-¿Te parece si empezamos de nuevo? –Preguntó Amanda avergonzada. Gianluca actuaba diferente a como ella lo había contemplado.
-No comprendo. –Se levantó y caminó hacia ella.
-Ya no quiero pelear Gian, creo que vamos a estar mucho tiempo juntos como para estar peleando.
Gianluca sonrió y la miró con bastante humor.
-Yo nunca peleé contigo, pero veo que está en tu naturaleza estar a la defensiva. -Bajó la mirada para verla mejor, puso su mano en la cabeza de Amanda y sacudiendo su cabello la despeinó en plan amistoso. –Ven, vamos a la cocina, tengo hambre.
Salieron de la habitación, Amanda iba detrás de Gianluca. Entraron a la cocina y ella se sirvió café, se sentó a la mesa. Gianluca iba de aquí para allá, tarareando una canción, ella lo siguió con la mirada no sabía qué hacer, seguía sin creer su suerte: Gianluca y ella solos en la cocina, como un matrimonio, un lindo y tierno feliz matrimonio. ¡Qué ironía!, Amanda con Francis, Gianluca con Martina.
-¿Vas a querer polenta sí o no? –Preguntó Gianluca cuando se introdujo en el refrigerador.
-No, gracias, con el café estoy perfecta.
-¿No te gustó, cierto?
-No, no pongas palabras en mi boca. Está buenísima, pero es un alimento muy fuerte, me lo ceno y olvídate, voy a tener que darle dos vueltas a la manzana para poder dormir.
Gianluca seguía agachado en el refrigerador, se alzó y con las manos ocupadas por dos tazones cerró la puerta con un empujón de cadera.
-Corres con suerte, hay spaghetti. –Puso el tazón a la mesa.
-Pero Gian...
-Pero nada, no te puedes quedar sin cenar, no en mi casa.
Amanda se levantó para abrir de nuevo el refrigerador. Sacó después un par de platos y sirvió la mesa. Gianluca no dejaba de verla, colocó su plato frente a él, Amanda al suyo le sirvió crema.
-¿Qué haces?
-¡¿Cenar?!
-¡Qué asco ¿cómo le echas crema?!
-¿Qué tiene? Sabe delicioso, así comemos en México, con crema y queso.
-¡Qué raros son ustedes! –Dijo al reírse de ella.
-¿Raros? Raros ustedes, no puedo entender cómo es que comen tan pesado...
-¿Será verdad que somos tan diferentes?
-Supongo. Eres bien raro.
Ambos rieron una vez más.

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Mis manos necias
RomanceA golpes la vida siempre te pone en su lugar. Sin importar el sentimiento la naturaleza siempre proclama justicia, y poco a poco se cobra todas y cada una de las acciones que hayas realizado. Karma. Cuando la vida da, la vida quita. Es irónica. Prob...