(18) Segunda parte.

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INICIO DE LA SEGUNDA PARTE.

Una semana después.

Estoy atado a la cama del hospital. Mamá y papá vendrán pronto. Miro la ventana y recuerdo todo lo que pasó. ¿Fue mi culpa? Me desgarre una vena por intentar abrazar a Ivanna. Por suerte pudieron detener el sangrado a tiempo y hoy por eso estoy vivo.

"Fue un rasguño importante. Unos centímetros más de profundidad y este muchacho no la cuenta... hubiera sido una lástima, tan joven" Decía el médico a mis padres. Ese día que ingresé al hospital jamás vi la expresión que tenían en el rostro mis padres. Era miedo. Miedo de perderme.

Lo más triste de todo esto es que aún asi, no me arrepiento. Si en este momento hubiera un vidrio y del otro lado está ella, yo lo volvería a romper. Martín, mi mejor amigo entra por la puerta y me saca de mis pensamientos.

— ¿Sabes? Siempre estuve seguro de que terminarías asi. — Me dice mientras se apoya en la pared y cruza los brazos.

— ¿Así como?

Mi voz es áspera y apagada.

— Atado y con un policía en la puerta cuidándote de que no te fugues. Sólo te falta la máscara de Canibal.

Me esfuerzo por reírme y él también lo hace.

— Lo que no concuerda... es la razón. — Me dice.

Me quedo callado.

— ¿No vas a decirme nada? — Pregunta.

Niego con la cabeza. No tengo nada para decir al respecto.

— ¿Cómo es posible que una mujer te haya volado la cabeza? Amigo... enloqueciste literalmente.

— Me enamoré Martín y no supe como lidiar con eso. — Confieso.

Guarda silencio unos segundos, como buscando las palabras indicadas.

— Hermano... No se si lo que sientes se llama amor. Somos adolescentes pero aún así estoy seguro que ESTO no es amor.

Estoy en desacuerdo. Lo que siento por Ivanna tiene que ser amor. Estoy completamente seguro de que lo es. Jamás lo había sentido. Decido no contestar nada. Estoy con calmantes y estresarme sólo empeorará mi situación.

— Tu padre me dijo que mañana te llevarán.

— Volveré pronto. — Contesto.

— Eso depende de ti y lo sabes.

— Por eso te digo que volveré pronto. Y además que suerte que viniste. Te quería pedir un favor. — Le digo.

Me sonríe.

— Lo que sea por mi socio. — Contesta.

— Cuidala hasta que regrese.

Se le borra la sonrisa.

                             ~•~

Mamá entra por la puerta con un bolso.

— Te empaque unas cuantas cosas que tal vez puedas necesitar. — Me dice.

— ¿Por ejemplo?

— Cepillo de dientes, máquina de afeitar, ropa limpia...etc.

Me levanto de la cama del hospital. Dos policías esperan en la puerta de mi habitación.

— ¿Me esposarán? — Pregunto levantando las cejas.

— Tu padre se encargó de que no. Estás yendo a un hospital de salud mental, no a una prisión de máxima seguridad. — Me contesta secamente.

— ¿Y Papá? ¿Estas enojada conmigo?

— Abajo, esperando. No, es sólo que voy a extrañarte muchísimo. No importa lo que hiciste, eres mi hijo y nunca dejaras de serlo.

Mamá me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa. Salimos de la habitación de hospital acompañados por dos policías. Cuando bajamos mi padre, mi pequeña hermana y una miniban negra me esperan. Seguro esto lo arreglo él. Recibe a mi madre con un beso en la boca pero a mí no. Pongo los ojos en blanco, cansado. Este viaje será largo.

                                ~•~

El hospital de salud mental Abrines es realmente grande. Llego la hora de despedirme de mi familia. Un hombre esbelto, canoso y con un delantal blanco a sale a recibirme junto a un joven que tiene un traje azul.

— No debes preocuparte por nada. Aquí te cuidaremos. — Me dice.

Levanto las cejas. Menuda presentación. Miro a mamá y esta me aprisiona en sus brazos mientras intenta no llorar.

— Te llamaré. Estarás bien. — Me dice.

Yo asiento con la cabeza.

— ¿A dónde va Julián? — Pregunta mi hermana Sofía, confundida.

— Está cansado, así que él se quedará aquí unos días para poder descansar. — Le explica papá.

— ¿No le bastó con dormir la siesta? — Pregunta la pequeña.

Papá se esfuerza por reír y niega con la cabeza. Cuando mamá por fin me suelta, agarró a Sofía por los brazos y la beso en el cachete.

— Vuelve pronto hermanito. — Me pide.

Le sonrío.

— Lo intentaré.

Mi madre la levanta en brazos. Miro a mi padre y viene lo más difícil de todo. La decepción en su rostro se deja ver y no se esfuerza en disimularlo. Ya había visto esa mirada en su rostro varias veces. Piensa que soy un maldito error. Desde que lo escuché decir que debí nacer mujer ya no lo miro con los mismos ojos. Le quito mi bolso de las manos y luego me le quedo mirando.

Él levanta sus ojos color miel del suelo y me devuelve la mirada. Es extraño cómo salí tan parecido a él y de mamá sólo saqué los ojos azules. Su pelo rubio ya se le está cayendo por la edad pero ese sería mi color de pelo... si me lo lavara. Es alto, robusto y sus rasgos faciales son parecidos a los míos. Labios carnosos, nariz respingada y pómulos anchos.

— Trata de volver pronto a casa. Tu madre está muy triste sin tí. — Me dice.

Asiento y él se da vuelta para irse. Aprieto la boca y también me volteo pero antes de dar un paso, siento unas manos en mis hombros y alguien me besa en la cabeza. Me quedo inmóvil.

— Te quiero hijo... lo sabes. — Me susurra desde atrás.

Escuché muy pocas veces estas palabras de mi padre.

— Yo también te quiero papá. — Le contesto.

El doctor me mira detenidamente. Sin darme vuelta, camino hasta la puerta del hospital. Ahora tengo un nuevo objetivo, salir de este lugar. Engañar a quien sea necesario para poder volver y recuperar a Ivanna.

No sin ella. [1] (BILOGIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora