Sara Hyland una muchacha de veintidós años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Hiddleston". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición.
Jamás pensó que trabajar en...
- ¡¿Y a ti que carajo te importa?! – le gritó Tom.
- ¿Ves? ¿ves, como te pones? Estas representando a alguien que no eres. Solo es un maldito escudo – detalló Sara.
-No te he pedido consejos de cómo puedo ser, deberías de dejar de andar espiando a la gente, eres solamente una empleada, no eres nada mio – encaró Tom.
-Deberías de valorar a las personas, no por su situación económica ni a lo que se dedica, valorarla por como es, aprende a ser tu mismo, no seas otro... solo te digo eso – aconsejo ella, antes de dar media vuelta y marcharse a la casa.
Tom tenia un revoltijo en su cabeza, lo había visto llorar y a lo mejor creería que era un hombre débil, los recuerdos lo atormentaban siempre, aunque quiere olvidarlos, siempre están ahí para arruinar su vida, no ha podido estar con ninguna mujer desde aquel accidente, se sentía culpable por la muerte de su ex novia, la extrañaba, pero sabía que nunca más ella volvería para estar con él.
Sara había aconsejado que cambiara su personalidad, que se muestre como realmente es, ¿pero quien es?, si el mismo no lo sabía, además ¿para qué hacerle caso a una simple empleada?, ¿Por qué debería hacerle caso a una persona como ella, que lo único que sabia era estar espiando a las personas?
Sara entró a su habitación pensando en aquella escena, donde lo vio llorando, donde supo que realmente tenia sentimientos y que estaba sufriendo en silencio. Él jamás cambiara. Pensó Sara. Algún día llegará alguien que lo hará cambiar, quizás para bien o para mal.
Se puso su pijama y se acostó en la grande cama, se sentía tan sola, necesitaba a su familia, a sus padres, a su hermana y en esta casa lo único que pasaba era rabia y malos tratos.
Tanto pensar y pensar, se quedó profundamente dormida.
Pero Tom por otro lado no podía ni cerrar un ojo, estaba inquieto en su cama, estaba que se iba a dar una ducha o a tomarse un vaso de leche para relajarse, le inquietaba que sea Sara la que lo haya visto llorar, seguramente si se atrevía a molestarla esta le saldría con que era una niña que los hombres no lloran...
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Al otro día Sara se levantó a ducharse y a vestirse, salió de la habitación para dirigirse hacia la cocina, quedó anonadada con lo que vio, Tom Hiddleston levantado a las ocho de la mañana, tomando el desayuno en la cocina. Ella no podía creer lo que sus ojos veían, él levantado y tomando el desayuno a esa hora era algo que no se veía todos los días, aunque pudo notar las ojeras que llevaba, seguramente no había dormido bien anoche.
-¿No quieres comer nada más? – pregunto ella poniendo el delantal.
-No – respondió Tom cortante.
-Bueno – dijo Sara poniéndose a lavar unos platos sucios que había, hoy le tocaba un día duro, Meryl no estaría porque tenia que ir al medico por lo tanto tendría el día libre, mientras ella se ocupaba de todo en la casa.
-Eh, lo que viste anoche... sobre – tartamudeo un completamente nervioso Tom.
-Sobre lo de anoche, no te preocupes – dijo ella dejando lo que estaba haciendo para mirarlo – no se lo contaré a nadie si es lo que te preocupa, no soy de esas personas, y si piensas que parecías una niña frente a mis ojos, no creo que lo seas, no porque seas hombre no tengas derecho a llorar – detallo Sara.
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-Bueno – solo alcanzo a decir eso, ya que todo lo que ella le dijo era lo mismo que el diría - ¿me podrías servir mas zumo?, por favor.
-Claro – dijo ella y deposito un poco del contenido en el vaso.
Esperad... le ha dicho ¿" por favor"? eso jamás se lo dijo, Sara por dentro estaba demasiado sorprendida ante su actitud, ¿le habría hecho caso en el consejo que ella le dio anoche? No era algo que se esperaba, pero si lo tomo, bien por él.
