¡Ah, ese olor a tierra mojada tras la lluvia!
Sí, la felicidad está a ras de suelo
y, volar, no hace falta ya entre el sueño y la bruma.
Hoy no estará, en el cielo, el gozo de lo eterno
sino vivo en las hojas entregadas al viento
y el aroma del aire que ha filtrado la tierra
y que emana, profundo, repleto de emociones
e intenso, en su húmeda esencia de madera.
La felicidad es, a veces, tan pequeña
que se oculta en el aire que entra en tus pulmones
al inhalar, con fuerza, su aroma a borbotones.¿Para qué necesito mis alas esta tarde?
Esta tarde de otoño y hojas secas mojadas,
sobre un suelo embarrado, por la lluvia que cae
y delicadamente gotea, muy lentamente, suave,
debajo del zapato, con su caricia de agua,
que absorbe la tierra y perfuma el alma.
A veces es tan simple todo como una brisa
que nos trae ese aroma que desata el recuerdo,
y cerramos los ojos, y el corazón respira
y es la felicidad, entonces, tan sencilla
que cabe en el instante de un delicado beso,
o en un sutil perfume, o en un simple ¡te quiero!A veces es tan simple todo... como una brisa.
