Capítulo 84, II.

987 43 60
                                    

Narra Sara.

Toma una gran bocanada de aire y se frota los ojos. Él también está llorando a lágrima viva y no entiendo bien el por qué. Me siento confundida y a la vez aliviada. Me he quitado un enorme peso de encima. Necesitaba decirle todo esto.

—Dani: ¿cómo quieres que estemos, Sara? -se limita a preguntar con un hilo de voz

Frunzo el ceño ante su respuesta. ¿Eso es todo lo que va a decirme?

—Sara: en tanga y con tu camiseta, así me gustaría estar -suelto firmemente

Aparta su mirada de mí y noto como una sonrisa irónica aparece en su boca. Aprieta la mandíbula con fuerza y cierra los ojos un momento. Se lleva una mano a la frente. ¿Por qué parece que está cabreado? Ahora mismo soy yo la que debería estar enfadada.

—Sara: déjalo, Daniel, ya me ha quedado claro todo lo que piensas -me doy por vencida dispuesta a irme

—Dani: ¿crees que para mí está siendo fácil? -habla repentinamente clavando su mirada en la mía- ¿crees que estoy siguiendo adelante? Porque si piensas que es así significa que actúo de puta madre -se encoge de hombros agobiado-. Lo he intentado, Sara, y lo sigo intentando día tras día. Intento aparentar que estoy bien sin ti; que no me importas; que no me dueles -enumera- para ver si así consigo convencerme a mí mismo, pero es evidente que no puedo -gesticula rindiéndose-. Estoy seguro de que podríamos haberlo hecho mucho mejor a pesar de que ya no sirva de nada -asiente-. Nos han hecho mucho daño y nos hemos hecho más daño aún entre nosotros -frunce el ceño con los ojos vidriosos-, pero tú también me has hecho muy feliz, ya lo sabes -afirma-. Te pido perdón si en algún momento has sentido que te imponía mi pensamiento, porque lo único que he intentado cada puto día de esta relación ha sido actuar de la forma más correcta posible -absorbe por la nariz-. También te pido perdón por contarlo de aquella forma delante de tu padre y de los míos, porque mi propósito era que me detestaras por hacerlo para así alejarte de mí, y solo conseguí hacerte daño

Lo observo expectante. Tengo el corazón en un puño y dos mil nudos en el pecho. Estamos hablando o al menos intentándolo, después de un mes, lo estamos haciendo. Quizás si lo hubiéramos hecho antes...

—Dani: no quiero que te castigues diariamente, no quiero que te sientas culpable -asegura- perdónate tú, por favor -insiste-. Yo... -suspira profundamente tragando saliva- yo ya te he perdonado Sara -suelta-, porque no soy capaz de guardarte rencor -explica-. Pero te suplico que no me pidas que te trate como a una más, porque no puedo -confiesa, y apoya una de sus manos sobre la piedra del lavabo

Mi respiración se entrecorta. ¿Qué quiere decir con eso?

—Dani: lo de Mónica es una larga historia que no voy a contarte ahora -se aclara la garganta

Y sus palabras se clavan justo en mi corazón. Era lo último que quería escuchar ahora mismo. Aparto mi mirada de él bruscamente y maldigo en un susurro. "Me cago en la ostia, Dani". No puede estar afirmándome esto. La ansiedad comienza a apoderarse de mi cuerpo y enredo mis manos en mi pelo.

—Dani: que no -alza la voz agarrando uno de mis brazos y haciendo que lo mire- que no estoy con ella, que no nos hemos liado, que no siento nada por ella -confiesa mirándome a los ojos-, que no tengo absolutamente nada con nadie. Que no quiero mezclarme con otra gente, ni quiero probar otros labios ni otras camas -mantiene la voz alzada-, que no voy a olvidarme de ti en mi puta vida, Sara, porque te quiero como nunca voy a querer a nadie, ostias, y...

Y no dejo que termine de hablar.

"Que no voy a olvidarme de ti en mi puta vida, Sara, porque te quiero como nunca voy a querer a nadie, ostias". Esas palabras sí que me calan. Me quiere. No se ha olvidado de mí. No tiene nada con Mónica. No sé qué quiere pero me quiere. Me sigue queriendo al igual que yo lo quiero a él.

Llegaste tú 2 || GemeliersWhere stories live. Discover now