar los ojos y el aspecto estéril de la enfermería me hacía sentir... enfermo. Tal vez se debía a las camillas, alineadas contra una de las paredes, o a lo mejor se debía al olor a productos de limpieza. A diferencia de mí, Jassy adoraba aquel lugar a pesar de la mala ventilación y la falta de luz natural.

Como el resto de las instalaciones de La Red, la enfermería estaba dos niveles por debajo del sótano de la biblioteca, tres niveles por debajo de las calles.

Jassy se paseó de un lado a otro, recogiendo instrumentos puntiagudos de aspecto diabólico de todos los cajones que encontraba. Se detuvo frente a los estantes de medicamentos y cogió un bote grande, rojo como el vino más tinto. No alcancé a leer la etiqueta.

–Es morfina –Dijo Jassy al notar mi mirada escéptica. Vestida con una camiseta negra de manga larga, unos pantalones vaqueros y una bata blanca. La mujer nunca perdía el tiempo en conjuntos enrevesados.

Jassy era uno de los pocos humanos que trabajaban en La Red, una... simpatizante por así decirlo. Me costaba admitir que durante mucho tiempo su presencia me resultó casi intolerable. El problema radicaba en su trabajo, ya que ella se ocupaba de curarnos, lo que significaba que tenía que estar con nosotros mientras estábamos en nuestras peores condiciones, nuestros momentos menos... humanos, pues nuestro metabolismo se disparaba por culpa de las heridas. Era un instinto, que como muchos otros, no podía ser controlado. Y en dichos momentos, Jassy siempre era la que se encontraba más cerca.

–No necesito anestesia –Dije manteniendo la voz neutra. Me fusiló con una larga y penetrante mirada, pero no tuvo más remedio que asentir y dejar el bote rojo de vuelta en su sitio. Era una mujer de pocas palabras.

Alcé el brazo cuando se acercó. Su mirada estaba fija en la herida.

–Horrible –Murmuró con tono reprobador, mientras se sentaba en una silla frente a la camilla en la que me encontraba, como si fuese culpa mía que el disparo estuviese en mal estado.

Palpó la herida un par de veces, sin demasiado cuidado. Entrecerré los ojos por el dolor, pero no dije nada. Cogió unas pinzas quirúrgicas de la mesilla metálica que había a su lado y las acercó a mi brazo, metiéndolas en el orificio de bala. Me estremecí por el frío del metal y la repentina descarga de dolor. Alcé la cabeza y solté un suspiro tembloroso.

–No seas quejica –Murmuró Jassy mientras comenzaba su búsqueda del tesoro– Y no te muevas.

Escuché una voz acercándose por el pasillo, la voz de Adam. Su paso era rápido y nervioso. Hablaba por el móvil soltando palabras de forma atropellada, navegando entre la duda y la exasperación. No tardó demasiado en entrar por la puerta de la enfermería con el cuello rojo y el rostro esgrimiendo una burda máscara de seriedad.

–Es tu hermana –Anunció con voz tensa– Ha encontrado a la salvaje –Le sostuve la mirada con los labios fruncidos, desaprobando su selección de palabras.

–Pues que la traiga...

Jane comenzó a gritar al otro lado de la línea, interrumpiéndome. El lado izquierdo de la nariz de Adam comenzó a palpitar, de lo que supuse era irritación.

–Dice que quiere hablar contigo –Hice ademán de coger el teléfono, pero entonces me di cuenta, de que Jassy seguía intentando extraer la bala de mi brazo.

–Ni se te ocurra moverte –Siseó, apretando su agarre en mi brazo. Gruñí por lo bajo mientras obedecía las instrucciones de la doctora.

–Pon el manos libres –Adam asintió y colocó el teléfono boca abajo sobre la bandeja de metal donde descansaba una botella de agua oxigenada.

–Se dónde está solo necesito que Leif venga a por ella...

– ¿Por qué no vas tú? –Sus balbuceos se detuvieron al escuchar mi voz. Jane era la única capaz de poner a Adam en semejante estado; ni siquiera yo podía encolerizarle como lo hacía ella.

–No quiero que vuelva a huir, si se da cuenta de que no ha conseguido perderme, entonces no creo que vaya a dejar de correr en ningún momento –Se quedó en silencio unos segundos– Lo más probable es que se desmaye si continúo haciéndola correr, está en muy mal estado...

– ¿Y a qué esperas? Será mucho más fácil atraparla si esta inconsciente...

–Porque es demasiado rápida. Primero la perderé y luego se desmayará –Hizo una pausa para coger aire antes de replicar– ¡De nada me sirve que se desmaye si luego no voy a poder encontrarla!

–Tranquilízate –Masculló Adam, más para sí mismo que para Jane, que seguía quejándose al otro lado de la línea. Suspiré con resignación mientras observaba como Jassy continuaba trabajando bajo mi piel.

–Estaré allí en media hora.

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Xoxo -Lucy

HorbyWhere stories live. Discover now