Hola,
Soy Alejandro Flores; escritor del mundo de lo paranormal, misterio y suspenso. Además de algunos otros géneros como ciencia ficción. Ahora, quise tratar con algo un poco distinto.
Les presento la siguiente historia que se llama Medieval: Los...
Sir Baltazar les explico donde se encontraban y que había sucedido con el reino de los hombres. Mike escuchaba atento mientras que George solo negaba con la cabeza, casi parecía que iba a romper su cuello.
-Debe ser una jodida broma-George miraba a Sir Baltazar con recelo-, y una muy mala por cierto-concluyó.
-Dejalo terminar-pidió Mike. Sir Baltazar fulminaba con la mirada al aspirante a senador.
-¡¿Te burlas de mí?!-el hombre levantó su espada y señaló a George-, exijo que digas tu nombre ¡Bellaco!-.
-¡No me llames bellaco, imbécil! Mi nombre es George Hammond, candidato a senador y próximo presidente de los Estados Unidos de America-.
El hombre lo observó un momento y después rompió a carcajadas. George se ofendió mientras que Mike no entendía lo gracioso para Sir Baltazar pero le agradaba que se burlara de su compañero de vuelo.
-¿Qué clase de nombramiento estupido es ése?-.
-El de un hombre que será grande-.
-Te pareces tanto a mí rey Cannis-lo señaló Baltazar sonriendo-, y terminarás igual si no cambias esa actitud de mierda. Con tu cabeza en una estaca-.
-Señor Baltazar-lo nombró Mike.
-¡Sir Baltazar!-.
-Sir Baltazar, lo siento. Nuestros amigos están en esa dirección ¿Podría ayudarnos?-.
-¿Por allá dices?-señaló Baltazar en la misma dirección.
-Asi es, nuestro avión cayó-Mike señaló el cielo.
-No iré con ustedes. Sus amigos estarán muertos para el amanecer-indicó Baltazar y se guardó la espada.
-¿Porqué lo dice?-preguntó Mike con temor.
-Orcos, hijo-Baltazar asintió amable.
-¡Patrañas!-indicó George.
-¡Cállate!-pidió Mike y asintió al ver al Sir nuevamente-, ¿Que son los Orcos?-.
-Unos hijos de perra, horribles y de más de dos metros de altura. Pesan como media tonelada-El sir escupió-, una bandada va directo al castillo donde se encuentran tus amigos-.
-¿Cuántos?-.
-Unos veinte aproximadamente. Es un grupo de reconocimiento, lo mandan para medir las fuerzas de sus enemigos. Pero de ser posible, los exterminan-.
-¿Cómo los detenemos?-.
-¡Mike, por favor!-pidió George molesto.
-¡Cállate, en serio!-pidio el chico rubio.
-No te desgastes chico. Los Orcos llegarán esta noche-.
Gregory le dio un par de espadasos a un tronco y después se dio la vuelta. Algo llamó su atención, una especie de trifulca que se acercaba a él lenta pero ruidosamente.
Era Hammond, él caminaba por el campo trasero del castillo seguido por todos los pasajeros del avión, quienes le echaban porras. Greg no entendía como la mayoría de los tripulantes del avión habían tomado bando, estaban decididos a marcharse y Hammond era el representante de todos ellos.
-¡Greg!-Kyle apareció con Emma y los inseparables Herb y su nieto Jacob.
-Hey-respondió él sin ánimo mientras observaba a la multitud. Hammond era enorme, pero en su armadura lo era aún más.
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-No tienes que hacer esto, hijo-comentó Herb.
-Claro que debo-.
-¡Ven aquí pequeño, vamos a jugar!-el campo de batalla era simplemente colosal. Un grupo de antorchas alrededor de un círculo de arena.
Greg caminó lentamente acompañado de sus ya tan pronto amigos. Camile no estaba allí, desde su habitación en el castillo los observaba en el balcón. Lágrimas corrían por sus mejillas mientras sostenía su arco pensando en Greg. Aunque sonaba tonto, ella estaba muerta de miedo por su amigo y también por Mike, solo que no sabía cómo demostrarlo. Se secó las lágrimas y miró a lo lejos, fue ahí cuando pudo notar a esas siluetas que se acercaban por las puertas del castillo, de más de dos metros, enormes y armados.
-Oh no-dijo temerosa y después volteó hacia sus amigos-, ¡OIGAN! ¡GREG, MERLÍN!-nadie la escuchaba, todos estaban muy lejos.
Camile salió de la habitación corriendo hacia las afueras del castillo aunque esto le demoraría casi diez minutos. Mientras tanto, Greg y Hammond desenfundaron sus espadas.
-¡QUE COMIENCE EL DUELO!-gritó Merlín y ambos se abalanzaron el uno contra el otro.