Su madre murió cuando ella era pequeña. Años más tarde su padre se volvió a casar con una mujer que solo lo quería por su fortuna. Poco después él también murió. Desde entonces su madrastra con sus hermanastras la tratan como una criada haciéndole h...
-¿Sí? -preguntó una figura familiar desde la ventana de su habitación, de espaldas.
Llevaba un traje de gala blanco i el pelo negro sin recoger.
Cenicienta estuvo tentada de irse sin decir nada antes de que alguien la pillase, pero por la falta de respuesta él se giró.
-¿Qué pasa? -preguntó otra vez mirando a la sirvienta que había entrado en sus aposentos.
Ella automáticamente evitó mirarle a la cara y fijó su vista hacia sus pies.
-Me disculpo, su alteza. Pensaba que la habitación estaba vacía, para poder limpiar -improvisó una excusa.
Los pies de el príncipe empezaron a caminar hacia delante y ella sorprendida lo miró directamente. Él sonreía.
-Lo siento, su alteza -empezó a retroceder presa del pánico-. No debería haber entrado, ya me voy.
Se giró para correr hacia la puerta pero una mano en su brazo la retuvo y la hizo girar.
-¿A dónde va?, mi querida Cenicienta ¿La espera alguien en algún lugar?
Ella se quedó petrificada en en lugar y él la soltó.
-Sabía que vendría para recuperar su zapato aunque me duele un poco pensar que no viene para verme.
-Así es -dijo ella resuelta-. Vine a recuperar mi zapato así que no moleste a sus invitadas inútilmente.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
-Sabe porqué he hecho que vengan todas las chicas de la fiesta hoy a palacio? -la chica negó con la cabeza-. Voy a anunciar el nombre de mi futura esposa, hoy, delante de todas las candidatas. Antes de esto quería devolverle su zapato.
-Entonces le deseo una feliz vida con su esposa -le sonrió levemente-. Ahora si me disculpa querría recuperar mi zapato y volver a mi casa.
-Claro, aquí tiene -sacó el brazo izquierdo que había tenido escondido tras su espalda y le entregó el zapato de cristal.
La muchacha recogió el zapato con ambas manos y con una sonrisa triste y se dispuso a guardarlo en... no tenía bolsillos ni una bolsa en que esconderlo, no podría salir del castillo con el zapato a la vista.
El príncipe, que vio cómo la chica buscaba algún bolsillo en la ropa en el que guardar el zapato y no encontraba le propuso que se lo pusiera y que fuera con el zapato no reluciente en la mano.
A ella se le iluminó la cara ante tan brillante plan y se dispuso a realizarlo. Justo cuando el zapato encajó en su pie una luz azulada empezó a envolverla cambiando su vestido harapiento de sirvienta a un elegante vestido de color crema. Su cabello creció, aunque se mantuvo de color rojo y sus zapatos se transformaron en unos esbeltos zapatos de tacón.