-Cuando termines de lavar eso, ¿podrías hacer mi habitación? – se levantó de la silla – ah... y te aviso que llegaré tarde a si que no hagas almuerzo para mí.
-Está bien – contesto Sara.
Y él salió, Sara lo vio entra en su coche y salir, no tenia ni idea de adonde, pero se fue, un plato menos, eso era bueno, no tendría que cocinar mucho, para Noah, Millie y Cameron. Cameron no era muy de su agrado, lo único que quería ella era que se fuera lo más pronto posible, se levantaba a la hora que se le antoje y solo peleaba con ella.
Ya eran las cuatro de la tarde Sara paseaba por el jardín esperando el autobús de Millie que llegaría de la escuela en un momento más, paseaba tocando las hermosas flores que se encontraban en el jardín, flores de todos lo colores, la hierba bien cuidada, todavía se sorprendía de la hermosa que era la casa, era como de esas casas de princesas de esas que solo salen en los cuentos, películas o series, se sentía afortunada de trabajar en una casa así.
De repente se le vino a la cabeza la rehabilitación de su hermana, hoy era jueves y empezaban el lunes con ellas, deseaba tanto que ella pudiera caminar y disfrutar de su infancia como una niña normal y no encerrada como lo hacía siempre, le dolía verla siempre así, sentada en esa silla de ruedas, aburrida, ni amigos ha podido hacer porque no le gusta salir y que los niños la vean con su defecto. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la bocina de un autobús, Millie bajo de el y corrió hacia Sara quien la esperaba con los brazos abiertos.
- ¿Cómo te ha ido preciosa? – pregunto Sara cargándola.
-Super bien – detallo ella – tengo trabajo y es de dibujo.
- ¿Necesitas ayuda?
-No, en el dibujo me manejo muy bien – avisó la pequeña.
-Bueno – dijo bajándola de sus brazos - entonces anda corre y hazla, te llevaré galletas y un vaso de leche luego – detallo Sara.
La niña asintió con la cabeza y corrió hacia la casa, lo contrario a Sara quien se fue caminando lentamente, a lo lejos vio a Cameron buscando a alguien por todas partes, ¿a quién estará buscando?, se preguntó Sara, la rubia poco a poco se fue acercando a ella.
- ¡Hey! – refiriéndose a Sara.
- ¿Qué? – pregunto ella.
- ¿Has visto a Tom?, lo estoy buscando, pero no lo encuentro por ningún lado – se quejó la rubia.
-Él salió temprano y dijo que no volvería hasta la noche, no dijo a donde solo dijo eso.
- ¿Se atrevió a salir sin mí? – decía Cameron como si se fuera a desmayar.
-Tienes que darte cuenta que no todo gira alrededor de ti – Sara no supo ni porque dijo eso, pero salió.
-Parece que te gustaron mis cachetadas, ¿no? – dijo esta.
- ¿Duele tanto que te digan la verdad? – pregunto Sara.
- ¿Sabes? Porque no te callas la maldita boca empleada de cuarta, no me rebajo a tu nivel, eres tan poca cosa, no se como te aceptaron en esta casa, no eres buen ejemplo para nadie – dijo la rubia.
-Ni mucho menos tu – se defendió Sara.
-Por lo menos tengo dinero y no vivo en una casita de perro – dijo retándola.
-No podre tener dinero, ni una lujosa casa, pero tengo corazón, tengo educación, tengo dignidad y no estoy hueca y eso es algo que tú no tienes – dijo Sara fulminándola con la mirada y pasando al lado de ella rozando sus hombros.
La rubia se quedo boquiabierta ante lo que dijo Sara, no sabía que palabra articular, pero se le veía la furia que tenía, ya que estaba roja.
Sara entró en la casa con una sonrisa en su rostro, le encanto haber dejado sin palabras a la rubia, se sintió poderosa por un momento.